Trabajo y vida privada
Un europeo trabaja 11 horas menos a la semana que un chino
La OIT alerta de que las jornadas largas son un riesgo para la salud de los empleados y disminuyen su productividad
Gabriel Ubieto
Redactor
Periodista de economía, centrado en el mercado laboral. He crecido como redactor en El Periódico, pero antes hice prácticas en La Vanguardia y escribí durante seis meses desde Chile para Hemisfèria.cat. Ganador del premio Ramon Barnils (2015) por el reportaje "Els ultres prenen partit".
Un trabajador de la Europa occidental trabaja, de media, unas 11 horas menos a la semana que un homólogo suyo del este de Asia. En países como España, Francia o Italia se faenan habitualmente unas 37,2 horas a la semana, mientras que en China, Corea del Sur o Japón dicha cifra se eleva hasta las 48,8 horas semanales, un 23,8% más. Y es que en un momento en el que en las economías occidentales comienza a gestarse la posibilidad de reducir la semana laboral a 32 horas (o cuatro días a la semana), en el conjunto del globo las jornadas maratonianas continúan siendo una realidad extendida. Hasta el punto de que uno de cada tres trabajadores en el mundo echa más de 48 horas a la semana de manera recurrente.
Así lo constata un informe pionero de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que analiza la relación entre el tiempo de trabajo y el tiempo privado. En ese sentido, la entidad vinculada a la ONU alerta de que las jornadas largas son un riesgo para la salud de los empleados y disminuyen su productividad. También insta a las empresas que mantengan la flexibilidad horaria que se ha demostrado posible en muchos centros de trabajo durante el covid.
Una de las principales conclusiones del informe de la OIT es la desigualdad en la distribución de los tiempos de trabajo. Unos tanto y otros tan poco, ya que los primeros ven su salud y su calidad de vida mermada, mientras que los segundos pueden tener problemas de ingresos para llegar a final de mes. Horarios excesivos también contribuyen a una peor salud del trabajador, al aumento del riesgo de estrés, ansiedad, o insatisfacción laboral, con mayores porcentajes en estos trabajadores afectados por la depresión o el alcoholismo.
Y es que más de un tercio de los empleados de todo el mundo (35,4%) trabaja más de 48 horas por semana, con claras diferencias entre regiones y por gremios. Pues mientras en Asia esto es habitual en prácticamente la mitad de los empleados, en Europa 'solo' atañe al 11%. Los sectores económicos más sobrecargados de horas son la logística, el transporte y la industria manufacturera, donde se echan alrededor del doble de horas que en finanzas, la administración pública o la educación.
Aquí la OIT alerta de las jornadas excesivas que realizan los trabajadores autónomos en comparación con los asalariados. Pues si, en términos globales, el 35,4% de los trabajadores realiza de manera habitual más de 48 horas, entre los autoempleados dicho porcentaje escala hasta el 44,4%.
En el otro lado de la balanza, un quinto (20,3%) de los trabajadores de todo el mundo no llega a las 35 horas. La falta de intensidad en el trabajo -que acarrea habitualmente pobreza de ingresos- es especialmente intensa en el África subsahariana, donde el 40,3% de los trabajadores echa menos de 35 horas a la semana.
Unos tanto y otros tan poco. En este sentido, un 43% de los empleados no está satisfecho con las horas que trabaja, aunque son muchos más los que preferirían aumentar sus jornadas (36,6%) que los que quieren reducirlas aunque ello supusiera menor sueldo (6,5%).
Mantener la flexibilidad de horarios que trajo el covid
Las medidas laborales de emergencia tomadas durante la pandemia "aportaron nuevas pruebas de que dar a los trabajadores más flexibilidad sobre cómo, dónde o cuando trabajar es positivo para ellos y para los negocios, mejorando por ejemplo la productividad", destaca el informe. La pandemia, por otro lado, mostró la necesidad de flexibilizar los horarios y el lugar de trabajo de los empleados cuando éstos tuvieron que hacerse cargo de familiares enfermos, subraya el documento.
El estudio de la OIT sin embargo advierte de que la flexibilidad de horarios tiene costes como el desequilibrio por género en el mundo laboral, ya que las mujeres tienden más a reducir su jornada que los hombres.
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