Igualdad

Solo 2 de cada 10 'start-ups' de Catalunya tienen a mujeres al frente

La comunidad registra, sin embargo, la segunda mejor tasa de directivas de la UE en este entorno

Las emprendedoras europeas captaron un 1% del dinero que invirtió el capital riesgo en 2021

Mujer emprendedora al frente del ordenador.

Mujer emprendedora al frente del ordenador. / economia

Paula Clemente

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Baño de realidad sobre una fiesta que parecía no tener fisuras. Solo un 19,6% de las 'start-ups' con sede en Catalunya están fundadas por una mujer o tienen mínimo una directiva en lo alto de su cadena de mando. Solo un 12% de estas empresas tienen al frente un equipo exclusivamente femenino. Son datos de Acció, la agencia para la competitividad de la empresa de la Generalitat de Catalunya, que reflejan al mismo tiempo que la comunidad figura entre los ecosistemas de la Unión Europea (UE) con mejor proporción en este sentido. De hecho, únicamente Berlín tiene más paridad que Barcelona (20,2%), ciudad que queda por encima de Estocolmo, Ámsterdam y Dublín, entre otras regiones icónicas para el emprendimiento.

En concreto, los datos de la plataforma estadística DealRoom apuntan a que en el conjunto de la UE, solo una de cada 10 compañías que forman parte de este tejido han sido fundadas por mujeres. Esta proporción es algo mejor en el caso de España, pero evidencia igualmente que ni siquiera 2 de cada 10 empresas emergentes de base tecnológica tienen detrás a una mujer (18%).

"En comparación a nuestro entorno, los datos son positivos", plantea la directora general de Industria y consejera delegada de Acció, Natàlia Mas. "Pero también significan que un 80% de 'start-ups' tienen presencia exclusivamente de hombres al frente: avanzamos demasiado lentamente y estamos muy lejos del único objetivo aceptable que es la paridad", añade la portavoz, destacando asimismo que el sector es clave en tanto que es el que definirá las tecnologías y productos de futuro.

Las razones de esta "sorprendente" diferencia son varias, pero una encuesta que realizó hace meses la propia Generalitat -en este caso a través del departamento de Polítiques Digitals- puso de manifiesto que los principales obstáculos que detectan las mujeres que están valorando poner en marcha su propio proyecto tecnológico son el acceso a apoyo empresarial y financiero, la falta de políticas de emprendimiento femenino y la conciliación entre la vida personal y profesional. Esta última es, a su vez, la traba más señalada por las emprendedoras en activo.

Ahora bien, ambos perfiles coinciden en que el recurso del que van más faltas es el económico: un 66% de las emprendedoras consultadas para elaborar dicha radiografía aseguraban que es el factor más necesario para su desarrollo, y coincidieron en ello casi el 77% de las mujeres que sopesan convertirse en empresarias.

Desigualdad inversora

Los datos les dan la razón. El informe anual del fondo Atomico, que analiza el estado del sector tecnológico europeo, refleja que solo 1 de cada 100 euros que invierte el capital riesgo acaba en empresas fundadas por una mujer. En esta línea, los equipos mixtos se llevaron algo menos del 9% del dinero destinado a start-ups el año pasado, con lo que el 90% acabó en compañías con equipos de fundadores exclusivamente masculinos.

La tendencia se replica en el número de rondas cerradas (poco más del 5% son acuerdos con equipos exclusivamente formados por mujeres) y en el tamaño de las mismas: si de media las 'start-ups' fundadas por hombres captan en sus fases iniciales 1,5 millones de dólares (1,3 millones de euros), esta cifra baja al millón cuando se trata de equipos de mujeres. Y lo mismo ocurre con las siguientes rondas ya algo más elevadas (Serie A), etapas en las que ellos acuerdan inyecciones de capital de 9,5 millones de dólares de media (8,7 millones de euros), y ellas, de 7 millones de dólares.

“El capital riesgo tiene trabajo por delante en cuanto a asegurar la misma experiencia para todos los emprendedores”, concluye este informe, que trae por último a colación una encuesta anónima a inversores que demuestra que, por norma, estos puntúan peor en una amplia variedad de indicadores a las empresas fundadas por mujeres que a aquellas constituidas por hombres.

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