Mercado laboral

Las patronales estudian cómo aislar el alza de la luz de la negociación de salarios

El despegue experimentado por la inflación dificulta aún más el diálogo para llegar a acuerdo sobre los salarios

Guindos (BCE) propone tomar como referencia el IPC que excluye la energía y los alimentos no elaborados  

Trabajadores de la construcción

Trabajadores de la construcción / Ferran Nadeu

Agustí Sala
Gabriel Ubieto
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La inflación, cuya tasa anual se situó en octubre en un 5,5% que no se veía desde hace tres décadas, extiende su onda expansiva. Y lo hace hasta la negociación colectiva, que amenaza con enconar y distanciar las posiciones entre los agentes sociales más de lo que ya lo están. En este contexto, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, sugiere tomar como referencia para los futuros convenios la inflación subyacente, es decir, la que no tiene en cuenta ni la energía (el recibo de la luz, por ejemplo) ni los alimentos no elaborados, los componentes más volátiles y que en la actualidad se encuentra en el 1,4%. La misma cifra a la que están subiendo los nuevos convenios colectivos firmados en lo que va de año; según los últimos datos registrados por el Ministerio de Trabajo.

Es una propuesta destinada a evitar la endiablada espiral precios-salarios, que las patronales, con significativos matices, han cazado al vuelo mientras que los sindicatos rechazan de plano. Lo cierto es que la escalada de precios de la energía tiene paralizadas la gran mayoría de mesas donde patronales y sindicatos negocian salarios. Las empresas no quieren asumir aumentos de la magnitud que marca actualmente el IPC y los trabajadores no están dispuestos a aceptar cifras que les hagan perder poder adquisitivo. En medio de esta parálisis negociadora, Guindos ha puesto encima de la mesa esta propuesta sobre la inflación subyacente que distancia aún más las posiciones.

En una entrevista en Onda Cero, el que fuera ministro de Economía con el PP ha insistido en la naturaleza transitoria de los factores detrás del actual aumento de los precios, asegurando que estos irán desapareciendo, con lo que la inflación comenzará a reducirse el año próximo. Ese es el mensaje que reitera el BCE, pero que a nadie acaba de convencer porque la inflación no solo está subiendo por el coste de la energía, pese a que es una de las variables que la está catapultando, sino por la escasez de suministros y, más temprano que tarde, las empresas repercuten estos costes para evitar que se erosionen sus márgenes, con algunas excepciones en sectores con una elevada competencia. "Es importante que no se produzcan efectos de segunda ronda (...) Lo que habría que hacer es tener en cuenta en la negociación salarial que la inflación es temporal y evolucionar los salarios de acuerdo con una inflación más permanente", ha afirmado el vicepresidente del BCE.

Bajo el fantasma de una espiral inflacionista

Pero, ¿qué es la inflación subyacente? Este concepto viene a medir la evolución de los precios, pero descontando dos elementos de alta volatilidad: los alimentos no elaborados -vulnerables a malas cosechas u otros elementos meteorológicos- y la energía -que en los últimos meses está demostrando su capacidad para disparar precios-. De Guindos acepta las pretensiones de los trabajadores de que suban los salarios, pero aboga por referenciarlos a la inflación subyacente para evitar alimentar una espiral inflacionista. Es decir, que los salarios suban porque suben los precios y los precios suben porque suben los salarios.

"A los trabajadores no les descuentan de las facturas la subida del precio de la luz. Si aceptamos incrementos según el IPC subyacente, lo que nos está proponiendo el señor De Guindos es que perdamos poder adquisitivo", afirma la secretaria de política sindical de UGT de Catalunya, Núria Gilgado. "Solo puede proponer algo así quien no se sienta a las mesas de negociación. Es una barbaridad para los intereses de los trabajadores", coincide su homóloga de CCOO de Catalunya, Cristina Torre. El rechazo sindical contrasta con los buenos ojos que le ponen las patronales a la idea, pues ven en ella un escudo ante la incierta volatilidad de ligar los sueldos a un IPC que no saben cuánto tiempo permanecerá disparado. "La fórmula de la inflación subyacente es positiva en momentos de alta turbulencia, como el actual. Podría ser un buen indicador que poner encima de la mesa", apunta el secretario general de Foment del Treball, Salvador Guillermo.

El punto de vista patronal, de todas formas, no es homogéneo y menos entusiastas se muestran en Pimec sobre el mismo. "Sirve para atenuar las subidas, pero no resuelve el problema", opina su secretario general, Josep Ginesta. "Con los actuales niveles de inflación no puedes decirle a los trabajadores que no les vas a subir el sueldo. Pero esa subida se tiene que plantear vinculada a otros indicadores, como la productividad o el crecimiento del PIB. Depende de la realidad de cada sector", añade.

Desde Foment insisten en ampliar el foco en las negociaciones sobre salarios y advierten de que alimentar una espiral inflacionista puede tener un efecto dominó sobre el conjunto de la economía. "En momentos en los que la recuperación depende, en parte, de las políticas monetarias; cualquier acción que tire al alza la inflación puede provocar que los bancos centrales aceleren la retirada de los tipos bajos de interés. Hemos ser conscientes de eso", apunta Guillermo. "Nunca es bueno momento para las patronales para subir sueldos. Hay un riesgo de que nos pase como pasó tras la pasada crisis, que el PIB se recuperó pero los salarios tardaron años en volver a subir. Lucharemos para que eso no pase", alerta la dirigente de UGT. En ese complejo equilibrio, entre asegurar que los salarios no pierden terreno y que ello no desestabiliza la economía, se moverá la negociación colectiva durante el 2022.

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