Crisis esquivada

El FMI mantiene a Georgieva como directora gerente

El comité ejecutivo del organismo le muestra su "plena confianza" tras descartar que se haya probado "conducta inapropiada" en un caso de supuestas presiones para favorecer a China

En el intenso debate sobre su permanencia se dirimía también el giro progresista en temas como desigualdad y medioambiente, que rechazan poderes conservadores

Kristalina Georgieva, presidenta del FMI.

Kristalina Georgieva, presidenta del FMI. / periodico

Idoya Noain

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En un momento complicado para la economía global, cuando se busca la recuperación del golpe económico de una pandemia que aún se combate sanitariamente con tremendas desigualdades y cuando la inflación se ha colocado como una preocupación fundamental, las reuniones de otoño del Fondo Monetario Internacional de esta semana en Washington arrancaban marcadas por una crisis: la del debate sobre la permanencia como directora gerente de Kristalina Georgieva, que desde el 16 de septiembre está señalada por un escándalo de supuestas presiones que habría realizado en su etapa como número dos del Banco Mundial para mejorar la clasificación de China en un informe. A última hora de este lunes, la crisis se ha solventado y el Comité Ejecutivo del FMI ha emitido un comunicado mostrando su "plena confianza en el liderazgo y la capacidad de seguir efectivamente desempeñando sus funciones" de la búlgara.

En el comunicado se asegura que la información presentada durante la investigación de esas supuestas irregularidades "no demuestra de forma concluyente" que la directora gerente jugara un papel inadecuado en la preparación del informe 'Doing Business 2018' cuando era consejera delegada del Banco Mundial. Esa era la acusación que latía en un informe preparado por el bufete de abogados WilmerHale, que señalaba a posibles presiones para manipular datos referentes a China, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Azerbayán en la elaboración de los informes de 2018 y 2020 de ‘Doing Business’, un documento influyente pero también siempre polémico que clasifica los países como destinos de inversión y cuya publicación se ha suspendido ahora a raíz de la crisis.

Concretamente en el caso de Pekín en el de 2018 se aseguraba que Georgieva presionó al personal a “hacer cambios específicos a puntos de datos de China en un esfuerzo para mejorar el ránking precisamente al mismo tiempo en que se esperaba que el país (China) jugara un papel clave en la campaña del Banco Mundial de incremento de capital” de 13.000 millones de dólares. (China acabó en el puesto 78, como el año anterior).

Conversación con Yellen

El informe del bufete abrió semanas intensas de investigación y entrevistas y expuso de nuevo las divisiones en bloques y los delicados equilibrios de poder en estos organismos multilaterales. Mientras Francia y otros países europeos, junto a Rusia y China y países africanos, defendían la permanencia de Georgieva, Estados Unidos (el principal contribuyente financiero al FMI y al Banco Mundial y el único país con derecho a veto) y Japón debatían pedir su dimisión.

Este mismo lunes, no obstante, Washington ha informado en las deliberaciones de los 24 miembros del Consejo Ejecutivo del FMI que representan a 190 países que no buscaría la salida de Georgieva. Tras días de intentos infructuosos de la directora gerente del FMI de hablar con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, las dos han mantenido este lunes una conversación telefónica. En esa llamada, según el resumen facilitado por el Tesoro, Yellen ha "enfatizado" a Georgieva que el informe del bufete de abogados "ha planteado temas y preocupaciones legítimas" pero ha reconocido que, "en ausencia de más pruebas directas" del supuesto papel de la directora gerente en el escándalo, "no hay base para un cambio de liderazgo en el FMI".

Yellen también ha informado de que el Tesoro "seguirá de cerca" los siguientes pasos y "evaluará cualquier nuevo hecho o descubrimiento" que se sume al informe de WilmerHale. La decisión de la Administración de Joe Biden de mantener el respaldo por ahora a Georgieva, en cualquier caso, ha provocado críticas inmediatas de republicanos, contrarios a su continuidad.

El giro progresista

El debate que se ha vivido sobre el futuro de Georgieva se lee en claves más amplias en cualquier caso. Por un lado, ha sido indisociable de la tensión y el enfrentamiento que se vive entre Washington y Pekín. Si cabe más fundamental aún es que tras él latía un debate sobre el giro progresista que ha dado el FMI desde que en octubre de 2019 se puso al frente Georgieva, un giro que topa con la resistencia de poderes políticos y económicos conservadores. Porque la búlgara, primera líder del FMI que proviene de una economía emergente, ha prestado más atención que sus predecesores a la creciente desigualdad y ha hecho del cambio climático una prioridad, pidiendo fin de los subsidios a combustibles fósiles, un impuesto sobre las emisiones e inversiones en tecnologías verdes.

Georgieva también ha alejado al organismo de la apuesta por la austeridad, las privatizaciones de servicios públicos o la desregulación que durante décadas han sido su conflictivo modus operandi. Ha mostrado, por ejemplo, su oposición a la línea dura de los acreedores de Argentina en Wall Street. E impulsó también el fondo especial de 650.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (SDRs por sus siglas en inglés) para ayudar en la pandemia a países de ingresos bajos y medios en temas de sanidad, vacunas y pago deuda, un paso al que se opuso el entonces presidente estadounidense Donald Trump y al que mantienen críticas los republicanos.

Aunque voces como la de 'The Economist' habían pedido su dimisión otras se habían alzado para defender a la directora gerente, que había negado haber realizado las presiones de las que se le acusaba, como había niega haberlas recibido Shanta Devarajan, que supervisaba la realización de los ‘Doing Business’. La más influyente es la de Joseph Stiglitz, el nobel que fue también economista jefe del Banco Mundial, que en un artículo en 'Project Syndicate' llegó a hablar de “intento de golpe” en el FMI para intentar “reemplazar o debilitar” a Georgieva, a la que califica como una líder “audaz”.

“Fuerzas anti-China”

También Jeffrey Sachs, director del Centro para desarrollo sostenible de la Universidad de Columbia, había escrito en ‘Financial Times’ que Georgieva está recibiendo el “tratamiento mcCartista” de “fuerzas anti-China” en el Congreso estadounidense.

Esos movimientos contra Pekín son fuertes en EEUU, el principal contribuyente financiero del FMI y el único país con derecho a veto en el organismo. David Malpass, que fue máximo responsable internacional en el Departamento del Tesoro durante la Administración de Donald Trump, preside desde abril de 2019 el Banco Mundial y una información reciente de 'Bloomberg' aseguraba que él barajó realizar cambios en la metodología de elaboración de los informes ‘Doing Business’ que habrían perjudicado a China. Si Georgieva hubiera sido despojada de su cargo le habría relevado el número dos del FMI, Geoffrey Okamoto, otro cargo republicano que fue instalado por Trump.