Infraestructura polémica

El alcalde de El Prat acepta sentarse a negociar la ampliación del aeropuerto

El Govern sigue defendiendo que tendrá capacidad de veto o de proponer una salida negociada que permita mejorar la operativa de la infraestructura por parte de Aena

Un avión despega sobrevolando la zona de la Ricarda

Un avión despega sobrevolando la zona de la Ricarda / JORDI COTRINA

Eduardo López Alonso

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El Ayuntamiento de El Prat de Llobregat no bloqueará la comisión de seguimiento que tiene que definir las líneas finales de la ampliación prevista del Aeropuerto de Barcelona. Era uno de los pasos imprescindibles en el objetivo del Govern de abordar un espinoso proceso que se logre el crecimiento de una infraestructura estratégica sin traicionar el ideario ecologista de la izquierda sociológica. El alcalde de El Prat, Lluís Mijoler, reclamó este domingo durante una entrevista con Catalunya Radio que el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, que convoque una mesa institucional sobre el futuro del Aeropuerto de Barcelona. En cualquier caso la propuesta quiere enmarcarla en el objetivo del consistorio de "formalizar y hacer firme" la posición de no permitir que se afecte al espacio natural protegido de La Ricarda.

El documento de presentación del proyecto de Aena, el denominado DORA, prevé la ampliación de la tercera pista, lo que en principio podría afectar al espacio natural protegido de La Ricarda. Mijoler, que asistió a la presentación del proyecto ante el comité de coordinación aeroportuaria, ha criticado la recepción sumisa por parte del Govern del DORA, por lo que exigió un posicionamiento claro por parte del Ejecutivo catalán.

El Govern se escudó en esa posición formal de recibir el DORA sin pestañeos en el convencimiento de que existen vías para enmendar el proyecto y reducir en gran parte el impacto en el espacio natural de La Ricarda. Quizá sea por el replanteamiento de la operativa o mejora de la gestión del aeropuerto como por la vía de dividir la afectación de la pista entre El Remolar y La Ricarda, por ejemplo. Pero todas las posibilidades están abiertas a la negociación. El hecho de que los municipios afectados estén dispuestos a negociar mantiene las esperanzas de alcanzar una solución de consenso. Y se espera que esa negociación se prolongue unos cuatro años.

La afectación al espacio natural colindante con el aeropuerto es muy posible, pero existen vías para minimizar el impacto y establecer compensaciones para enmendar las reformas urbanísticas. La zona natural afectada no es un espacio virgen, es un espacio natural recuperado integrado en la actividad humana, por lo que cualquier modificación del hábitat futura puede desembocar en un entorno más atractivo que el actual.

En una entrevista al programa El Suplement de Catalunya Ràdio, Mijoler considera que la solución al conflicto es "fácil" para el Govern: "Si realmente no quiere que se destruya La Ricarda, solo ha de decir que no, de la misma manera que han hecho el Ayuntamiento de Barcelona y también hemos hecho desde el Ayuntamiento de El Prat".

Las principales suspicacias levantadas en todo este proceso derivan de la urgencia esgrimida por parte de Aena. Para los opositores del proyecto no se entiende que no se haya planteado la comisión institucional de supervisión antes de la presentación del proyecto. Existen dudas de que efectivamente sea posible introducir elementos que impidan la afectación de la zona natural. Sin embargo, en el Govern se quiere transmitir un mensaje cohesionado de que en el marco de la negociación será posible llevar adelante la ampliación con una afectación asumible y compensaciones adecuadas. Aena siempre ha estado de acuerdo a ofrecer compensaciones y darles prioridad en el proyecto. Aena ha apelado al proceso de urgencia para evitar que los contrarios a la ampliación lleguen a bloquear completamente el proyecto, algo que no desean tampoco en el Govern en el objetivo de que el Aeropuerto de Barcelona juegue en el próximo decenio en la liga de los grandes aeropuertos europeos.

El efecto político de la polémica del Aeropuerto de Barcelona no es despreciable. El movimiento contra la ampliación, próximo a los favorables a las teorías económicas del decrecimiento, suman más de 50.000 apoyos. 900 entidades están en contra de la afectación de la zona no urbanizada limítrofe (elprat.cat/niunpammes). Pero sin una ampliación, será difícil diseñar una infraestructura capaz de adaptarse a las necesidades previstas del tráfico aéreo.

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