La tercera vía californiana
Uber impulsa un nuevo modelo laboral desde California
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles Planas Bou
Como un terremoto, la irrupción de la economía digital ha supuesto una serie de movimientos tecntónicos que han transformado la forma como se entiende el trabajo. California y Silicon Valley, la meca de la industria tecnológica, han sido su epicentro. Desde ahí esas plataformas han logrado imponer un modelo laboral en el que sus empleados no son considerados como tales, sino como autónomos contratados. Compañías como Uber o Lyft, a través de cuyas ‘apps’ los usuarios acceden a operar como taxis o repartidores de comida, han basado su exitoso modelo de negocio en esa clasificación laboral, que niega el acceso de los trabajadores a derechos básicos como el salario mínimo.
En mayo de 2019, el mismo estado que dio a luz esa economía digital actuó para alterarla. A pesar de la oposición de esas empresas, el parlamento de California aprobó entonces de forma holgada una ley laboral histórica que regulaba sus negocios y daba derechos y beneficios a sus trabajadores. Por primera vez, estos tenían acceso a mejores salarios, seguros sanitarios y por desempleo, licencia de paternidad, descansos pagados y la opción de organizarse en sindicatos, especialmente debilitados en Estados Unidos. La ley daba forma a una sentencia del Tribunal Supremo californiano.
Sin embargo, la alegría para los trabajadores duró poco. Uber y Lyft incumplieron la medida para volver a llevar el caso a los tribunales, pero a finales de octubre estos certificaron la obligatoriedad de considerar a sus conductores como empleados. Ambas amenazaron con cerrar o con un aumento de los precios del servicio si tenían que proporcionar derechos a sus trabajadores, pero les quedaba un último as en la manga.
Votación popular contra la justicia
Además de votar a su próximo presidente, el pasado 4 de noviembre los californianos también tenían sobre la mesa regresar al modelo sin derechos que ha dado alas a las tecnológicas en todo el mundo. Y un 58,6% votaron a favor, lo que permitirá revertir las decisiones judiciales y que los trabajadores sigan siendo clasificados como empleados independientes, una clara victoria para los intereses de Uber, Lyft y otras.
Revertir la ley que beneficiaba a los empleados era clave para mantener su modelo, así que invirtieron hasta 184 millones de dólares en promover el voto de la llamada Proposición 22. Esa batalla política llevó a Uber a publicar propaganda en la versión de su ‘app’ que ven los conductores, algo que ha sido denunciado. Tras conocerse su aprobación, las acciones de Uber y Lyft se dispararon entre un 15 y un 18%.
Modelo de la tercera vía
Con la aprobación de esa propuesta, California creará una tercera categoría con menos derechos que los trabajadores. Entre otras cosas, se garantiza un pago mínimo pero solo durante la conducción. La medida señala que el salario sería de unos 16,8 dólares la hora, más del mínimo californiano, establecido en 12 dólares, pero los críticos señalan que al no pagar las esperas eso puede no ser así. Esa tercera vía también ofrecería ayudas sanitarias parciales para algunos conductores, dependiendo de las horas trabajadas.
El éxito de Uber y Lyft puede no terminar en California. Así, ambas compañías ya han apelado a otros estados e incluso al presidente Donald Trump para que adopten esa tercera categoría y se apruebe una ley similar a escala federal para todo Estados Unidos. Esa tercera categoría fue ideada por Seth Harris, exsecretario de trabajo de Barack Obama y futuro miembro del Departamento de Trabajo bajo las órdenes de Joe Biden. Sin embargo, Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, pidieron el voto en contra de la propuesta. Si habrá un cambio de posición en la Casa Blanca aún está por ver.
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