La tecnología es clave para el cumplimiento de los ODS

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ODS / economia

Johanna Gallo (APlanet)

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Hace cinco años, el 25 de septiembre de 2015, la Asamblea General de la ONU aprobó un ambicioso documento que recogía los principales retos a los que se enfrenta la sociedad global para tratar de construir un mundo mejor, sin desigualdades, con oportunidades de desarrollo económico y social, que garantice el acceso a los recursos básicos, capaz de frenar el cambio climático y proteger y preservar el medio ambiente. 

Esos desafíos se materializaron en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en los que todos los agentes de la sociedad civil (gobiernos, empresas, organizaciones y la ciudadanía en general) debían colaborar, y se marcó el año 2030 como fecha clave para hacerlos realidad. Teníamos, por tanto, un plazo de 15 años para adoptar las medidas necesarias para, entre todos, mejorar las condiciones de vida de la población mundial y garantizar el futuro del planeta.

Hoy, cuando se cumplen cinco años de la aprobación de los ODS, merece la pena hacer un balance de lo que hemos logrado hasta ahora. Según el informe elaborado por Naciones Unidas, los avances que se iban consiguiendo se han visto frenados por los efectos del COVID-19, que han supuesto un importante retroceso, particularmente en las esferas más sociales, poniendo en peligro el progreso hacia la Agenda 2030.

No obstante, sí podemos afirmar que hoy existe mayor conciencia generalizada de la necesidad de adoptar hábitos más sostenibles. Los medios de comunicación están jugando un papel esencial en esa concienciación social, aunque las iniciativas efectivas en este sentido, tanto públicas como a nivel particular, todavía resultan insuficientes. 

Las empresas también van poco a poco asumiendo su responsabilidad como parte activa en este tablero de juego de la sostenibilidad

Las empresas también van poco a poco asumiendo su responsabilidad como parte activa en este tablero de juego de la sostenibilidad, y compañías grandes, pymes y de todos los sectores se van sumando a la partida con mayor o menor grado de implicación; aunque, de nuevo, todo lo que se hace es poco para el escaso tiempo que nos queda hasta 2030. Es muy importante pisar el acelerador.

Porque no basta con estrategias ‘greenwashing’ que solo sirven para ponerse una “etiqueta verde” para que sus clientes vean que se suman a la tendencia popular de cuidar el planeta (el consumidor exige cada vez más un compromiso a las marcas en este sentido, y penaliza a las que no lo tienen). Es necesaria una voluntad auténtica de contribuir a mejorar el planeta, cada organización en los ODS en los que mayor impacto positivo pueda aportar a la sociedad, el medio ambiente y sus propias prácticas de buen gobierno.

El problema es que mantener una apuesta firme por la sostenibilidad requiere de una dotación de recursos internos para gestionar la adopción de medidas, coordinar la puesta en marcha de iniciativas de impacto, el seguimiento de resultados, la recopilación y medición de datos y la elaboración de informes que permitan a la compañía cuantificar sus esfuerzos.

Esto se traduce en una notable carga administrativa y gran cantidad de horas que la persona responsable debe perder en tareas rutinarias y repetitivas en lugar de poder dedicarse a otras actividades más productivas del negocio, por lo que puede verse también como una complicación innecesaria y un gasto no rentable para la empresa, en vez de como una inversión necesaria en el futuro del planeta.

La tecnología puede ayudar a las organizaciones no solo a ser más sostenibles en sus procesos, sino también a gestionar de una forma más eficaz su propia estrategia interna de sostenibilidad. 

Sin embargo, la tecnología puede ayudar a las organizaciones no solo a ser más sostenibles en sus procesos de producción, distribución, comercialización, etc., sino también a gestionar de una forma más eficaz su propia estrategia interna de sostenibilidad. 

Ya existen en el mercado herramientas tecnológicas capaces de automatizar esas tareas repetitivas, facilitando la recopilación y consolidación de toda la información de los distintos departamentos de la empresa (datos como su huella de carbono, el porcentaje de energías renovables o materiales reciclados que utiliza, sus medidas de conciliación e igualdad de género, etc.) y la consecución de métricas de impacto. De ese modo, es más sencillo para ellas cumplir la ley de información no financiera y diversidad, que les obliga a rendir cuentas de las acciones que llevan a cabo para apoyar el desarrollo sostenible, mantener un buen gobierno y una gestión responsable.

El auge de las innovaciones tecnológicas que permiten la recogida y análisis de datos y la presentación y comunicación de informes en tiempo real convertirá la responsabilidad social en un área más estratégica para las organizaciones. Simplificar su gestión será, sin duda, un factor clave para avivar su compromiso con el desarrollo sostenible y llegar a tiempo de cumplir la Agenda 2030.