LA VUELTA AL TAJO

Francisco Berenjeno: "La primera hora estaba asustado, pero no queda otra"

Oficial de albañilería en Málaga, reconoce que los materiales de protección y las distancias de seguridad le han dado cierta tranquilidad frente al coronavirus

Un trabajador en la obra

Un trabajador en la obra / periodico

Julia Camacho

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“Yo sabía que ese parón no podía aguantarse mucho tiempo, así que lo esperaba”. Con el miedo aún en el cuerpo, “porque al principio no sabíamos lo que era esto del coronavirus, ahora sí”, Francisco Berenjeno volvió este lunes a su puesto como oficial de albañilería en una obra de Marbella (Málaga). Las primeras horas del lunes tras la vuelta a la normalidad en el sector de la construcción, asegura, han sido las peores, “porque no sabía lo que me iba a encontrar, y estaba asustado”. Pero poco a poco ha visto que no son todos los compañeros los que tienen que regresar al tajo, que hay medidas de protección y que se respetan mucho las distancias de seguridad, con lo que se ha ido relajando en cierta manera. “En cualquier caso, no me quedaba otra, hay que comer”.

El escenario que ha encontrado al llegar al moderno bloque de pisos casi terminado en el que trabaja dista bastante del que dejó hace casi 15 días, cuando se decretó la paralización de las actividades no esenciales. “Antes éramos unas 50 personas, ahora hay poca gente, unos 10 compañeros”. Cada uno, explica, está realizando una tarea distinta, “estamos bastante alejados, y eso da cierta tranquilidad, mañana vendré más tranquilo”. Por si acaso, la empresa les ha proporcionado mascarillas y guantes –“me los he quitado un momento”, se apresura a explicar--, que, eso sí, complican un poco la respiración. Y hay nuevos puntos de agua para lavarse las manos o limpiar útiles con lejía.

“Reconozco que tenía un poco de miedo, porque antes no sabíamos bien qué era eso del coronavirus, hasta las teles decían que era un simple resfriado, pero ahora hemos visto que es algo más, y que ha hecho una escabechina”, confiesa Francisco. Pero no se planteó que se pudiera no ir a trabajar. “Si no, de qué comemos, hay que ir a trabajar”, sentencia.

Extremar precauciones de vuelta a casa

Con 40 años, se ha dedicado estas dos semanas de permiso retribuido a quedarse en casa cuidando de su hija pequeña, de 6 años, ya que su mujer es limpiadora “y ella si que no ha podido dejar de trabajar”. Y no oculta que la pequeña era precisamente la única que se alegraba de esta vuelta a la normalidad de su progenitor. “No le gusta estar conmigo, dice que se aburre”, aclara entre risas, “y ahora está con otra mujer que la cuida y tiene otra niña, está con su amiga”.

Es la niña la que hace que este albañil sea consciente de que tiene que extremar las medidas de seguridad a la vuelta a casa. “Ya he visto lo que hace mi mujer cuando llega, y yo lo haré también”. Se refiere a la minuciosa rutina que alarga unos minutos más el ansiado descanso tras la jornada laboral: quitarse los zapatos a la entrada, guardar la ropa en una bolsa para que vaya directa a la lavadora, una ducha a conciencia… y solo entonces, tras estos pasos, el abrazo y el beso de rigor a los suyos.

En su obra quedan apenas unos meses de trabajo, pero Francisco se muestra esperanzado de que el ritmo no baje en el futuro. “Si la cosa mejora rápido, es posible que el sector pueda ir de nuevo hacia arriba”, confía.