Profesionalizar el alquiler turístico en el Pirineo

La apertura de las pistas de esquí en el Pirineo abre también los porticones en centenares de apartamentos o casas que, desde finales de verano, habían permanecido cerrados.

Fuera del bullicio de julio y agosto, o de puentes festivos, Semana Santa o Navidad, en los valles pirenaicos se pueden encontrar amplias zonas de apartamentos cerrados a cal y canto durante más de 200 días al año. Carla Roset, una joven de 25 años con raíces en el Pallars Jussà, paseaba un día por Sort, la capital del Sobirà, cuando la imagen de un gran edificio de viviendas completamente vacío la llevó a imaginar un proyecto profesional, la empresa que acabó fundando y que ahora dirige. Gestiona el alquiler de viviendas por días, mayoritariamente para familias que quieren pasar un fin de semana o un periodo más largo de vacaciones alquilando con toda confianza y seguridad un apartamento o casa.

Es algo que hoy en día gracias a las plataformas 'on line' que contactan directamente con propietarios se puede hacer sin intermediarios. Pero, fijándose en aquellos pisos cerrados en Sort, Carla Roset imaginó el trabajo que supondría a sus dueños gestionar la llegada de alguien que quisiera alquilar su apartamento, segunda o tercera residencia, desde la distancia, por ejemplo, desde Barcelona. Y pensando en ello: la recepción, entrega de llaves, explicación de cómo funciona todo, atención personal ante cualquier problema o consulta, y también la limpieza del inmueble para dejarlo listo para una nueva recepción, Carla Roset determinó justamente el servicio que ahora ella ofrece a sus clientes, pionero en los Pallars y el Vall d’Aran, desde su empresa: CRHabitatges.

Más vida en el territorio

El proyecto conectaba, además, con las ganas de establecer su vida en el Pallars, donde tiene sus raíces familiares, y también su deseo de promover una actividad económica más allá de los veranos, puentes y semanas vacacionales. "Ayudar a crear oportunidades en un territorio que ofrece tantas posibilidades, más allá de trabajar como camarero, en el

"La idea sería poder abrir una delegación en la Cerdanya y otra en Andorra"

matadero, en el campo o en las centrales eléctricas es una motivación para mí. Es una pena que los jóvenes se vayan a estudiar fuera y no regresen a estas comarcas", explica Roset. "Cuando me entregan las llaves y me dicen: es increíble lo que tenéis aquí, la naturaleza, el románico, las actividades que se pueden hacer, siento que aquí hay trabajo para todos, es cuestión de empezar a valorar lo que tenemos".

Un ordenador, mesa y silla, una lavadora de segunda mano y 200 euros como inversión inicial fueron sus herramientas para iniciarse en una compañía que en su primer año facturó en torno a los 30.000 euros. Con la ayuda de 3 o 4 colaboradores, Roset se encarga de todo, y ya piensa en expandir sus servicios a la Cerdanya y Andorra. "La idea sería abrir una delegación en cada lugar, porque es un servicio de 24 horas, atención personalizada, y tienes que estar allí", precisa.