Sector pesquero

Precariedad a bordo

Los pescadores consiguen este agosto que por primera vez Inspección de Trabajo les reconozca el derecho a percibir el salario mínimo interprofesional

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Gabriel Ubieto

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El Jaco da media vuelta y encara la salida del puerto pesquero de Barcelona, dejando tras de sí las fosas nasales impregnadas de olor a mar y unos pocos boquerones que se han caído de cubierta al descargar. Una oportunidad que las gaviotas, acechantes espectadoras del desembarco de mercancía, no dejan escapar. El balance de la salida de este barco es de cinco cajas de boquerones y una de dorada, tantas cajas como tripulantes van a bordo de la nave. "Mal día", remuga un pescador jubilado, que con un poco de hilo y un cacho de madera pasa la mañana. Ya lleva tres peces y pasan pocos minutos de las nueve cuando se anuncia de un sonoro bocinazo al otro lado del puerto un macro crucero cargado de turistas.

Tras El Jaco descarga el Nuevo Jaime y Dani, este con mejor suerte, que deja un palet entero de cajas de pescado que a continuación se subastarán entre los mayoristas en la lonja de la cofradía de pescadores de la Barceloneta. "Si en una semana te sacas 200 o 300 euros es que ha sido una buena semana. Hay otras que no sacas nada. Yo por eso el balance siempre lo hacía al final de año, para saber si me había ido bien o no", cuenta José, de 39 años. Ahora está de encargado en la subasta y luego estará ocupado en tareas de mantenimiento en la cofradía. No obstante, hasta los 31 años salía a pescar las cinco noches que dictan los cánones (de la noche del domingo a la mañana del viernes) en el barco de su padre. "Este oficio lo tienes que llevar en la sangre. Yo empecé con 14, de piratilla", cuenta, justificando su precocidad. 

La remuneración de los pescadores de pesca artesanal o "de bajura", según la jerga, se basa en un sistema de "partes". Es decir, del total de la captura se descuenta un porcentaje para la cofradía, que puede oscilar entre el tres o el cinco por ciento, dependiendo de cada puerto, y los gastos del barco. El monto restante se reparte al 50-50 entre el propietario del barco o armador y la tripulación. Y algunos tripulantes de ese 50% se llevan un extra dependiendo de la posición que ocupen en el barco, como por ejemplo el motorista, que exige de una formación específica. El problema de este sistema es que si no se saca nada, los pescadores no cobran nada y no tienen siquiera un salario mínimo. Hasta ahora.

Hasta ahora sin salario mínimo

"La pesca es una profesión que pasa de padres a hijos, muy dura y muy vinculada a los usos y costumbres. Antes, que se pescaba mucho más, el sistema de partes permitía ganar mucho dinero", cuenta el enlace del sector del mar de CCOO de Catalunya Isidoro Javier Barcala. Hasta principios del mes de agosto los pescadores eran un colectivo sobre el que no imperaba el salario mínimo interprofesional (SMI) y, tras una apelación a Inspección de Trabajo de este sindicato para que reconociera el derecho de los trabajadores a percibirlo, esa protección se encuentra en vías de articularse dentro del actual sistema de pagos. Uno de los riesgos es que esa base mínima echará atrás en la contratación a los armadores pequeños y que los grandes lo tomarán como salario de referencia, se teme el enlace de CCOO.

Hoy en la cofradía de pescadores de Barcelona están registrados 208 pescadores y 10 rederos, según explica el patrón mayor, José Juárez. Casi 100 menos que hace diez años. "No está habiendo un relevo generacional. Se gana poco y los chavales de hoy en día son más flojos", reflexiona Juárez. 

Pese a que en la pesca de altura y gran altura sí imperan los salarios, combinados con los pluses por captura, la patronal Cepesca también ve en la escasez de tripulantes "el problema más grave" con el que tiene que lidiar el sector, según cuenta su secretario general, Javier Garat. Esta organización está en vías de extender un programa piloto de formación profesional (FP) dual que, según cuenta Garat, ha dado muy buenos resultados en los puertos de Vigo y Burela. La idea es conectar y agilizar la formación de los más jóvenes para incentivar que "el talento español" tome ese relevo generacional. Paralelamente, Cepesca también ha activado un 'plan B', que consiste en pedir al Gobierno una mayor agilidad burocrática para poder contratar personal del extranjero; con mucha presencia ya en el sector.

Bajo mínimos

El empleo en la pesca marítima se ha reducido a más de la mitad en las últimas dos décadas. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el 2002 se dedicaban a la pesca marítima un total de 60.580 pescadores. Tres lustros más tarde, en el 2017 (últimos datos disponibles desglosados), la cifra era de 29.203 personas. Un sector eminentemente masculino (tres de cuatro empleos los ocupan hombres) y, pese al descenso, continúa siendo uno de los más importantes de la Unión Europea (UE), ya concentra uno de cada cinco empleos pesqueros en el conjunto de las 28 economías.

Una evolución del empleo que va ligado a la evolución del sector en sí, aunque también, según señala Greenpeace en su informe "Empleo a bordo", a las políticas públicas. "La política de subvenciones de los sucesivos Gobiernos en España ha favorecido la creación de una gran flota industrial, de altura, que ha dejado de lado la pesquería de bajura y tradicional", señalan. Según los datos que recoge su informe, la pesca artesanal, con métodos estadísticamente menos invasivos con el medio ambiente y más estable, en proporción, con el empleo, ha bajado desde el 1995 el 34%; mientras que la industrial ha crecido en ese mismo periodo el 70%. 

Un diagnóstico con el que coincide el patrón mayor de la cofradía de Barcelona. "En los barcos pequeños la pesca es un juego de equipo, hay más libertad y menos jerarquía. Se siente más el oficio", comenta Juárez,  rememorando sus más de 40 años a bordo. Algo que en una profesión tan sacrificada como esta, no es poco.