HISTORIAS MÍNIMAS

Trazabilidad respetuosa

Ecolectia comercializa productos ecosostenibles cuya producción respeta los derechos laborables de quienes los fabrican. Aglutina más de 60 referencias de artículos de comercio justo con imagen renovada

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Carme Escales

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Externalizar la mano de obra a Asia o África supuso para muchas firmas europeas un gran propulsor financiero. Muchas, incluso, lo hicieron convencidas del valor añadido que ofrecían a su empresa ocupando a gente en países muy pobres. «Así, una camiseta que fabricada en Europa podría costar entre 20 y 40 euros, pasó a costar entre 5 y 10, con el coste de transporte incluido. Una fórmula con la que quienes producen las prendas apenas perciben nada», considera Toño Otero. Politólogo, máster en dirección de mercadotecnia, posgrado en Smart Cities, y economista, se zambulló en el concepto de comercio justo. Estudió desde sus inicios hasta la actualidad los caminos del mercado que elige, proveedores, distribuidores, empaquetado, transporte y venta al consumidor final.

    Desde su preparación en marqueting y comunicación, Otero sintió que todo el sector del comercio justo necesitaba ganar mucha más coherencia y una clara renovación de imagen. «La que tenía era étnica y exótica, y con ello se marcaba un gran distanciamiento entre el púlico urbano y una imagen de comercio justo vinculada como a la caridad», precisa Toño Otero.

"El 0,7% de la venta de productos se destina a cuatro oenegés. Una de ellas, CEAR, seleccionó a los dos empleados»

En su idea de renovación se concretó Ecolectia, que une tecnología y cambio social. «Pensé en aprovechar la madurez gastronómica de la sociedad y la mayor conciencia de la gente respecto al origen y sistema de producción de aquello que consume», dice. Y quiso que Ecolectia fuera también plataforma de productos ecosostenibles cuya producción respetase los derechos laborales de toda persona que intervenga en la cadena del mercado, de origen a consumidor final, incluidos los propios trabajadores de la tienda que ha puesto en marcha en Gràcia. Shukhrat Abdyganiev y Carolina Torres son dos solicitantes de asilo en Barcelona, seleccionados por CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado). «Parto de la base que el trabajo se paga. Y aquí, además, doy formación al trabajador, que se convierte en experto en los productos que tenemos, sobre todo café, té y cacao. Se trata de darle cuanta más coherencia al proyecto, mejor». Por ello, Ecolectia también ofrece la posibilidad de colaborar libremente, a través de la fórmula del fundrasing, con oenegés que desarrollan programas de fortalecimiento de los derechos humanos en países donde estos no se priman.

0,7% de la venta, donación

De hecho, Ecolectia ya destina a cuatro oenegés (Amnistía Internaciona; Arquitectura sin fronteras; Moviment per la Pau y CEAR) el 0,7% de las ventas de sus productos. Actualmente factura unos 5.000 euros al mes.

    Aunque la idea de este negocio nació pensando básicamente en el mundo online –de su web llega actualmente el 5% de su facturación-, la disponibilidad de un local en la esquina de Bruniquer con Montmany, en el barrio de Gràcia, donde vive su creador, avanzó el proyecto en formato tienda. Abrió el pasado agosto. «En Gràcia residen muchos expatriados que ya creen mucho en la soberanía alimentaria. Saben que tenemos más poder de decisión como consumidores que como electores», afirma el politólogo especialista en MK.

        Con 60.000 euros de inversión inicial, Otero montó la tienda, con producto y teteas, y junto a ella el obrador en el que envasa tés, infusiones, cacaos y cafés. Todo lleva el sello de comercio justo (FLO: Fairtrade Labelling Organizations).

Equipo Ecolectia

<span style="font-size: 1.6rem;">El fundador y director de la firma y los dos empleados.</span>