DÍA INTERNACIONAL DE LA FELICIDAD

¿Qué hay de cierto en que el dinero no lo es todo?

El dinero da la felicidad, pero no lo es todo. Algunos estudios afirman que existe un umbral entre dinero y felicidad a partir del cual tener más riqueza no implica necesariamente ser más felices, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿el dinero (no) lo es todo?

El dinero da la felicidad, pero no lo es todo. Algunos estudios afirman que existe un umbral entre dinero y felicidad a partir del cual tener más riqueza no implica necesariamente ser más feliz, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿el dinero (no) lo es todo?

el dinero da la felicidad, pero no lo es todo

el dinero da la felicidad, pero no lo es todo / economia

Nora Benito

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¿Eres feliz con tu vida? Si la respuesta es sí, deja de leer. Si la respuesta es que no, ¿crees que serías más feliz si tuvieras más dinero?

El premio Nobel de Economía 2015, Angus Deaton, te contesta: fijó un salario adecuado a partir del cual se logra la felicidad. Según un estudio elaborado con el economista Daniel Kahneman, la felicidad toca techo cuando hablamos de salarios por encima de 75.000 dólares al año.

Entonces, ¿dinero y felicidad pueden ir en la misma frase? ¿Es verdad que el dinero da la felicidad? ¿Son los ricos más felices o todo lo contrario? ¿Qué hay de cierto en que el dinero (no) lo es todo? Según el citado estudio, que analizaba el nivel de felicidad en relación a los ingresos en distintas partes del mundo y señalaba que existe un umbral de felicidad y dinero, hay un punto óptimo -que es distinto según la región- en el que se consigue la felicidad, pero a partir de dicho límite y por debajo, esta sensación disminuye. Es decir, existe un tope tras el cual el dinero ya no nos aporta más felicidad.

El dinero no da la felicidad, pero una mala relación con el dinero es un seguro de infelicidad”, asegura Cristina Benito, economista y autora del libro Money mindfulness. “Hay muchos estudios acerca de qué nos da la felicidad y todos coinciden en que son las pequeñas cosas, como la calidad de nuestras relaciones, buenas conversaciones con amigos, el tiempo que pasamos en la naturaleza, la satisfacción que nos produce ser generosos. En definitiva, pequeñas cosas que para disfrutarlas en plenitud requieren de tiempo y serenidad mental”, apunta.

Y es que Cristina Benito propone un método basado en el mindfulness aplicado al dineromindfulness y la economía doméstica con el que se puede mejorar nuestra relación con este: al igual que el meditador presta atención al aire que entra y sale de sus pulmones, nosotros hacemos lo mismo con cada salida y entrada monetaria, es decir, prestar más atención a través de multitud de herramientas que podemos incorporar a nuestro día a día para que el dinero no sea un problema.

Para ella, estos objetivos solo los vamos a conseguir con unas finanzas saneadas, de ahí la importancia de tenerlas, pero no porque estas nos vayan a conducir directamente a la felicidad. No en vano, “esto no quiere decir que no necesitemos el dinero y que tengamos que cubrir nuestras necesidades básicas”, confirma.

Por su parte, Raúl Gómez, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y socio fundador de InvestMood, tiene una visión distinta: “No me atrevería a decir que el dinero lo es todo, pero me parece demasiado romántico afirmar que no da la felicidad”.

“Si tienes dinero, tu relación con él es un vínculo que se retroalimenta, por lo tanto queda muy romántico el dicho que el dinero no da la felicidad, puede ser verdad porque hay mucha gente con dinero que no es feliz, pero decir que el dinero no te ayuda a ser más feliz me parece un poco frívolo. Los seres humanos somos emocionales y existe ese vínculo emocional”, recalca Gómez.

A partir de una cierta cantidad de dinero nuestro sentimiento de aversión a la pérdida desaparece. Según este experto en neuroeconomía, esta sensación en determinados umbrales -que para cada persona será distinto- se diluye y ese equilibrio entre utilidad del dinero y aversión a la pérdida se empieza a descompensar.  

LA ECONOMÍA COLABORATIVA, OTRA FORMA DE CONSUMIR

Los hábitos de consumo están cambiando y están surgiendo nuevas economías. La economía colaborativa está copando las grandes ciudades, modelos basados más en satisfacer una necesidad que en la mera posesión. Transportarnos en vez de tener coche o alquilar un parking en vez de comprar una plaza.

“Satisfacemos la necesidad, necesitamos trasladarnos y buscamos la forma de hacerlo, por ejemplo, con un coche compartido. Le hemos otorgado mucho poder a los coches porque pensamos que es más que un medio de transporte cuando realmente no lo es”, afirma Cristina Benito.

Para esta economista, todo lo que sea "simplificar nuestra vida, centrarnos en lo esencial y deshacernos de los superfluo” nos va a poner en el camino hacia esa felicidad porque nos va a dar mucho tiempo para creatividad y para disfrutar más. “El problema es cuando nos generamos la necesidad de tener el coche y no la de transportarnos de un sitio a otro y lo confundimos”, reconoce la experta.

Por lo general, tenemos una visión materialista de la felicidad y la posesión nos genera un círculo vicioso. “Cuando compramos o incluimos nuevas cosas en nuestra vida nos produce una satisfacción muy momentánea, pero en poco tiempo nuestro cerebro vuelve a buscar la novedad y ponemos otra vez la mirada en cosas que no tenemos. Nos acostumbramos a los lujos con facilidad y estos lujos se acaban convirtiendo en necesidades, de ahí lo de prestar atención”, confirma.

Lo que nos lleva a pensar que, quizás, la felicidad reside más en el disfrute que en la posesión.