Crecimiento de los servicios

Las grandes firmas hoteleras ponen sus ojos en la Costa del Sol

La inestabilidad del Sur del Mediterráneo consolida la fortaleza de un destino tradicional

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Julia Camacho

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La inestabilidad política al sur del Mediterráneo es uno de los factores que han convertido a la Costa del Sol en una zona en auge, alargando una temporada alta que comienza en Semana Santa y no termina hasta finales de octubre. Esta nueva edad de oro del turismo de la costa de Málaga que hace que grandes cadenas que en su día se fueron quieran volver, y las que nunca han estado quieran instalarse. Club Med, W-Marriot, Ikos Resorts o la cadena de lujo de Robert de Niro son solo algunas de las firmas que ya han puesto allí sus ojos y abrirán sus puertas en los próximos meses, mientras que otras cadenas buscan cómo desembarcar para participar en el banquete.

La capacidad de España de atraer a turistas que huyen de destinos más inseguros quedó patente en 2017, cuando con 82 millones adelantó a Estados Unidos en número de visitantes82 millones colocándose solo por detrás de Francia. La costa malagueña vivió su boom con una cifra récord de 12,5 millones de visitas. “La Costa del Sol ofrece como principal atractivo los números”, resalta Luis Callejón, presidente de la patronal hotelera Ahecos, quien suma al cóctel una oferta complementaria más allá del turismo de sol y playa, un aeropuerto con conexiones directas con toda Europa y Medio Oriente y un clima que permite abrir todo el año. Ya se ha visto este enero, cuando han llegado a Marbella 28.000 visitantes, un 18,5% más que en el mismo mes de 2017. Y aunque no es un detalle menor, ni en la Costa del Sol ni en el resto de Andalucía se han registrado los movimientos antituristas que sí se han dejado sentir en otras regiones costeras.

Los datos que maneja el sector hablan también de que el turismo de lujo, la baza de Marbella, es uno de los que menos se ha resentido por la crisis económica. La estancia media de estos turistas está en 15 días, con un gasto medio diario a partir de los 600 euros. De ahí que las cadenas hoteleras quieran ampliar sus horizontes y desplegarse por aquellos países donde aún no están presentes o ampliar mercado allí donde les va bien.

El primero en plantar su bandera será Club Med, la firma francesa que a comienzos de los 2000 cerró las instalaciones que aún tenía en Cadaqués y El Puerto (Cádiz) debido a las pérdidas económicas y que volverá a abrir en verano de 2019 en Marbella con un espacio de la línea ‘premium familiar’. “Los touroperadores nos preguntaban cuándo regresaríamos a España”, explica Julien Lenôtre, responsable de Marketing para Europa y África. Era el momento oportuno, ante la inestabilidad de destinos como Egipto o Túnez por la alerta terrorista. El problema radicaba en la falta de terreno ante la “densidad urbanística” del país, ya que necesitaban una parcela mayor a 12 hectáreas para poder ofrecer en el mismo recinto las actividades eje de su oferta.

Esa falta de suelo se está revelando como la principal traba de la expansión de las cadenas de resorts en España. Club Med ha aprovechado la oportunidad de gestionar unas instalaciones hoteleras en desuso desde hace 15 años, el antiguo hotel Don Miguel, que ya llevaron entre 1975 y 2000 y que ahora reformarán por completo junto a Magna Hotels and Resort, dueña del terreno, con una inversión de 72 millones de euros. De igual forma, la griega Ikos Resorts, especializada en el mismo concepto de todo incluido de lujo, entra en España con la adquisición del hotel Costa del Sol Princess, en Estepona, en el que invertirán 150 millones para abrir en 2020 su línea ‘Infinite Lifestyle’.

Más suerte ha tenido la enseña W Resort, promovida por el Grupo Platium Estates y Marriott Internacional –el mayor grupo hotelero del mundo-, que tras años asentada en Barcelona ha logrado hacerse con la última parcela de grandes dimensiones en primera línea de mar en Marbella. El establecimiento de cinco estrellas gran lujo abrirá sus puertas en 2021 tras una inversión de 300 millones de euros.  

A otros, sin embargo, les toca reinventarse con nuevos conceptos para atraer turismo de élite. Es el caso de Nobu, la firma que Robert de Niro y el cocinero japonés Nobuyuki Matsuhisa llevan por los destinos exclusivos de medio mundo. En Marbella han optado por el “hotel dentro de un hotel”: un recinto de lujo para adultos de 49 habitaciones inmerso en uno de los míticos hoteles cinco estrellas de la ciudad, el Puente Romano.

La escasez de terreno ha llegado también al mercado residencial de lujo. Según el informe anual de Panorama Properties, la agencia inmobiliaria más antigua de Marbella, en algunas zonas de alta gama a pie de playa los precios ya duplican a los de los peores años de la crisis debido a una oferta insuficiente para tanta demanda. La venta de viviendas por encima de los cuatro millones de euros prácticamente se duplicó en 2017, y muchos inversores están adquiriendo vivienda en estas zonas para demolerlas y construir nuevas