el mercado de la vivienda

La amarga experiencia de alquilar piso

Encontrar una vivienda decente en poblaciones como Barcelona, Valencia o Madrid se ha convertido en una proeza para la mayoría de los jóvenes

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Gabriel Ubieto / Nacho Herrero / Rebeca Queimaliños

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AMPARO SORIA / VALENCIA

Plataformas de contratación inmobiliaria como Airbnb han cambiado el mercado de València. 

Amparo Soria tiene 27 años es mileurista y vive en casa de sus padres aunque lleva tiempo buscando un piso para irse a vivir con su novio, que está preparando oposiciones. Más o menos se interesan por un piso al día y visitan uno a la semana. Y las semanas van pasando. Buscan en la zona centro de València “pero nos da igual el barrio que sea”, aclara. Ese planteamiento abierto hace que no falte oferta. “Cada día salen pisos pero cualquiera de una habitación y sin ascensor supone entre el 50% y el 60%  de mi salario. Y no hablamos de pisos lujosos. Pero más allá de la capacidad para pagarlo, están las exigencias. En dos ya me han pedido una nómina de más de 1.500 euros, también piden contrato fijo o avales”, desgrana. Pese a no estar en una mala situación, siempre van al fondo de la lista. “El problema es que hay mucha demanda y si hay quien aporta dos nóminas o contrato fijo van todos delante de nosotros”, explica.

Amparo y su pareja no son nuevos en esta prospección del mercado. Hace dos años buscaron un piso para él “y los precios eran de entre 50 y 100 euros más bajos, entonces los rechazábamos por caros pero ahora esos precios se han normalizado y seguramente va a ir a peor, no hay nada que te diga que van a bajar”. Además, la profesionalización del sector contribuye a rebajar el poder negociador. “Casi siempre tratas con agentes inmobiliarios y siento que si pido una rebaja se van a reír en mi cara”, admite.

De los Erasmus, a Airbnb

La ciudad ha ido absorbiendo el creciente flujo de estudiantes Erasmus (que según los últimos datos suponen anualmente el 0,5% de su población frente, por ejemplo, al 0,3% de Barcelona) aunque con aumentos de precios evidentes en algunos barrios. Pero el impacto de las viviendas vacacionales ha cambiado por completo la situación del mercado de manera global. “La influencia es absoluta”, afirma Amparo convencida.

También lo indica así el informe que esta misma semana ha hecho pública la patronal hotelera Hosbec sobre la plataforma Airbnb. Según sus datos este pasado mes de febrero se han reservado en la ciudad unas 1.800 propiedades cuando en ese mismo mes del 2016 apenas fueron 600. El crecimiento anual de este tipo de alquileres es del 57% y la media de ingresos mensuales para los propietarios es de 802 euros, casi imbatible por alquileres convencionales.

Pero, sobre todo, el estudio llamaba la atención sobre la extensión del fenómeno. Si los alquileres estudiantiles se han concentrado mayoritariamente en los barrios cercanos a las universidades, la ‘plaga’ de alquileres turísticos se extiende por toda la ciudad. Los puntos neurálgicos son Ciutat Vella y Ruzafa en el centro y todos los barrios de la playa, que hasta hace dos años se contaban sin duda entre los más baratos de la ciudad. El crecimiento anual de los pisos dedicados a este tipo de negocio en los 'poblados marítimos' oscila entre el 70% de la Malvarrosa al 80% de Camins al Grao. Pero es que la media del resto de barrios que ni son céntricos ni tienen el atractivo de la playa es de alrededor del 50%. Por un lado se reduce la oferta de alquiler a largo plazo y por otro disparan sus precios porque en el otro mercado los beneficios son mucho mayores.

El terror a la hipoteca

En los últimos meses, se repite como un mantra que puede ser el momento de comprar pero Amparo ni se lo plantea. Su generación ha sido espectadora del drama de la crisis y supone un freno. “Desde luego en mi grupo de amigos nadie se plantea contratar una hipoteca. Nos han metido tanto miedo entre los 20 y los 25 años, que es cuando ves la realidad tal cual es, que nos condiciona totalmente. Sabes que te puede salir muy mal. Y tampoco tengo nada claro que me dieran una hipoteca. Para mí la única posibilidad de ser propietaria es heredar” concluye.

JUAN RINCÓN / BARCELONA

Nómina fija, 3.000 euros en el banco y tus propios muebles: requisitos para alquilar en Barcelona

Hasta hace apenas dos semanas Juan se despertaba cada mañana con la imagen de la Sagrada Familia de Barcelona entrando por su ventana. “Era mi casa, durante cinco años fue mi casa”, cuenta este joven de 29 años, al que en marzo le venció el contrato de alquiler de un piso de unos setenta metros cuadrados ubicado en la avenida Gaudí con Industria. Pagaba 790 euros y hace dos meses le ofrecieron renovar el contrato por 1.300 euros, el 60,7% más. “Me quedé en 'shock', ya tenía en mente que era mi casa”, explica. Juan es modisto y tiene “un buen sueldo”, como él mismo define, de alrededor de 3.000 euros. Afrontar la subida le implicaba dedicar el 43,3% de la renta a pagar la vivienda. “Tengo la suerte de que me pude plantear asumirlo, pero preferí buscar otro sitio para ver si encontraba algo más barato”, cuenta.

Este diseñador de moda tiene un sueldo claramente por encima de la media de los jóvenes barceloneses. El 64,7% de los menores de 30 años tienen salarios de menos de 1.000 euros al mes, según datos de un reciente informe del Ayuntamiento. No obstante, el porcentaje de sus ingresos que dedica a la vivienda se acerca a la media, pues el 42% de los habitantes de la ciudad condal y el resto del área metropolitana dedican más del 40% de su renta a la vivienda, según datos del Observatori Metropolità de L'Habitatge a Barcelona (OHB).

En el momento que decidió rechazar la subida se puso a buscar, con la ventaja de que la inmobiliaria le avisó con un mes de antelación extra sobre los 30 días obligados por la ley. Hoy el que será su nuevo hogar durante los próximos cinco años está en el barrio Gòtic y su precio mensual es de 1.100 euros. Aunque, para entrar a vivir, la inversión ha sido mayor. Tres mensualidades por adelantado, a las que hay que sumar la del primer mes y 1.500 euros para la inmobiliaria Onix que le ha gestionado el contrato. Precio total de la mudanza: 6.000 euros.

'Streaptease' financiero

A parte del precio, Juan tuvo que hacer un 'streaptease' financiero presentando la declaración de la renta del 2016, un documento bancario con su última nómina y otro emitido también por el banco conforme es una persona económicamente solvente. “Como pedí que me hicieran un contrato de cinco años y no de tres, como me proponían, me incluyeron una serie de cláusulas”, comenta. Si abandona el piso durante el primer año tiene que abonar el equivalente a tres meses de alquiler, si lo hace en el segundo la cifra desciende a dos y si lo hace entre el tercero y el quinto, una mensualidad.

Juan duerme estas semanas en casa de sus padres, pues todavía no tiene dada de alta la luz y el agua. A pesar de todos estos “dolores de cabeza”, como él define la mudanza, se muestra “contento e ilusionado” con el cambio de piso de alquiler. No obstante, ante la perspectiva de volver a vivir un proceso similar en cinco años, “lo primero que he pensado es en comprarme un piso”, comenta. “Tal como está el mercado y la legislación, te empujan a ello”, reflexiona.

MACARENA LOZANO / MADRID

"Encontrar piso es un derecho constitucional convertido en artículo de lujo"

"Encontrar piso es un derecho constitucional convertido en artículo de lujo"Esta es una historia con final agridulce. Macarena Lozano (Linares, 1982) activó las notificaciones de los principales portales inmobiliarios en el mes de mayo y terminó por compartir piso en el mes de septiembre. Calcula que en cinco meses realizó más de ochenta llamadas telefónicas, visitó alrededor de cincuenta inmuebles en el centro de Madrid y perdió la cuenta de tilas engullidas a deshoras en el mes de diciembre. Sus requisitos eran sensatos: un presupuesto de 700 euros para encontrar un piso decente de 40 metros cuadrados. Sin extravagancias. Almendra central de Madrid, luz exterior, calefacción y dignidad. El tercer mes tachó el requisito de luz natural, pero incluso así fue imposible’. ‘Encontrar piso en Madrid es sencillamente utópico y frustrante. Un derecho recogido en la Constitución se ha convertido en un artículo de lujo. Debería regularse de una vez este despropósito’. 

Los datos corroboran la experiencia de Macarena. El último estudio de Fotocasa revela que los precios del alquiler se han incrementado en un 28% en los últimos cuatro años y las plataformas de alquiler turístico en el centro de Madrid ha volatilizado el alquiler residencial. Aproximadamente, una de cada cinco casas del barrio de Sol -centro de Madrid- ya está disponible en Airbnb, según datos del Catrasto del Ayuntamiento de Madrid. Y la tormenta perfecta es que estos meses caducan los últimos contratos con la antigua ley de arrendamientos urbanos, muchos inquilinos madrileños están a punto de renegociar sus rentas y los precios de alquiler se han disparado. Un escenario que empieza a desplazar a la población a barrios periféricos.

Competencia entre inquilinos

La competencia entre posibles inquilinos es otro factor estresante en la búsqueda de pisos. Las visitas presenciales se convierten en auténticos campos de batalla psicológicos. ‘He visitado pisos con casi veinte personas al mismo tiempo y es una situación realmente incómoda. El ambiente es irritante y hay una situación de lucha permanente. Intentas agradar para quedarte con el piso, pero no sabes si cumples los requisitos de la casera o la inmobiliaria y te cuestionas a ti misma. Es más agobiante que una entrevista de trabajo’, matiza Macarena. La dramática situación ha propiciado la eclosión de colectivos que reivindicas medidas gubernamentales que afronten el problema e inviertan en protección a familias y vecinos. 

La Comunidad de Madrid prepara una regulación que permitirá a las comunidades de vecinos prohibir en sus estatutos el uso turístico en sus edificios y considerar a plataformas como Airbnb empresas turísticas susceptibles de ser sancionadas con hasta 300.000 euros por incumplimientos. Por su parte, el Ayuntamiento prevé limitar el número total de días que se puede alquilar un piso a un turista sin que los dueños estén obligados a obtener una licencia como establecimiento de uso terciario. Mientras estas medidas no tengan impacto en el mercado inmobiliario, Macarena y el resto de inquilinos seguirá buscando su derecho a una vivienda digna en plataformas que potencian la especulación y visitando pisos a kilómetros de su objetivo. ¿Algún consejo? "Ve siempre a ver un piso con la nómina, contrato de trabajo y el dinero de la fianza en la cartera. No te asegura el éxito pero incrementas las posibilidades al por mayor", sentencia Macarena.