'+VALOR'
Turistas en las ciudades: la cuadratura del círculo
Los expertos del suplemento económico reflexionan sobre las consecuencias del turismo de masas
La avalancha de turistas a las grandes ciudades parece que no tiene freno. Viajar se ha convertido en una de las expresiones de ocio más populares y accesibles a todos los bolsillos en las primeras décadas del siglo XXI. Aparentemente todos salen ganando: las ciudades, que logran ingresos extras en unas arcas muy mermadas, los operadores turísticos (hostelería, transportes y ocio), los comerciantes y los ciudadanos, que se pueden sentirse orgullosos de su ciudad y pueden beneficiarse de la llamada economía colaborativa. Pero no hay cuadratura del círculo.
La cara menos amable de este fenómeno mundial es: masas de turistas ocupando el centro de las urbes, presión de los intereses económicos sobre los vecinos para que abandonen sus viviendas, difícil convivencia entre autóctonos y visitantes y malas condiciones laborales para los trabajadores del sector pese al dinero que mueve.
En paralelo al éxito ha nacido la 'turismofobia'. El turismo es ya la primera preocupación de los barceloneses, por delante del paro. El asunto ha merecido la atención del panel de expertos del suplemento económico '+ Valor' que el próximo martes publica EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. 11 estudiosos de este nuevo fenómeno socioeconómico dan sus puntos de vista desde las páginas de este diario y aportan ideas para resolver los problemas planteados.
El resultado más claro de las reflexiones es que nadie está en contra del turismo ni quiere renunciar a sus ventajas económicas. Ni los vecinos ni las administraciones implicadas ni el sector privado. En ocasiones el diálogo y el acuerdo entre las partes parece imposible pero hay soluciones que combinan todos los intereses.
LA TASA
Hace unos años la sola mención de una tasa por pernoctación era motivo de polémica mientras que ahora se abre paso como una necesidad al comprobarse no solo que la inmensa mayoría de las urbes turísticas europeas la cobran sino que además no retrae la presencia masiva de visitantes.
El fenómeno de los alquileres turísticos, legales o no, está cambiando la fisonomía de las ciudades, está echando a los vecinos de sus casas y fuera de temporada deja los cascos históricos como desiertos. Las soluciones no son complicadas: apostar por la calidad en vez de por la cantidad, limitar y diversificar la oferta y educar al viajero para que se implique más en el mantenimiento de la ciudad que visita o actuar para no elevar el precio de la vivienda son algunas, sin olvidar que los trabajadores empleados por la primera industria del país debe cobrar un sueldo digno y tener un horario adecuado. Se trata de buscar un modelo que aproveche la riqueza económica que deja este nuevo paradigma y evite las desigualdades que deja, algo que no había pasado hasta ahora. Al fin y al cabo, turistas somos todos.
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