El ruido blanco del empleo

Relacionar el Primero de Mayo con los éxitos de un gobierno solo se le ocurre al PP en la comparecencia del jueves de los ministros De Guindos y Montoro con una lluvia de gráficos -un power point ilegible-que más bien parecía una tediosa sesión matutina en una escuela de negocios. Querían hablar de empleo, no de trabajo, estirando al alza las estadísticas recientes más favorables. Hay elecciones.

Frente a ello, vale la pena repasar dos análisis ajenos al debate en caliente sobre por qué en España se pierden tantos puestos de trabajo y si se están midiendo bien.

De un lado, Ernesto Villanueva, adscrito al servicio de estudios del Banco de España, ha publicado en el boletín del banco emisor de abril un estudio que establece que la rigidez de los convenios colectivos, en especial desde el 2008, son causa muy probable del aumento del paro en España. De otro, el análisis más desinteresado de la EPA (encuesta de población activa: preguntar a los españoles si tienen empleo, lo han perdido y en qué circunstancias).

Sostiene Villanueva, con la facilidad que da acceder a la central de balances -los datos de todas las empresas españolas, no importa el tamaño- que hay una relación directa, en el periodo 2008-2010, entre el aumento del desempleo y los convenios colectivos firmados con anterioridad y que por su carácter plurianual no permitían ajustar salarios a la realidad de la recesión en marcha. Investigación impecable y de buen uso posterior.

Cuestión distinta es la conclusión política derivada -la que indignó a los sindicatos- de que la reforma laboral del PP, en materia de negociación de convenios, se quedó corta. Hace falta más flexibilidad, dicen, de la representación laboral para asumir los vaivenes del mercado. Con los mismos datos que ha elaborado Villanueva se podría advertir que si los empresarios no eran capaces de atisbar que se acercaba la curva descendente, ¿deben asumirlo sus empleados a posteriori en forma de pérdida salarial? ¿Sin más contrapartidas?

De la lectura de este artículo se rememora también que los ciclos económicos cuestan de determinar -ya no digamos pronosticar- y que no son las decisiones microeconómicas (eso son los convenios) las capaces de variar ese rumbo.

¿Lo son las macroeconómicas? En demostrar que sí parece estar volcado todo el aparato mediático del PP con el Gobierno y sus estadísticas al frente. Que a estas alturas no se sepa si la EPA del primer trimestre del 2015 refleja que mejora o empeora el numero de españoles con empleo (de ello no se deduce que los demás son parados) indica hasta qué punto en España las estadísticas iluminan poco.

Otro observador imparcial, Ángel Laborda, de Funcas (servicio de estudios de las antiguas cajas de ahorros), nos ha enseñado tres cosas con esos datos. Que las comparaciones hay que hacerlas sobre períodos similares. Así, entre enero y marzo se han perdido 114.000 empleos, pero en ese mismo trimestre del 2014 -la comparación adecuada- fueron muchos más, de ahí que haya creación neta de empleo.

También refleja la EPA, y se difunde menos, que disminuye el número de españoles en edad y disposición de trabajar. Laborda, precavido por el uso político de la EPA, ya advierte que este año se crearán 475.000 empleos (la propaganda pepera). Pero hay que cruzarlo con la reducción del empleo (505.000) y la caída de la población activa en 30.000 personas. Casi lo comido por lo servido: el paro se reducirá en el 2015 del 23,8% al 22,3%.

Los económetras califican de ruido blanco las oscilaciones exageradas en un gráfico (como en los electrocardiogramas). Mucha exageración, que apenas indica nada. Como predicar la recuperación del empleo.