Japón vuelve a la recesión

Tres hombres se detienen frente a una pantalla con los datos de la bolsa de Tokio.

Tres hombres se detienen frente a una pantalla con los datos de la bolsa de Tokio.

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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Japón certificó ayer su regreso a la recesión,  que empujará a la celebración de elecciones legislativas y retrasará la nueva subida de impuestos prevista. La noticia apuntala un contexto sombrío, con China rebajando su crecimiento a sus mínimos en dos décadas y Europa aún renqueante. También complica la política del primer ministro, Shinzo Abe, que había convertido la recuperación económica en su principal misión.

El PIB japonés se contrajo en el tercer trimestre un 0,4 % respecto al anterior, equivalente a una caída  del  1,6 % comparado con el mismo periodo del pasado año. En el trimestre previo ya se había contraído un 1,9 %. Las convenciones económicas señalan que la recesión llega con dos trimestres consecutivos de caídas.

La noticia sorprendió a los expertos, que habían pronosticado un crecimiento del 0,5 % intertrimestral y del 2 % interanual. La bolsa de Tokio lo acusó con pérdidas del 2,96%.

IMPUESTOS/ La impopular subida, en abril, del impuesto sobre ventas (IVA) del 5% al 8% ha tenido unos efectos devastadores sobre el consumo privado, que representa el 60 % del PIB japonés. El ministro del Economía, Akira Amari, admitió que han sido «mayores de lo esperado». El consumo subió en el último trimestre un 0,4 %, la mitad de lo previsto. La inversión empresarial cayó un 0,2 % y la inmobiliaria se contrajo un 6,7%.

La subida del IVA ha generado un enconado debate político y doctrinal. La de abril fue la primera subida en 17 años y se entendió que mediría la robustez de la recuperación económica. Los contrarios recordaban que la anterior subida, en 1997, ya había desencadenado una recesión que provocó la dimisión del Ejecutivo de Ryutaro Hashimoto.

Pero la necesidad de rebajar la elefantiásica deuda pública (alrededor del 250 % del PIB, un caso inaudito en un país de economía desarrollada) sobrevoló las zonas de peligro que marcan los manuales clásicos.

En juego está, ahora, la supervivencia del sistema de pensiones, que supone un coste cada vez más inasumible en Japón, dado el envejecimiento de su población. El 20 % de los japoneses es mayor de 65 años y el porcentaje se doblará en 2060 si continúa la tendencia.

Los trabajadores y las empresas ya soportan un gran peso en su manutención. Cuando el gobierno nipón decidió la subida de impuestos al conjunto de la población, ancianos incluidos, pareció la medida adecuada.

MÁS ALZAS/ Pero la subida del IVA se repetirá en octubre del 2015, del 8% al 10 %. Abe, que heredó el plan del Ejecutivo anterior, se enfrenta de nuevo al dilema de enjugar la deuda pública o espolear la economía.  Los expertos apuntaban ayer a que Tokyo aparcará esta segunda subida a la espera de que sea más propicio.

Etsuro Honda, asesor económico del Gobierno, había desaconsejado el incremento si el crecimiento no superaba el 3,8 %. «Hoy no es momento de debatirlo», dijo ayer.

Abe había conseguido recuperar la tercera economía del mundo a finales de 2012 tras dos décadas de crecimientos anémicos y recesiones, mediante su audaz fórmula de los denomiandos abenomics, que descansan sobre tres patas: una política fiscal expansiva; la relajación de la política monetaria para aumentar la inflación y reducir los tipos de interés; y las reformas estructurales necesarias de un patrón productivo caduco.

El modelo marchó bien gracias el aumento de las exportaciones por la caída del yen. Muchos japoneses lamentaron ya entonces que los efectos de la macroeconomía no llegasen a los hogares: los mejores salarios de diez años atrás apenas se han recuperado y, con el  aumento de los costes de la energía, muchos hogares sufren dificultades para llegar a fin de mes.

ELECCIONES/ Es probable que Abe disuelva hoy la Cámara Baja y convoque elecciones para diciembre, cuando su Partido Liberal Demócrata buscaría el respaldo de sus reformas económicas. Se espera que anuncie un paquete de estímulo de entre 26.000 y 35.000 millones de dólares en subsidios para rentas bajas, ayudas a pequeñas y medianas empresas y otras medidas que disparen el consumo. La victoria de Abe  se da por descontada porque el opositor Partido Democrático permanece aún aturdido dos años después de perder el poder.