Análisis

Recortar o no recortar

JOSÉ CARLOS DÍEZ

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Las crisis financieras provocan tal desconcierto que si no fuera por su dramático impacto sobre el desempleo se parecerían al camarote de los hermanosMarx. Por eso, como el clásico deShakespearela cuestión es reflexionar si recortar o no recortar. En el 2009 los españoles aprendimos que aún no tenemos la credibilidad para tener un déficit del 10% y menos en un área monetaria tan compleja como la eurozona, gobernada en estos momentos por dogmáticos de la austeridad.

La recesión en la que nos encontramos no estaba en los mapas y obliga a cambiar la hoja de ruta. Sin hacer nada, la recesión provocará una caída de ingresos y un aumento de las prestaciones por desempleo que nos puede situar en la cifra crítica de déficit del 10% del PIB. Por lo tanto, parece que la respuesta es la que aplicaron el Gobierno actual y el anterior: hay que recortar.

No obstante sigue habiendo cuestiones para reflexionar: ¿Cuánto recortar? ¿Cómo hacerlo? En el cuánto no hay una regla matemática, aunque la clave es recortar sin penalizar el crecimiento a corto plazo y principalmente a medio plazo como sucedió en Japón. Forzarnos a llegar al 3% en el 2013 con la recesión tan intensa en la que estamos inmersos es como pretender cruzar el cabo de Hornos en pleno invierno austral. Hay algunos amantes del riesgo que lo intentan, pero España tienen 46 millones de habitantes y, como decía el filósofo, «en ciencias sociales los experimentos con gaseosa».

El cómo es, sin duda, la pregunta más interesante y la más subjetiva. Es la sociedad la que debe decidir sus preferencias, y se necesita la democracia y la representación política para llevarlas a cabo. Sin embargo, el análisis comparado puede ayudar. España partía en el 2007 con superávit, una presión fiscal y un gasto público sobre PIB inferiores al promedio europeo. La crisis hundió los ingresos, especialmente los ligados a la burbuja inmobiliaria, y aumentó tres puntos nuestro gasto en prestación por desempleo.

Tras varias subidas de impuestos, esta nueva recesión nos situará 4 puntos de presión fiscal por debajo del inicio de la crisis, 7 puntos inferior a Alemania y por debajo del Reino Unido y Brasil. Sin embargo, nuestro gasto sobre PIB estará próximo al 40% en el 2012, 3 puntos superior al de 2007 que coincide con el gasto por prestaciones por desempleo. Pero este nivel será 5 puntos inferior al de Alemania y Reino Unido y similar al de EEUU o Brasil. Sin poner en duda que el Estado debe mejorar la eficiencia y reducir el gasto, es evidente que nuestro problema de ingresos deriva de una estructura fiscal diseñada en medio de una burbuja inmobiliaria. No hay duda de que los impuestos deben subir de manera permanente, la cuestión es cuándo y con qué intensidad.

Keynesadvirtió de que el peligro son las ideas, no los intereses creados. Lo más duro es aguantar la moralina luterana del norte de la austeridad. Su único objetivo es recuperar poder y conviene pelear hasta la extenuación para evitarlo. ¡Ánimo, podemos!