LA CRISIS DEL EURO

Cameron choca con Sarkozy

Gran Bretaña y Suecia reclaman poder discutir sobre los asuntos exclusivos de la moneda única

E. O. / BRUSELAS

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La progresiva integración política de los miembros de la zona euro está despertando crecientes suspicacias entre los otros 10 países comunitarios que no forman parte de la Unión Económica y Monetaria y que temen verse marginados y perder influencia política en la Unión Europea (UE).

La generalización de cumbres de la eurozona y los planes para una nueva reforma del Tratado de la UE, que incluya una coordinación económica todavía mayor en la eurozona, provocó ayer una primera rebelión de esos 10 países, liderada por Gran Bretaña. La discusión entre los dos grupos de países fue el tema que ocupó más tiempo de la cumbre a Veintisiete.

El presidente de la UE, Herman van Rompuy, y los líderes de la zona euro se vieron obligados a aceptar finalmente la convocatoria de una nueva cumbre de la UE a Veintisiete, que no estaba prevista, para el miércoles, antes de la cumbre ya anunciada de la eurozona.

La nueva cumbre fue exigida por el primer ministro británico, David Cameron, para poder discutir los planes de refuerzo del gobierno económico de la eurozona, pero contó con el respaldo activo de Polonia, Suecia y la República Checa.

Esa cumbre fue aceptada a regañadientes, tras una oposición frontal inicial del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que contó con el respaldo de España y otros países. Van Rompuy, conciliador, anunció que se informará a los demás países«si es posible, en cada ocasión antes de las cumbres del euro», pero subrayó que«quienes comparten una moneda común deben tomar las decisiones sobre esa moneda».

Cameron también reclamó que los países que no forman parte de la eurozona puedan discutir de forma habitual las cuestiones relacionadas con la moneda única, ya que«tienen implicaciones para sus intereses económicos». Francia, Alemania, España y otros países se oponen a ello, porque temen que se pretendan utilizar para condicionar las decisiones o frenar el proceso de integración de la eurozona.

Cameron teme que esa integración desemboque en la adopción de una legislación que pueda perjudicar a los intereses de la City financiera londinense. El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, argumentó que las cuestiones específicas de la zona euro se deben tratar también entre los Veintisiete porque sus decisiones«pueden interferir en las estructuras colectivas de la UE, como el mercado único».