ANÁLISIS

La originalidad de Marcelino Camacho

López Bulla y Camacho, en una foto de archivo.

López Bulla y Camacho, en una foto de archivo.

JOSÉ LUIS LÓPEZ BULLA
Secretario general de CCOO de Catalunya de 1976 a 1995

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La muerte de ese gran dirigente sindical que fueMarcelino Camacho incita una serie de reflexiones sobre su decisiva y original aportación al movimiento organizado de los trabajadores. Sin duda,Marcelinorepresentó una profunda discontinuidad en la historia del movimiento sindical español. Es a principios de los años 70 cuando nuestro hombre -en plena dictadura franquista— plantea que la acción colectiva no debe ser clandestina para cumplir sus objetivos de mejorar la condición de trabajo y vida del conjunto de los asalariados. Lo que supone, a su vez, la puesta en marcha de un movimiento abierto y reivindicativo, basado en la unidad social de los trabajadores. Pilar básico de la propuesta es la independencia y autonomía sindicales, cuya base es la democracia deliberativa en el taller y la oficina: la asamblea. Lo cual, dicho en unos momentos de intensa negación y persecución de todas las libertades, supone una radical heterodoxia en los planteamientos teóricos y prácticos de la lucha contra la dictadura. Esta aportación camachiana al sindicalismo no es el resultado de una abstracción, sino de su concreta experiencia como trabajador de la empresa madrileña Perkins.

Respeto y afecto de masas

Ya en aquellos tiempos -esto es, a principios de los 70—Marcelinoera una persona querida y respetada, una doble condición que le acompañará toda su vida. En realidad, en mi larga vida como sindicalista, nunca he conocido una persona de la vida pública que haya concitado ese respeto y afecto de masas como vi enMarcelino.Acompañarle por la calle era ante todo un baño de saludos y abrazos, incluso (y especialmente) de aquellas gentes, de cualquier edad, que se paraban a darle la mano, a tocarle. Era, por así decirlo, la metáfora de la democracia próxima. Recuerdo un episodio en Lleida: estábamos comiendo en un restaurante, separados por una mampara de una familia numerosa que estaba celebrando la primera comunión de un niño. El padre del jovencito vino y le pidió aMarcelinoque fuera a tomarse una copita. Dicho y hecho, después le pidió que dijera unas palabritas. Pues bien, hablóMarcelinodurante dos minutos (¡una proeza en él!) y le dijo al chaval que aprovechara el tiempo, que estudiara y fuera muy formal. La gente aplaudió como si aquello fuera una magna asamblea de la Seat o cosa por el estilo.

Así eraMarcelino.Una persona de la que dijo un viejo cenetista mataronés: «EnMarselinués com jo, però en sap mes». Solo desde esa naturalidad podía poner en marcha esa discontinuidad histórica que se llama Comisiones Obreras. Un hombre que, a pesar de los larguísimos periodos de prisión, siempre tuvo la sonrisa de par en par. Un hombre que gestó un gran movimiento, que lo vio crecer y crecer .