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GONZALO Bernardos

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Será sin prisas, pero sin pausas. En la próxima década, probablemente ya no quede ninguna caja de ahorros en España. La mayoría desaparecerán y las que sobrevivan se convertirán en bancos. Unas se unirán a algunos de los medianos, otras serán adquiridas por entidades extranjeras. En un próximo futuro, el tamaño importará más que nunca. El mapa financiero español sufrirá una gran mutación, sin duda, la mayor de las últimas décadas.

En la actualidad, la reestructuración de las cajas no es una opción, sino una necesidad. La explosión de la burbuja inmobiliaria les ha generado grandes pérdidas. Aunque unas pocas ya están contabilizadas, la mayor parte quedan pendientes de registrar. Su reducido tamaño, la escasa liquidez de los mercados internacionales y la desconfianza de los inversores en la economía española complican notoriamente su financiación actual y futura. Ya no es un tema de precio (tipo de interés), sino principalmente de riesgo.

El Banco de España ha auspiciado dos tipos de fusiones: calientes (completas) y frías (parciales). Las primeras han sido pocas y mal ejecutadas. Las segundas se han realizado en el penúltimo minuto y en algunos casos bajo amenaza de intervención de la autoridad monetaria. Tienen dos principales objetivos: conseguir una mayor dimensión y obtener dinero del FROB. Lo quieren para financiar prejubilaciones y mejorar sus ratios de solvencia.

Las fusiones calientes se han visto lastradas por reticencias políticas y la escasa visión empresarial de los directivos. En las realizadas, dos o más entidades pequeñas se han unido para generar una caja menos pequeña. Prácticamente ninguna tiene futuro. Las frías han constituido un salto al vacío, ya que son un experimento de cómo transformar varias cajas en un banco. No está casi nada claro, ni siquiera su nombre.

En cualquier caso, parece evidente que en los próximos años cambiará la manera de hacer banca. Ninguna entidad tendrá una oficina en cada esquina. De ser abundantes, pasarán a ser escasas. La mayoría de las operaciones se realizarán vía on line, telefónica o a través de cajeros independientes. El mítico «¿hablamos?» ya solo será una reliquia publicitaria.