MÁXIMO GALARDÓN PARA DOS ESTADOUNIDENSES

Elinor Ostrom y Oliver Williamson comparten el Nobel de Economía

El jurado reconoce sus aportaciones sobre el gobierno económico

Williamson sostiene uno de sus libros, ayer, en Berkeley (California).

Williamson sostiene uno de sus libros, ayer, en Berkeley (California).

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No es raro que el debate y la teoría económica oscile entre dos polos: mercados o gobiernos, individuos o empresas. Ni que se separe de la tierra con abstractos modelos matemáticos o complejos planteamientos macroeconómicos y financieros. Sin embargo, ayer, el comité encargado de entregar el premio Nobel de Economía, decidió aprovechar una de las grietas abiertas en el pensamiento único o bipolar por el terremoto de la crisis y dar su impulso y los focos que acompañan a su galardón a un hombre y una mujer que han dedicado su vida a estudiar y señalar otras realidades económicas y, también, sociales.

Elinor Ostrom, de 76 años, doctorada en la Universidad de California y catedrática de la Universidad de Indiana, no es ni siquiera economista, sino experta en ciencias políticas. Y en Suecia han reconocido que «ha retado el pensamiento convencional de que la propiedad comunitaria se gestiona mal y debe ser regulada por autoridades centrales o privatizada. Basándose en numerosos estudios de bancos de pesca, pastos, bosques, lagos y reservas subacuíferas –escribió el comité del Nobel–, Elionor Ostrom concluye que los resultados son, más a menudo que no, mejor que lo predicho por las teorías estándar».

El hombre con el que compartirá el cerca de millón de euros del premio es Oliver Williamson, de 77 años, doctorado por la Carnegie Mellon, antiguo empleado de la división antimonopolio del Departamento de Justicia de EEUU y catedrático de la Universidad de California en Berkeley, reconocido también por su análisis de gestión económica, «especialmente las fronteras de la empresa».

Williamson ha estudiado por qué las compañías se organizan de la forma en que lo hacen, cuándo y porqué son más eficientes las interacciones dentro de una empresa que entre dos diferentes y por qué a veces se forman alianzas a largo plazo en vez de operaciones puntuales, y ha determinado que en muchas ocasiones elegir estrategia depende de los costes y de circunstancias particulares. «Cuando la competición en los mercados está limitada, las empresas están mejor preparadas para la resolución de conflictos que los propios mercados», escribió el comité del Nobel.