Las nuevas series españolas descubren la fórmula del éxito

Teresa Fernández-Valdés y Ramón Campos

Teresa Fernández-Valdés y Ramón Campos / periodico

JUAN FERNÁNDEZ

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Cada semana, las seis grandes cadenas de ámbito estatal emiten una docena de series españolas, muchas de las cuales aparecen cada día entre los programas más vistos de la jornada. La ficción local siempre ha sido un valor seguro para las teles, que temporada tras temporada han apostado por títulos, historias y rostros fácilmente reconocibles por el telespectador. Pero últimamente se ha producido un hecho insólito en la historia de la ficción televisiva de este país: las tramas de estas producciones, tradicionalmente blancas, previsibles y políticamente correctas, aptas para gustar –o al menos no escandalizar– al abuelo y al adolescente del hogar familiar, se han vuelto oscuras, retorcidas y cáusticas, y ahora se atreven a sumergir al espectador en submundos que hace poco habrían estado vedados para el horario de máxima audiencia. 

Esta nueva cosecha de series ha irrumpido en la pantalla con un cuidado empaque visual nunca visto hasta ahora en la ficción local, más propio del cine que de la tele, y ha adoptado un lenguaje narrativo, un ritmo y unos audaces golpes de guion que nada tienen que envidiar a los títulos de culto norteamericanos. 

Hace apenas cuatro años, a ninguna cadena generalista se le habría pasado por la cabeza invitar a su audiencia a cenar con una serie ambientada en una cárcel de mujeres, pero 'Vis a vis', cuya segunda temporada está emitiendo Antena 3 con gran éxito, terminó su primera tanda como líder de su franja horaria y su elenco de actrices se hizo acreedor de una colección de premios, entre otros un Ondas. El conflictivo barrio del Príncipe de Ceuta no es el lugar más apto para llevar de visita al gran público, pero la serie de Telecinco 'El Príncipe', ambientada en este nido de yihadistas y traficantes de droga, fue el único programa que logró colar hasta seis emisiones distintas entre los 50 espacios más vistos del 2015, un olimpo habitualmente copado por las grandes retransmisiones deportivas. La segunda temporada, emitida esta primavera, confirmó esas expectativas.

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Tampoco los duros invernaderos de Almería componen el espacio más cómodo para la audiencia de perfil familiar, pero la espectacular fotografía de 'Mar de plástico' (Antena 3), cuya trama transcurre en este árido escenario natural, logró captar en su primera temporada a más de 3,5 millones de espectadores cada semana. Después del verano llegarán nuevos capítulos. 

FICCIONES INSÓLITAS

De igual modo, los cautivadores viajes en la historia de 'El Ministerio del Tiempo' (TVE) y la corrupción política que aborda 'La embajada' (Antena 3) invitan a sumergirse en temáticas insólitas, pero sus emisiones se están viendo refrendadas por el aplauso del público y el reconocimiento de la crítica. 

La ficción televisiva también se ha atrevido a hincarle el diente a las producciones de época con una solvencia nunca vista hasta ahora. Las series 'Isabel' y 'Carlos, rey emperador', ambas de TVE, han descubierto al gran público la historia de España, mientras los romances de mediados del siglo XX de 'Velvet', cuya cuarta temporada está ya terminada y a la espera de estreno en Antena 3, lograron doblar los índices de audiencia de la cadena. 

El 'thriller' se está revelando como el género más innovador, pero la comedia no le anda a la zaga. Las largas horas de grabación en exteriores y los frescos guiones de 'Allí abajo' y 'Buscando el norte' (ambas de Antena 3) recuerdan muy poco a los antiguos seriales de humor, eternamente circunscritos a los platós y plagados de gags previsibles. Mención especial merecen los culebrones de sobremesa. Las apuestas de Televisión Española –'Acacias 38' y 'Seis hermanas'– y Antena 3 –'Amar es para siempre' y 'El secreto de Puente Viejo'– cuentan con un público fiel que sigue los amoríos y desvelos de sus protagonistas con devoción: entre las cuatro suman cada tarde cuatro millones de telespectadores. 

'El secreto de Puente Viejo' añade a su inaudita longevidad –en febrero cumplió cinco años ininterrumpidos en emisión– la rareza de triunfar en el extranjero: en Italia, donde Canale 5 la ofrece en prime time, es todo un fenómeno popular. No es la única que viaja por el mundo: la mayoría de los títulos nacionales estrenados en los dos últimos años ya se han vendido a cadenas de otros países –a veces la serie completa, en ocasiones la idea original para su adaptación– o están en vías de ser exportadas. 

NUEVAS PROPUESTAS

La ola no se para aquí: al estreno en TVE de 'El Caso', que retrata con una factura visual impecable los crímenes de la España profunda de los años 60, pronto le seguirá los pasos en Telecinco 'La verdad', producción que explorará la resistencia psicológica de una familia en una situación límite.

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“El público ha visto mucha ficción, ha madurado y ahora demanda series muy diferentes a las que veía en el pasado. Tiene hambre de historias que nunca se le habían ofrecido y las cadenas nos hemos atrevido a dárselas”, señala Sonia Martínez, directora de ficción de Atresmedia, grupo televisivo que ha protagonizado buena parte de este fenómeno. 

La apuesta entrañaba riesgos, porque los gustos de la audiencia son un misterio, pero había motivos para la confianza. “Ha sido una evolución natural. Si la gente lee noticias sobre yihadismo, racismo o corrupción política, las series estaban obligadas a entrar en esos terrenos. Pero ahora la mecánica se ha profesionalizado. Ya no nos valen los viejos platós. El público quiere verdad, y eso solo lo aportan las grabaciones en exteriores y el realismo que transmiten estas nuevas producciones”, añade Toni Sevilla, responsable de ficción de Mediaset España.

Las cadenas han tirado del carro, pero los auténticos protagonistas de este fenómeno han sido los creadores de las series. Media docena de productoras maneja la fórmula de la nueva ficción televisiva española. Estos son los condimentos de esa receta.

TEMÁTICAS MÁS INCÓMODAS PERO AMBIENTADAS AQUÍ

Hasta hace poco, las cadenas exigían a las productoras que sus historias atraparan en el sofá al abuelo, a la madre, al padre y al hijo adolescente. Esa ambición ha desaparecido. “Antes hacíamos series familiares. Ahora creamos series de género”, resume Javier Olivares, autor de 'El Ministerio del Tiempo'. Este nuevo planteamiento explica que hoy conviva en la parrilla una variedad temática que hace escasos años resultaba inimaginable. “Antes nos dedicábamos a mirar al pasado. Si una idea funcionaba, todos corríamos a clonarla. Ahora tratamos de mostrarle al espectador lo que nadie le ha enseñado”, compara Álex Pina, productor ejecutivo de Globomedia y creador de 'Vis a vis'.

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Bienvenidas las historias que hablan de mujeres presas, inmigrantes explotados, células yihadistas, políticos corruptos, psicópatas y crímenes sin resolver. “No teníamos más remedio que innovar. El público quiere series con trasfondo social que le hagan pensar”, analiza Goyo Quintana, veterano productor de Boomerang TV, para explicar apuestas como 'Mar de plástico', de la que es responsable.

Paradojas de la audiencia: los profesionales del sector coinciden en señalar que esta mayor exigencia del público se debe, en gran parte, a lo sofisticado que se ha vuelto su paladar tras ver en internet ciertos títulos extranjeros hoy considerados de culto –'The wire', 'Breaking bad', Breaking bad'True detective'–. Sin embargo, ninguna cadena generalista se atrevería a emitir esas series en abierto en horario de máxima audiencia. “Porque el gran público sigue demandando producciones nacionales. Cuando hicimos 'Hospital Central', triplicábamos la audiencia de 'Urgencias', que era norteamericana y contaba con más medios. Eso no ha cambiado. La gente quiere ver historias de aquí”, advierte César Benítez, productor de Plano a plano y responsable de 'El Príncipe', 'El Caso' y 'Allí abajo.

MÁS RITMO, MÁS ELIPSIS, MENOS SUBTRAMAS: DIRECTOS A LA ACCIÓN

Un minuto dura hoy igual que hace diez años, sin embargo, su precio se ha disparado. En la era de lo instantáneo, todo, desde la comida que cocina el microondas en cuestión de segundos al comentario que vuela por las redes sociales, debe ser rápido. Y las series no han permanecido ajenas a ese culto por el vértigo. “Hoy no puedes mantener al telespectador dos minutos seguidos mirando la pantalla sin que ocurra algo, tienes que darle acción. Esto nos ha obligado a usar narrativas más agresivas. Hemos de atraparle desde el minuto uno”, explica César Benítez (en la foto). 

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La cultura audiovisual adquirida por el telespectador en los últimos años también ayuda. “La gente ha aprendido a hacer elipsis, ya no hay que dárselo todo mascado como antes, ahora es más inteligente. Esto nos obliga a ser más exigentes”, añade Goyo Quintana.

En cualquier capítulo de 'Los Serrano', que estuvo emitiéndose con éxito hasta el 2008, lo normal es que discurrieran cinco o seis subtramas a la vez para contentar al variado público al que se dirigían. Ese planteamiento es hoy arqueología televisiva. “Las series de ahora suelen contar con dos o tres historias paralelas y ya no las alargamos como antes, sino que vamos al grano, hemos eliminado la paja”, aclara Álex Pina. 

Este ritmo acelerado exige una nueva disposición por parte del espectador. “Le obligamos a estar atento. Si se va al baño o se despista, puede perderse un detalle clave en la resolución de la historia. En ese sentido, hacer ficción hoy es mucho más estimulante que en el pasado”, añade el creador de 'Vis a vis'

PERSONAJES MÁS COMPLEJOS Y RETORCIDOS. ¡VIVAN LOS PERVERSOS!

La ficción –tanto la audiovisual como la literaria– sabe que el lado oscuro del alma encierra una mina de oro. Nada nos atrapa más que aquello que nos aterra, nada nos excita más que lo que nos perturba. Hasta hace poco, la tele, que se cuela en hogares de sensibilidad muy variada sin pedir permiso, coqueteaba con la maldad con guantes. Cualquier cosa antes que escandalizar a la sagrada audiencia. Ahora, la ficción televisiva ha entrado a saco en el mundo de los malvados. “Ya no valen los personajes monolíticos de antes; los de ahora son más complejos y retorcidos. El bueno oculta algo, y por eso nos parece más interesante; y el malo tiene un lado humano que hace que empaticemos con él. Todos tienen un reverso”, explican Teresa Fernández-Valdés y Ramón Campos, creadores de la serie sobre corrupción política 'La embajada' y del 'thriller' psicológico 'Bajo sospecha'.

En Antena 3 llevaron a cabo el año pasado un experimento revelador: preguntaron a los seguidores de 'Vis a vis' qué personaje de la serie era su favorito y los fans señalaron sin dudar a Zulema (papel interpretado por Najwa Nimri) y el doctor Sandoval (Ramiro Blas). “¡Los más malvados son los preferidos por el público!”, clama Álex Pina. En opinión del creador de la serie, hay un antes y un después de Walter White, el poliédrico protagonista de 'Breaking bad'. “Los perversos han ganado peso en las historias. Los malos nos hacen sentir”, concluye el productor.

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En el cambio de paradigma ha influido el nuevo reparto de asignaciones en la producción de las series. “Antiguamente, los guionistas teníamos difícil pisar los platós. Ahora, en cambio, los creadores podemos hacer series de autor, aunque algunos hemos tenido que hacernos productores para lograrlo. Esto nos permite estar más encima de las historias y los personajes”, distingue Javier Olivares.

NUEVOS ROSTROS NO CONTAMINADOS POR LA FAMA

Las nuevas series no han necesitado tirar de rostros populares ni de figurones del cine para atraer la atención. A lo sumo, uno o dos por título, no más: 'El Príncipe' tiene a José Coronado, ''Vis a vis' cuenta con Najwa Nimri, en 'La embajada' están Belén Rueda y Amaia Salamanca'El Caso' tiene a Fernando Guillén Cuervo y Verónica Sánchez. El resto es un paisaje actoral que el gran público no tenía fichado.

Lejos de ser una señal de debilidad, esta apuesta por los rostros nuevos ha acabado siendo, según los responsables de las series, una de las claves de su éxito. “Los actores desconocidos han dado credibilidad a las producciones. Hacen que el público se identifique más fácilmente con las historias que contamos”, señala Josep Cister, de Boomerang TV, responsable de 'El secreto de Puente Viejo' y 'Acacias 38', donde ha desfilado un larguísimo elenco de debutantes en la pequeña pantalla. 

“¿Alguien se imagina a Paz Vega en nuestra cárcel de mujeres? No te la creerías. El público está asqueado de ver las caras de siempre”, apunta Álex Pina. “La tele genera sus propias estrellas, las nuevas series se han convertido en una cantera para el mundo de la interpretación de este país”, advierte Goyo Quintana. Al final, se trataba de elegir entre rostros famosos o tramas atractivas, y los creadores de la nueva ficción lo han tenido claro: “Ahora lo importante es la historia, no la popularidad de los actores que componen el reparto”, concluye Cister.

FOTOGRAFÍA DE CINE

El telespectador no conoce la causa, pero nota su efecto. Nota que la imagen de estas teleseries es más real, más como la vida misma. La luz no es tan dura como la de las series de antes y la textura recuerda a la del cine. Teresa Fernández-Valdés y Ramón Campos explican el truco: “Ahora no iluminamos desde arriba, como hacíamos antes, sino que lo hacemos desde abajo. Esto le da más naturalidad a la luz. Ya no es tan de plató, tan de teatro”, cuentan. Pero hay más: “Antes grabábamos con tres cámaras. Ahora solo con dos. Al desaparecer la tercera cámara, desaparece también la cuarta pared. Ahora el escenario es de 360 grados. Esto da más sensación de realidad”, explican los productores de Bambú.

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La factura visual de las nuevas producciones participa de un nivel de riesgo nunca visto hasta ahora en la ficción televisiva. “En 'Vis a vis' solo se ve el color gris de los muros y las franjas amarillas que identifican a la cárcel Cruz del Sur, pero es suficiente para que el espectador reconozca la serie. La imagen forma parte de nuestra identidad de marca”, señala Álex Pina

GRABACIONES EN EXTERIORES Y RECURSOS TECNOLÓGICOS

Spoiler técnico para los fans de 'El Príncipe': en realidad, la serie no se graba en el peligroso barrio ceutí. “Habría sido una locura meternos allí para trabajar. En su lugar, ensamblamos las imágenes de sus calles en el plató y así parece que estamos en Ceuta, aunque nos encontremos en Madrid”, explica César Benítez. Este recurso, que hace poco habría sonado a ciencia ficción, evidencia el nivel de sofisticación que manejan hoy las productoras españolas. Por otra parte, los recursos digitales hacen posible la cuadratura del círculo: con menos presupuesto que antes, las series de hoy ofrecen más calidad que nunca. “Hacer un capítulo de 'El Caso' cuesta un 30% menos que uno de 'El comisario'. Sin embargo, el resultado no tiene nada que ver”, compara César Benítez. 

Las series han roto los muros de los platós y cuentan con más horas de grabación en exteriores que nunca. Esto da realismo a las historias, pero dificulta su realización. Los productores conviven con un problema añadido: las series internacionales duran 50 minutos, pero aquí las cadenas obligan a alargar los episodios hasta los 70, para así poder intercalar varios cortes publicitarios durante la emisión. “Este es uno de nuestros mayores retos”, confiesan los responsables de Bambú.

Aun así, las producciones españolas causan asombro en los festivales internacionales. “Cuando explicamos todo lo que hacemos con estos presupuestos, no nos creen”, revela Álex Pina. ¿Cuál es el secreto? “La pasión. Todos los que trabajamos en esto estamos enamorados de nuestro trabajo. Donde no llega el presupuesto, está el esfuerzo”, concluye Javier Olivares.