Lluís Gavaldà: el pop catalán se hace mayor

Lluís Gavaldà pasea por las calles de Tarragona, ciudad que se cuela en muchas de sus canciones.

Lluís Gavaldà pasea por las calles de Tarragona, ciudad que se cuela en muchas de sus canciones. / FERRAN SENDRA

IMMA MUÑOZ / TARRAGONA

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"¡Pero qué guapo estás!". "¡Tú sí que estás guapa!". Por más que él diga que aquí puede pasar inadvertido, y que eso es lo que le permite "curiosear" parapetado tras sus gafas de sol y acabar extrayendo canciones de esa supuesta indolencia, pasear por la Part Alta de Tarragona con Lluís Gavaldà obliga, cuando menos, a cuestionar sus palabras. Al menos cuatro interacciones de este estilo con transeúntes se producen en las dos horas y media que pasamos con él. La cordialidad con la que responde también hace dudar de la "fobia social" que asegura tener. "Soy hablador, pero la gente me da como miedo", se reafirma. Pues nadie lo diría viéndole en el escenario. "Es que ahí me transformo. Mi padre dice que en los conciertos no me reconoce del todo. ‘Estás muy contento siempre, eufórico’, se sorprende. En la vida real soy mucho más introvertido".

De los escenarios, con sus inseparables Joan Reig y Falin Cáceres, los otros dos componentes de Els Pets, el grupo que ha puesto la localidad tarraconense de Constantí en el mapa, no se ha bajado en las últimas tres décadas. 30 años. Se dice pronto. Se cumplen justo ahora, y lo celebran con la aparición de un pack especial, de edición limitada y numerada, que contiene un cedé con 12 canciones, un pendrive con dos temas más y varios objetos que gustarán a los fans. Casi todas las canciones de este disco conmemorativo, con la excepción del inevitable 'Bon dia' y de 'Sortiràs al carrer', de su cuarto disco, 'Brut Natural' (1994), son de sus cuatro trabajos más recientes, editados en la última década. Conmemorar 30 años no significa añorar lo que se fue un día, sino celebrar lo que se es hoy.

"Yo soy muy poco nostálgico, la nostalgia me da mucha pereza. Y a eso se suma el hecho de que tengo muy mala memoria"

"Yo soy muy poco nostálgico, la nostalgia me da mucha pereza. Y a eso se suma el hecho de que tengo muy mala memoria", responde Gavaldà cuando se le pide que haga balance de una trayectoria que empezaron con la etiqueta de rock agrícola y la crítica arrugando la nariz, y que ha acabado con la de pop de autor y los críticos haciendo la ola. El milagro empezó a gestarse a partir de su sexto disco de estudio, 'Sol' (1999), con canciones como 'La vida és bonica' y 'Por', pero sobre todo del octavo, 'Agost' (2004), cuyo single homónimo fue elegido por la revista Rockdelux como una de las 25 mejores canciones españolas del año. 

"Empezamos sin aspirar a tener ninguna repercusión ni futuro: no sabíamos tocar, elegimos el peor nombre de la historia del pop, estábamos en Tarragona, un sitio olvidado por las instancias culturales, y cantábamos en catalán. La mayoría de grupos, cuando empiezan, están frescos y hacen sus mejores discos. En cambio, nosotros empezamos con discos muy malos y luego no hemos tenido más remedio que mejorar: no se podía hacer peor", dice Gavaldà. Se define como "obsesivo, neurótico, siempre preocupado: un pupas". Controlador. Muy exigente. Quizá por eso califica con tanta dureza esos inicios. O a sí mismo. "Sin ningún tipo de falsa modestia, puedo decir que soy el peor guitarrista de la música catalana", asegura. 

CONDONS ADULTERATS

Y eso que el salto que ha dado desde empuñó la guitarra por primera vez, con el grupo Condons Adulterats, integrado por él y un amigo armado con un casiotone, ha sido abismal. En el último concierto que dieron, el dúo era un cuarteto, pues se habían incorporado Falin Cáceres y Joan Reig, y al tiempo que firmaban la defunción de Condons Adulterats certificaban el nacimiento de Els Pets. "De los tres, el único que tenía formación musical era Joan, que es hijo de batería y tocaba este instrumento desde niño, primero aporreando botes y, a partir de los 16 años, ya con orquestas locales. Falin se defendía con la guitarra, y siempre decimos que si le asignamos el bajo fue porque era el más bajito de los tres. Yo aprendí a tocar ya muy mayor, y muy rudimentariamente", explica.

"Teníamos un seguimiento muy masivo, pero una repercusión de crítica especializada muy negativa: nos consideraban un grupo xirucaire, de fiesta mayor, 'de la ceba' y poco más..."

Pero eso poco parecía importarle a su público: vendieron más de 20.000 copias de su primer disco, 'Els Pets' (1985), e iban a llenazo por concierto. "Teníamos un seguimiento muy masivo, pero una repercusión de crítica especializada muy negativa: nos consideraban un grupo 'xirucaire', de fiesta mayor, 'de la ceba' y poco más... Así que fue un reto personal intentar ponernos a la altura de la popularidad que teníamos. Nos parecía que la gente nos quería demasiado para lo que les dábamos musicalmente". La llegada del guitarrista y productor Marc Grau, que falleció en 1999 de un cáncer con solo 45 años, fue determinante: "Que dejara El Ùltimo de la Fila para venirse con nosotros fue el subidón de autoestima que necesitábamos, porque nos sentíamos unos intrusos en el panorama musical. Con Marc aprendimos mucho y empezamos a profesionalizarnos", explica. 

El grupo empezó a reservar su cara más "lúdica y epidérmica, más meridional y claramente tarraconense, más de liarla y hacer bailar a la gente sin parar", para los conciertos, y a explotar una faceta con la que Gavaldà, autor de la letra y la música de la mayoría de las canciones de la banda, había descubierto que no se sentía tan incómodo como pensaba: el relato íntimo y cotidiano. "Empecé a entender que escribir canciones que hablaran de mí mismo, algo que me daba tanto miedo, era la mejor manera de ser íntegro y lograr que la gente me entendiera. Y fue gracias a un tema, 'Pantalons curts i els genolls pelats', que hablaba de mi infancia en Constantí y que pensé que no interesaría a nadie. Resultó que todo el mundo me pedía que hiciera más canciones así. ‘Eso me ha pasado a mí’, me decían. Y cuando oyes esas palabras referidas a una canción tuya, ya no puedes renunciar a seguir por ese camino. Es como una droga". 

Se acabó el esconderse tras la escatología, el chiste y la soflama de éxitos primerizos como 'Qui s’ha llufat' o 'No n’hi ha prou amb ser català', en los que las coristas que les acompañaban, Les Llufes, ponían la guinda. "Y llegó este pop costumbrista de Els Pets, este empezar a compartir dudas en lugar de sentar cátedra", resume. 

AMIGOS DESDE LA CUNA

Seguramente a eso se le llama madurar. Gavaldà, Reig y Cáceres son de la misma quinta, 1963, y la amistad les viene casi de la cuna. "Veinte años antes de Els Pets ya éramos amigos. Por suerte, porque la convivencia en un grupo es difícil. Vives momentos de mucha intensidad emocional, de adrenalina disparada y no controlas el genio. Además, cuando eres tú quien escribe la mayoría de las canciones –Joan compone pocas, aunque son las mejores– corres el riesgo de pensar que eres imprescindible y tus compañeros, no. Y eso es un gran error, porque la química de un grupo la conforman todos sus miembros. Joan y Falin tienen una paciencia infinita conmigo, me saben llevar muy bien. Y menos mal, porque después de la grabación de cada disco, yo lo habría dejado", se sincera Gavaldà.

De hecho, el cantante ha tenido un par de apagones a lo largo de su carrera que han preocupado a los fans. En el 2013, antes de empezar la gira de presentación de 'L’àrea petita', su último trabajo de estudio, una crisis de estrés le obligó a suspender varios conciertos. El bombazo de 'Bon dia' también le pasó factura. "Fue una época complicada, aquello de ‘cuidado con tus sueños, que tal vez un día se cumplan’. Superada la etapa del rock català, cuando ya estábamos resignados a sobrevivir de las rentas de aquella explosión, se multiplicó nuestra fama por 10, con tantos conciertos, tanta gente... Me sentía un poco mono de feria, con tanta exposición pública, incómodo con tanta atención hacia mí. Así que me fui a vivir a Inglaterra, aprovechando que mi compañera trabajaba allí. E hice el anti-'Bon dia', que fue el álbum 'Sol'. Y ahí empezó la época madura de Els Pets. Qué cosas".

PROFESOR DE INGLÉS

El grupo no peligró, asegura, porque estaba muy a gusto en él. "Solo necesitaba salir del foco". Volver, quizá, a los días en Constantí, cuando lograba comprarse un disco al mes guardando el dinero que le daban sus padres para el desayuno. O a aquellos en que, con la licenciatura de Filología Anglogermánica bajo el brazo y recién llegado de EEUU, abrió una academia de inglés, American School, en la que escuchó por primera vez una canción suya en la radio. "Fue en Cadena 13: 'No n’hi ha prou amb ser català'. Paramos todas las clases y nos reunimos todos en un aula, alrededor del casete que usábamos para los 'listenings'. Fue un momento de euforia inolvidable, de película". Combinó la carrera musical con la docencia, hasta que el éxito del grupo le obligó a hacer demasiadas campanas. "Es una pena –dice–, porque me lo pasaba muy bien, y soy mejor maestro que cantante". 

¿Nostalgia, pese a la pereza, de una vida anterior que solo Falin, que mantiene el empleo que tenía cuando nació el grupo –"aunque ahora es uno de los jefazos", dice Gavaldà–, parece conservar? Tal vez solo necesidad de apearse un rato de la vorágine. "Le estoy dando vueltas a irme una temporadita con toda la familia", confiesa. Pero que no sufran los fans, que la frase continúa: "A un lugar donde no haga tan buen tiempo como en Tarragona y me obligue a encerrarme más a trabajar para volver con muchas canciones". 

Así que va a haber futuro para rato. Y ahora, en el presente, en esta terraza de la plaza del Rei de Tarragona, ¿llega o no llega el balance de estos 30 años? Llega: "Como dice esa gran frase española, que nos quiten lo bailao".