The New Raemon, sin trampa ni cartón

Entre lo 'mainstream' y lo 'indie', el cantautor barcelonés sigue invocando la autenticidad en su último disco: 'Oh, rompehielos'

The new raemon

The new raemon / periodico

IMMA MUÑOZ

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Algunas de las cosas más serias en la vida de The New Raemon nacieron un poco en broma. Como el nombre de sus dos hijas, Jazz y Leia (reflejo de sus dos grandes pasiones), y el inicio de su carrera en solitario. Fue durante un parón de la banda Madee, en la que llevaba más de una década militando. "Escribí mi primer disco en solitario como un pasatiempo. Era verano del 2008, había tenido un desengaño amoroso y necesité volcarlo en canciones. Ricky Faulkner lo oyó y me propuso grabarlo. Y después el sello BCore me ofreció ponerlo a la venta. Yo nunca me había planteado hacerlo. Me daba pudor: era la primera vez que escribía canciones en castellano y el disco era tan autobiográfico, tan con nombres y apellidos, que me daba cierto corte", explica. Así llegó hasta el público 'A propósito de Garfunkel', el disco con el que Ramón Rodríguez, vocalista de Madee, se convertía en The New Raemon. Porque The New Raemon, ese nombre de guerra artístico, es fruto de otra broma.

"Salí una noche de copas con Ricky Faulkner [músico y productor] y Ricky Lavado [bajista de Standstill] y empezamos a hablar de mi cambio de registro, del hecho de que por primera vez fuera a cantar en castellano. Entre risas, dijimos que sería divertido que, después de haber sido toda la vida Ramón Rodríguez cantando en inglés, ahora tuviera un nombre inglés cantando en castellano. 'The New Ramon' dijo Ricky Lavado, y yo le añadí la e. Y así se quedó. Si lo llego a saber, me lo pienso", sonríe. Porque ese disco que debía ser un paréntesis se convirtió en un punto y aparte. Trajo el éxito.

"El aire autobiográfico y sincero, unido a las ilustraciones de Martín Romero, creó un ‘universo The New Raemon’ que hizo que a la gente le cayéramos, mi disco y yo, en gracia", dice el cantautor. Por fin podía dejar su trabajo en una productora ("con el que me ganaba mejor la vida, pero que me hacía menos feliz") y apostar por la música, su pasión desde siempre. "Fue bonito, pero estaba muy asustado: por primera vez tenía la presión de gustar, algo que no me había pasado nunca. Me costó mucho hacer el segundo disco".

Del ascenso al autoboicot

Pero volvió a dar en el clavo de los gustos de la gente: 'La dimensión desconocida' (2009) es otro paso en el camino hacia una ascensión meteórica. "Y entonces me autoboicoteé –recuerda–. Una multinacional me ofreció un contrato leonino, de aquellos de 50 páginas, y vi que podía subir a un tren que me habría dado dinero pero me habría llevado a traicionarme". Dio esquinazo a la tentación con dos discos oscuros ('Libre asociación', en el 2011, y Tinieblas, por fin, en el 2012), en los que quería huir de la comodidad y de la rutina y “hacer las cosas como antes”. “La gente no los entendió –asegura-, pero estoy contento de haberlos hecho porque sin ellos no existiría este quinto trabajo”.

Llegamos así a 'Oh, rompehielos', que es el álbum que le ha puesto de nuevo en las estanterías de las tiendas de discos y que en breve le pondrá otra vez en los escenarios. Como The New Raemon, aclaremos, porque en el tiempo transcurrido entre el cuarto disco y este último ha formado parte de proyectos como Convergència i Unió (como lo leen), con Maria Rodés Martí Sales, y ha escrito un cómic ('Ausencias', ilustrado por Cristina Bueno) y hasta un libro infantil ('Martín Lunallena', ilustrado por Ferran Palau).

"Este disco resume la etapa clara, sencilla, de mis dos primeros discos, y la etapa más oscura, más compleja y ambigua, de los otros dos. Es cercano como los de la primera, pero con la poética de los de la segunda", explica. Y, sigue, como toda su obra, cumpliendo el requisito que él le pide al arte: autenticidad.

Música viva

"La música hoy está superproducida. Se hace un trabajo enorme para encontrar un sonido impecable, una afinación perfecta, imposible, que lo único que hace es deshumanizarla. Y cuando escuchas un disco, o vas al cine, o al teatro, o lees un libro, lo que estás buscando es cierta verdad con la que puedas identificarte. A mí es eso lo que me atrae: poder ver la esencia, el alma, la personalidad del autor", reflexiona.

Y ¿qué mejor manera de conocerle a él que colarse en el comedor de su casa? Así está grabado este disco, con sus sonidos cotidianos colándose entre las notas, con todos los instrumentos tocados por él, sin filtros ni producción excesiva. "Si la voz ha rascado, da igual, así se queda. No quiero discos de virtuoso: quiero discos vivos". Sin trampa ni cartón.

En varios registros

Dice que no se le da bien venderse. "No soy más que un tío con barba que hace canciones". No es mucho más elocuente al hablar de sus discos: "Los hago a mí manera, para que me gusten a mí", como sus admirados Bob Dylan Neil Young. No es fácil clasificarlo. Se le enclava en el indie con toques folk. Mejor escucharle, y mejor aún hacerlo en vivo. Van a tener varias ocasiones de hacerlo, y en varios registros: en solitario (encontrarán fechas de presentación de Oh, rompehielos en www.thenewraemon.com) o, sin ir más lejos con su banda Madee compartiendo escenarios con Mourn, el grupo de sus hijas. Si se están preguntando si es otra de sus bromas, no lo es: fue padre con 19 años y las niñas le han salido artistas y más precoces que él.