UNA historia de LES CORTS... la Torre Rodona

La masía que conquistó una torre de defensa

El devastador ataque de Al-Mansur en el siglo XI motivó la construcción del mirador

Vigía en la planicie 8 Torre Rodona y, detrás, la masía.

Vigía en la planicie 8 Torre Rodona y, detrás, la masía.

LAURA PUIG
BARCELONA

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Al-Masur, más conocido como Almanzor en la península Ibérica, fue un temido caudillo del califato de Córdoba. Entre los años 978 y 1002 están documentados unos 56 ataques contra los reinos cristianos que resistían el empuje de Al Andalus. Entre estas incursiones destaca la del año 985 en Barcelona, que comportó la casi destrucción de la ciudad condal. Tras el paso devastador de Al-Mansur, los pocos supervivientes del ataque decidieron sembrar los caminos y los puntos estratégicos de la ciudad y alrededores de torres de vigilancia. Una de las pocas que se conserva hoy en día en la planicie barcelonesa es la Torre Rodona. «Por este motivo es tan especial esta construcción», resalta Montserrat Pagès, historiadora y conservadora jefe del MNAC. Pagès se encargó también de supervisar las obras de restauración de la torre en 1990.

Situada en el barrio de Les Corts, en la confluencia de las calles del Doctor Salvador Cardenal y de Sabino Arana, esta torre circular (de 5,5 metros de diámetro y 4,5 metros de alto) con puerta elevada --se accedía a ella mediante una escalera de cuerda o madera que luego se retiraba-- de la que se conserva la base, está adosada a una masía también de gran solera.

Los propietarios más antiguos de los que se tiene constancia son los Manterols, según destaca Inma Navarro en su libro Masies de les Corts. Esta familia poseyó la vivienda hasta el año 1448, cuando pasó a manos de los Vidal. Tras el matrimonio de una de las herederas de la familia Vidal con Joan Vinyals, con la cesión del mas al primogénito de la pareja, Benet, la casa adoptó el nombre con el que se la conoció a partir de entonces y que ha perdurado hasta hoy en día: Can Vinyals de la Torre. Esta identificación aún puede verse en una inscripción en el frontispicio de la vivienda.

Benet fue el último payés, aunque acomodado, que moró la masía. Sus descendientes se dedicaron al derecho y ocuparon cargos políticos y religiosos. No tardaron en mudarse a Barcelona, y arrendaron la casa a una familia de agricultores.

«Otro de los hechos singulares que atañen a Can Vinyals de la Torre tuvo lugar en 1714, durante el asedio de Felipe V a la ciudad», explica Pagès. Uno de los herederos de la familia Vinyals, Emmanuel, era amigo íntimo de Rafael de Casanova, el conseller en cap en aquel momento. De hecho, una de sus hijas, Clara, se casó con el hijo del político. «Durante el ataque Borbón, los Vinyals escondieron en una de sus casas a Casanova, y le guardaron también gran parte de la biblioteca de libros que poseía», añade la historiadora.

Represalia

Seguramente, explica Inma Navarro en su libro, a causa de esta estrecha relación, las tropas de Felipe V incendiaron la Torre Rodona el 3 de febrero de 1714 como medida de represalia. Más de un siglo después, en 1894, se encontró un arsenal de armas en la despensa de las botifarres.

Ya en el siglo XX, la vivienda pasó a manos de la familia Güell. Mercè, una hija de Eusebi Güell --mecenas de Gaudí e impulsor de las obras de la colonia, el parque o el palacio que llevan su nombre-- compró la finca en 1925, pero la vendió poco después, en 1932. Los propietarios actuales, el grupo hotelero Husa, la adquirieron en 1972. En los terrenos de la masía erigieron el hotel Princesa Sofía, pero optaron por conservaro la Torre Rodona. La antigua casa alberga las oficinas del grupo.