un vecino llamado... Carles Canut, actor y director de la Fundació Romea

«La vida de barrio, sin coches y jugando en la calle, es irrepetible»

El actor Carles Canut tiene en el barrio en el que vive, Nova Esquerra del Eixample, su particular ciudad dentro de Barcelona. En un puñado de calles tiene a mano a casi todo lo que precisa para sentirse a gusto en la urbe que vio nacer a este pallarés de raíces profundas.

La Villarroel Sala teatral a cinco minutos de casa«A ESTE TEATRO LE TENGO MUCHO CARIÑO, POR LAS OBRAS QUE HICE EN ÉL A MI VUELTA DE VENEZUELA. REGRESABA A CASA A PIE», RECUERDA

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CARME ESCALES
BARCELONA

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un pallarés nacido en la ciudad y un barcelonés auténticamente de la comarca del Pallars. Así de reversible es la vida del actor Carles Canut que, después de pasar una década de su vida en escenarios venezolanos haciendo carrera teatral, se dio a conocer aquí, en televisión, en 1985 -para el gran público, puesto que no ha abandonado nunca el teatro-, con el personaje de Rafeques, en el programa Vostè Jutja (TV-3). En él, Canut hacía tándem con el periodista Joaquim Maria Puyal, moderando la deliberación de una sentencia en la que un jurado popular analizaba el caso ficticio que presentaba un problema ético o moral.

Con el espíritu crítico de aquella edificante recreación televisiva, el actor, y actualmente director de la Fundació Romea per a les Arts Escèniques recorre sus lugares más habituales en la Nova Esquerra del Eixample en el que vive desde hace ya 26 años. «Mi hermana decidió dejar el piso en el que vivía en este barrio, y nos lo quedamos nosotros», cuenta Canut, refiriéndose a él y a su esposa y madre de sus cuatro hijos. «Fue una casualidad, que nos quedasemos aquí, aunque yo, al tener la cárcel Modelo tan cerca de casa pensé: mira, si algún día estoy dentro, mi familia me podrá traer bocadillos», comenta con humor.

Equipamientos sociales

Recuperando el hilo crítico sobre las polémicas instalaciones de la prisión, que Canut elige para hacerse una de las fotos del recorrido por su barrio, el actor se muestra claro. «En el terreno, hay sitio suficiente para levantar un CAP, un asilo, una zona interior ajardinada, un cine y un teatro y más equipamientos para la ciudad», apunta.

Una ciudad de la cual el actor cuestiona algunos de sus monumentos. «El monumento a Companys, aquella escalera en la plaza de Catalunya, y el que homenajea, teóricamente, a Tarradellas, los preside el mal gusto», opina Canut. El monolito a Josep Tarradellas, el actor lo sufre cada día cuando abandona su calle con su vehículo. «No lo puedo esquivar, vaya donde vaya, lo veo. Y, ¿alguien sabe qué representa? El Guernica, podrá gustarte o no gustarte pero es un símbolo. Ves clarísimamente qué representa y se hace respetar. Pero, ¿el monumento a Tarradellas, qué tiene que ver con él?», cuestiona el actor. «Y no es una cuestión subjetiva. Además, al verlo pienso ¿dónde están las líneas estéticas de esta ciudad?

Exceptuando su particular punto negro -en la confluencia de las calles de Entença, Berlin, París y avenida de Josep Tarradellas-, Canut se siente a gusto. «El Eixample es comodísimo, y tiene unas buenas aceras amplias para caminar bien, incluso si en ellas hay algunas terrazas de bares», afirma.

«En la esquina de Calàbria con Rosselló tengo la tienda de la ropa que me gusta. Los zapatos en París con Rocafort y la cafetería en la que me gusta desayunar  cada día, la tengo en Rocafort con Còrsega», explica el actor, que apenas sale fuera del barrio a buscar más cosas. «Libros de teatro, a la Millà, en la calle de Sant Pau, que es una de las pocas maravillas que quedan en Barcelona, y el restaurante 18 de octubre, en la calle de Romea, donde voy si quiero quedar bien con alguien. Hacen comida de casa un pelín sofisticada», explica.

Tertulias y amistad

«¿Que no se vive ambiente de barrio en el Eixample? ¡Y tanto que sí! Los matrimonios que hemos llevado a nuestros hijos a la misma escuela, nos seguimos viendo y yo en la cafetería en la que me gusta desayunar, tengo mis tertulias con mis amigos», asegura Canut. «Pero la vida de barrio, sin coches y jugando a fútbol en la calle, eso es irrepetible», añade.

Mientras Nina o Sara -por las mañanas- o Raquel -por la tarde- le  sirven desayuno o merienda, el actor se enzarza en interesantes debates con Juanma y Leo, algunos de sus buenos amigos en la ciudad. «Lo más sano es tener amigos fuera de la profesión y yo, a parte de los de Gerri de la Sal -su pueblo, en el Pallars Sobirà- donde me siento seguro y querido tal como soy, no por lo que soy, ni por mi condición de actor, es aquí, en una mesa de La Pla, con los amigos del barrio», asegura.

«Yo soy como los camaleones, podría vivir en cualquier sitio, pero estoy muy bien aquí. El Eixample es muy luminoso, estoy encantado con los árboles y los jardines Montserrat. Eso sí, en verano, y todos los fines de semana que no tengo teatro, me voy a Gerri», declara. En el Pallars, Carles Canut tiene su paraíso,  donde estudia guiones y ahora prepara la nueva temporada del Romea. «El 19 de septiembre, Artur Mas la inaugurará. Y el 2 de noviembre, vuelve la lectura de Don Juan Tenorio», avanza.