Galápagos. Ecuador

Una ruta por mar en busca de la fauna más salvaje

El Parque Nacional Galápagos, formado por un total de 13 islas mayores y más de 200 islotes y rocas, fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad gracias a su biodiversidad, su interés geológico y su riqueza animal

El Parque Nacional Galápagos fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

El Parque Nacional Galápagos fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. / Andrea Klaussner

María Redondo

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Poco más de 1.000 kilómetros y dos horas de avión separan la ciudad ecuatoriana de Guayaquil del pequeño y ecológico aeropuerto de Seymour, en Baltra, una isla ubicada en el Parque Nacional Galápagos. Este enclave natural fue fundado en 1959 y cuenta con 13 islas mayores y más de 200 islotes y rocas. Además, desde 1978, es Patrimonio de la Humanidad gracias a su diversidad, su interés geológico y su riqueza animal.

A lo largo del camino recorrido entre el aeropuerto y el puerto de esta pequeña isla, ya se avistan iguanas terrestres, tortugas y algún que otro lobo marino disfrutando de una siesta. El asombro entre los pasajeros es considerable y permite anticipar todo lo que está por descubrir durante los días a bordo de una de las embarcaciones más fascinantes de la flota Hurtigruten, el MS Santa Cruz II.

El barco, con capacidad máxima para 90 personas, permite adentrarse fácilmente en lugares poco conocidos. Sus distintos itinerarios por lugares exclusivos brindan grandes oportunidades para observar la fauna y flora con guías naturalistas a bordo que acompañan en cada bajada a tierra y en cada actividad de exploración, ya sea paseos en zódiac, buceo con tubo, tablas de pádel, kayaks y senderismo, entre muchas otras.

Durante las jornadas de la expedición, el juego consiste en encontrar las 15 especies de animales y aves más emblemáticas que habitan en las islas Galápagos.

Buscando a los 'Big 15'

La lista Galápagos Big15 fue configurada entre académicos, naturalistas, científicos y gente local con conocimiento de su entorno. Algunos de ellos solo se localizan en una isla concreta, otros son escurridizos y difíciles de encontrar. Sin embargo, la mayoría son curiosos por naturaleza y el ser humano no les supone una amenaza, por lo que se les puede ver de cerca sin importunarles o, incluso, nadar con ellos, como es el caso de los lobos marinos, los pingüinos y las tortugas. Es, sin lugar a dudas, un privilegio, a la vez que un reto, detectar los 15: Piqueros de patas azules, de patas rojas y de Nazca; lobos marinos de Galápagos y peleteros; flamenco americano; fragata común; tortuga gigante; pingüino de Galápagos; iguana marina e iguana terrestre de Galápagos; iguana terrestre de Santa Fe; gavilán de Galápagos, cormorán no volador y albatros de Galápagos.

Sin apenas depredadores importantes, salvo algún tiburón hambriento o los majestuosos albatros, se podría decir que la pacífica fauna que reside en Galápagos goza de todas las comodidades de un balneario. De hecho, algunas especies que llegaron allí decidieron establecerse y construir su hogar, aunque eso implicara modificar su morfología para adaptarse. Un hecho que constató Darwin en 1835, cuando llegó a este lugar remoto a bordo del Beagle y comenzó su revolución con El Origen de las Especies.

Hoy en día, gracias a distintos programas de conservación e instituciones como la Fundación Charles Darwin y su Estación científica en la Isla de Santa Cruz, estos asombrosos animales viven en su resort de cinco estrellas, sin estrés, con abundante alimento y peligros limitados, dejando que la naturaleza se encargue de sus ciclos vitales.

Los animales que viven en las islas están habituados a la presencia de seres humanos.

Contra el cambio climático

La Fundación Hurtigruten es una colaboración entre Hurtigruten, sus huéspedes, socios y donantes privados. Juntos se unen con el compromiso de luchar contra el cambio climático, fortalecer las comunidades locales y detener el turismo masivo insostenible. Han pasado 130 años desde que fueron pioneros en los cruceros de expedición, y con esta historia son conscientes de la enorme responsabilidad que conlleva su navegación.

Como resultado, ahora están apoyando 41 proyectos ambientales, culturales y sociales en 11 países diferentes. Estos van desde ayudar a las orcas en peligro de extinción en el noroeste del Pacífico y proteger a las aves marinas de Galápagos, hasta asegurar espacios seguros para los niños groenlandeses vulnerables. Que las ondas que creamos hoy se conviertan algún día en las olas del futuro.