República Dominicana

El azul más bonito del mundo está en Miches

La escritora Rita M. Gardner describió de esta manera sus sensaciones al observar el mar desde Miches, una pequeña localidad pesquera con paisajes excepcionales. 

La localidad es, de momento, menos conocida que Punta Cana o Santo Domingo, pero se están desarrollando nuevas infraestructuras turísticas

Miches

Miches

Contenido ofrecido por Mitur

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La escritora americana Rita M. Gardner pasó su infancia en Miches. Cuando contaba con apenas unos meses, su padre decidió trasladar a su familia a una finca en República Dominicana que contaba con una extensa plantación de cocos, muy cerca de Miches. A los cinco años se trasladaron a vivir a este pequeño pueblo pesquero. En el año 2014 escribió las memorias de aquellos días, que tituló The Coconut Latitudes: Secrets, Storms, and Survival in the Caribbean. 

En esas páginas recuerda con todo detalle la llegada al lugar. Un poco antes del pueblo, el padre detuvo el vehículo e hizo subir a toda la familia a una roca para señalarles un punto en el horizonte: «Ahí está, nuestro nuevo hogar». Rita tenía ante sí una vista que se extendía hasta el agua más azul que había visto nunca, una bahía de luz tan brillante que tenía que parpadear continuamente para no quedar cegada. Aquellos paisajes calaron tan hondo en la escritora que los recuerdos de esos días permanecieron para siempre. Como confiesa en su biografía, Rita sigue soñando en español, bailando merengue e inspirándose en la naturaleza y el océano. Su color favorito es el azul del Caribe de Miches. 

Varias décadas después del paso de la escritora, el brillo del mar y su gama de tonalidades azules y turquesas aún siguen siendo la carta de presentación del municipio. Playa Esmeralda es una joya de arena blanca y aguas transparentes que dejan avistar el arrecife de coral desde la orilla; El Limón es una playa solitaria, larguísima, rodeada de cocoteros y a la que se asoman las tortugas marinas en primavera. 

Crecimiento sostenible

Miches sigue siendo una pequeña población con mucho colorido, ese color que solo se ve en las casas de madera del Caribe. Los micheros, no más de 30.000, se levantan temprano para salir a la mar a pescar y trabajar duro en las plantaciones de plátano, yuca y coco. Dentro de la línea de sostenibilidad en la que se mueven ese tipo de vida tranquila y el creciente desarrollo turístico de la zona, hay un proyecto de plantación de cocoteros y otras especies de árboles frutales. 

Los pequeños agricultores se estaban decantando este tipo de cultivo por el coste de los plantones y los siete años que tardan en dar los primeros frutos, optando por cultivos como el plátano. Sin embargo, el injerto del plátano tan solo es válido durante 18 meses, en cambio el cocotero produce frutos mensuales durante ochenta años, no altera la composición del suelo y permite los cultivos intercalados. De esta manera, se está abriendo un futuro mejor a las generaciones venideras.

Entre las excursiones más destacadas de la zona están el ascenso a la Montaña Redonda y la caminata a la cascada del Parque Nacional Salto de La Jalda, la más alta del Caribe con 120 metros. La carretera que conduce hasta la cima de Montaña Redonda es sinuosa, empinada y está sin asfaltar, predominando los tramos irregulares y rocosos. 

En el trayecto se va adelantando a los campesinos que suben a lomos de sus caballos para cuidar de los cultivos de arroz y plátanos. El recorrido merece totalmente la pena: las vistas desde la cima de Montaña Redonda, a más de mil metros de altitud, son sobrecogedoras. Especialmente si se contemplan montado en uno de los columpios que hay instalados. La panorámica de 360 grados alcanza la Bahía de Samaná, las lagunas Redonda y Limón, Miches, El Seibo, la Cordillera Oriental y alguna de las playas más hermosas del Caribe, a las que llegan las ballenas jorobadas entre los meses de enero y marzo para aparearse en aguas más cálidas. 

Comunidades locales

A la cascada de La Jalda se puede llegar de diferentes maneras, a pie, a caballo o en helicóptero. Si bien la vía aérea es la más espectacular, con un descenso junto al salto de agua, las opciones más lentas nos permiten entran en contacto y dar soporte a las comunidades locales, conociendo sus historias personales, visitando las plantaciones de cacao, degustando diferentes frutos recién cogidos de los árboles o probando la gastronomía más tradicional. 

Además, es la mejor forma de disfrutar de esa exuberante naturaleza tropical y del canto de las aves. En el trayecto podemos ver ejemplares de cigua palmera, el ave nacional de República Dominicana. 

Sabores tradicionales

De vuelta a Miches, conviene dejarse llevar por los olores hasta alguno de los buenos restaurantes locales, en los que podremos degustar platos de pescado fresquísimo con tostones de plátano, una contundente bandera dominicana, el pan de nata o los chicharrones de cerdo, todo acompañado del mabí seibano, conocido como el champán de los pobres, una bebida espumosa que se elabora fermentando raíces, corteza de árbol, azúcar, fruta y aromas como vainilla, canela o nuez moscada, cuya receta y sus variantes son celosamente guardadas y transmitidas de generación en generación.

Al atardecer conviene ir a ver de la puesta de sol a una de esas playas casi vírgenes para contemplar, mecidos por el arrullo de la mar y la brisa colándose entre las hojas de las palmeras, el que para la niña Rita era el azul más bonito del mundo.