Examen al primer año en el exilio
El Barça mantiene una ocupación del 82% en Montjuïc pese a la deserción de los abonados
El club azulgrana, aunque ha perdido más de un millón de espectadores en sus partidos en el Olímpic Lluís Companys, sólo ha bajado seis décimas la asistencia media respecto al Camp Nou
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
El Barça ha perdido más de un millón de espectadores a sus partidos. Dicho así, con la crudeza de la lectura política de las elecciones, habría quien anunciaría el principio de la desaparición del barcelonismo. Pero hay otra lectura de otro número: sólo ha bajado seis décimas la asistencia a los partidos del equipo de Xavi en el crudo exilio de la montaña de Montjuïc.
Terminó la primera temporada fuera de casa del Barça -del Camp Nou, se entiende- y los azulgranas no se han hecho fuertes en la defensa de la atalaya. Cero de cuatro en títulos en el análisis general; 19 victorias en 24 partidos, con un empate (3-3 con el Granada) y cuatro derrotas que fueron aumentando el umbral del dolor: con el Madrid (1-2), el Girona (2-4), el Villarreal (3-5, y punto de inflexión de la monumental crisis que todavía se arrastra) y el 1-4 con el París Saint-Germain que acabó aniquilando las últimas briznas de ilusión. Segundo punto de inflexión, pero solo en lo que se refiere a asistencia al estadio.
La fidelidad del turista
A la inhóspita montaña de Montjuïc han escalado 983.617 personas, culés de toda raza y condición, por más que se haya incidido en la infidelidad del abonado propio (solo 17.064 socios siguieron al equipo) y la fugaz atracción del turista feliz, por otra parte, de pagar altísimos precios por ver al Barça, igual que el pasajero acude en Londres a un musical y paga a precio de oro la butaca detrás de una columna.
Estas 983.617 personas repartidas en 24 partidos arrojan un promedio de 40.984 espectadores por partido. Menos de la mitad de las que acudían al Camp Nou. Tan cierto como que en Montjuïc caben menos de la mitad que el templo medio derruido (99.354 era el aforo en su esplendor, 94.408 era el último tras el derribo parcial de la tercera gradería en octubre de 2022). La media sobre el aforo oficial de 49.472 potenciales asistentes indica que el índice de ocupación ha sido del 82,8%.
¿De dónde venía el Barça? Literalmente del Camp Nou. De haber convocado, durante la campaña 2022-23, la primera después de tres años sin restricción de ningún tipo por la pandemia del covid-19, 2.084.923 personas en 25 partidos.
De haber sellado la mejor asistencia de Europa de un club a un estadio con un promedio de ocupación de 83.396 espectadores y con una ocupación del 88,3% del espacio (frente al 82,8% de Montjuïc). El anterior precedente fiable y comparable data de la campaña 2018-19, cuando asistieron 2.233.332 en 29 partidos y una media de 77.011 espectadores por partido.
Datos de sobreocupación
A los datos oficiales emitidos por el Barça esta temporada, habría que aplicarle una pequeña dosis de mirada pejiguera. Ese aforo máximo presuntamente habilitado se rebasó tres veces, también presuntamente: ante el Madrid (50.112), la primera derrota en el séptimo partido, con el gafe de Mick Jagger en la grada; frente al Nápoles (50.301) y con el PSG (50.309), récord absoluto, despedida de Europa e inicio del declive de la confianza en el equipo.
Antes del culmen europeo, la peor entrada se registró frente al Almería (34.471) y, seguida y sorpresivamente, frente al Atlético (34.568). Desde la dolorosa derrota ante Mbappé y Dembélé y Luis Enrique, el descenso bajó al récord de las 30.167 personas ante el Valencia, en un tempestuoso lunes cabe subrayar, las 35.829 frente a la Real Sociedad y las 35.8223 personas de la despedida frente al Rayo.
El fastidio de Montjuïc
Subir a Montjuïc se dibujó como un fastidio con todas las restricciones de movilidad decretadas por el Ajuntament de Barcelona que el Barça se esforzó con disimular con lanzaderas y autobuses gratuitos. La incomodidad alejó al abonado en la presentación de la campaña del traslado con un aumento encubierto de los asientos,en abril de 2023, precios que luego se rebajaron a la mitad en la rectificación al cabo de un mes.
Con el tiempo se supo que el abonado (han continuado 17.000 de los 83.000 que iban al Camp No) tenía que refrendar sus asistencias en cada partido y, además, no tendría una butaca asignada, sino que sería movido por la organización en beneficio, al parecer, de los turistas ocasionales que iban a pagar más por un día. De ahí que se haya mantenido un cierto espíritu lúdico en la grada, como quedó reflejado en la insólita ola que se hizo en el Barça-Valencia, con 2-2 en el marcador, y después de dos derrotas consecutivas con el PSG y en el Bernabéu, y no se propagara el malhumor del culé local.
Medio año más
Al año en el exilio se le añadirá medio más. Las previsiones de regresar al Camp Nou en noviembre, coincidiendo con el 125 aniversario del club, se han retrasado a enero de 2025. Por mucho que Limak alargue las jornadas laborales para acelerar los trabajos y las obras marchen a buen ritmo.
Tampoco las previsiones de asistencia en el presupuesto actual se han cumplido, y las cuentas de taquillaje son inferiores a las previstas. El club ha invertido 20 millones en adecentar el estadio, y no ha podido cubrir las numerosas deficiencias del recinto, notablemente descuidado por Barcelona de Servicios Municipales, SA (BSM), la empresa que lo gestiona.
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