Atlético 0 Barcelona 3

Un Barça monumental en el Metropolitano clama que va en serio

Lewandowski, con un gol y dos asistencias, lidera el gran triunfo de un equipo azulgrana en el que los adolescentes, los sospechosos y los desheredados comienzan a hacer fortuna. El equipo de Xavi, otra vez expulsado, ya es segundo en la Liga

Lewandowski, Fermín y João Félix celebran uno de los goles en el Metropolitano.

Lewandowski, Fermín y João Félix celebran uno de los goles en el Metropolitano. / Afp7

Francisco Cabezas

Francisco Cabezas

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La belleza no está en la perfección, sino en lo que no se comprende. El Barça ha dejado atrás el tormento de la sala de prensa, del banquillo y de la enfermería para ponerse a jugar con lo que tiene. Con adolescentes (Cubarsí, Fermín, Lamine Yamal, Héctor Fort) que compiten con un palillo entre los dientes. Con estrellas que parecían más cerca del cementerio de elefantes que de los grandes escenarios (Lewandowski). Y con jugadores por los que nadie daba un duro hasta hace tres días (Raphinha, Koundé o Sergi Roberto). Incluso el malquerido João Félix, aun sin moverse, es útil. Es el triunfo de la vida ante el rechazo.

El Barça frustró y pasó por encima de un Atlético -ya quinto- que llevaba más de 14 meses sin perder en casa (Dembélé tuvo entonces la culpa). Y demostró que su progresión es real. Ya es segundo en la Liga y en Europa, por mucho que aguarde el PSG de Luis Enrique y Mbappé, ya ha perdido el miedo.

La extenuación física y emocional producto de las clasificaciones europeas ante el Nápoles y el Inter condicionó de mala manera el plan de partido de ambos entrenadores. Si bien Xavi Hernández perdió a Cancelo antes de viajar –no hubo más detalles de su ausencia– (entró Héctor Fort), a Christensen (cayó en el calentamiento;se hizo hueco a Fermín), y pensó que también debía dar algo de descanso a Lamine Yamal, al que cada vez se le veía más agotado (se coló João Félix), Simeone fue más allá. Dejó el técnico del Atlético fuera del once a su capitán, Koke, y a su futbolista bandera, Griezmann. 

El mando de Gündogan

Las consecuencias a todo eso fueron inmediatas. Al Barça le costó más de media hora entender de qué iba el partido. Gündogan, quien a menudo parece jugar solo, se desesperaba al ver cómo sus compañeros no buscaban desmarques. El Atlético, en cambio, lo que echaba en falta era alguien en condiciones para rematar. No iba a ser Morata, aunque fue Barrios quien erró la mejor opción rojiblanca después de que Ter Stegen fallara en la construcción.

Tuvo que ser Gündogan quien rehiciera el guion. No necesita el futbolista alemán de adornos. Le basta con entender el juego y controlar el tiempo. Recortó justo cuando debía y rajó en canal el entramado de Simeone con un pase vertical que activara, por fin, a Lewandowski y João Félix. El polaco se desentendió del egoísmo propio de quien se dedica al gol, y buscó la manera de asistir donde debía. Y João Félix no tuvo más que confirmar lo que ya se sabe. Puede estar en Babia o pueden ponerlo a parir, que él va a la suya. Puso el pie derecho con insultante pachorra y batió a Oblak ante el enfado de la grada.

Pero lo que debía ser un momento de cierta paz, lo trasladó Xavi al territorio del enojo. Llevaba el técnico un buen rato quejándose del criterio en las faltas y en las tarjetas del colegiado principal, Sánchez Martínez. De Paul ya estaba por entonces repartiendo estopa. Hasta que el árbitro decidió actuar. Primero le sacó una tarjeta amarilla mientras los suplentes del Barça no podían esconder la risa. Y al ver que Xavi seguía a lo suyo, el árbitro lo expulsó. «¿Qué he dicho?», preguntaba el entrenador mientras dejaba otra vez al mando a su hermano Òscar, que comienza a cogerle el gusto a la jefatura.

El control de Lewandowski

No pagó el Barça la ausencia de Xavi. Tampoco el ingreso de Griezmann y Memphis. De hecho, amaneció en el segundo acto recordando que Lewandowski fue en su día el mejor rematador de Europa. A De Paul se le cruzaron los cables y permitió a Raphinha advertir el avance del polaco. El control de Lewandowski previo al martillazo a la red dejó a Oblak con la boca tan abierta como la cadera.

Intentó el Atlético achuchar un poco, sin reparar en que Cubarsí también sabía cerrar el área en el Metropolitano. Y donde no llegó el adolescente, lo hizo Ter Stegen. Dos paradas consecutivas a disparos de Llorente y Memphis sirvieron para que Simeone se convenciera de que aquello no habría manera de levantarlo. Lo dejó claro otra vez Lewandowski, que se dio el gusto de ofrecer otra asistencia, esta vez un centro con rosca que Fermín remató como un ángel suspendido en el cielo. Ya en el añadido, Nahuel se ganó la roja llevándose por delante a Vitor Roque, que también amenaza con unirse a este equipo de los desheredados. Un Barça que va a por todo.