Anda p'allá, bobo
Y siguen cayendo los golpes: victoria de la 'guardia pretoriana' de Laporta
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Era martes de 22 de febrero del 2022. Ferran Reverter, el hombre, el profesional, el gestor, el economista, el gurú de la recuperación económica del Barça, el CEO escogido por Joan Laporta para llevar las riendas empresariales del club presentaba su dimisión, en silencio, huyendo por la puerta trasera.
Cuentan que Reverter, el primero que abandonó el barco sin explicar nada, vio la luz (o la oscuridad) cuando un día detectó que, en el despacho de al lado suyo, donde él estaba reunido con su equipo de trabajo, Laporta estaba reunido con su núcleo duro, lo que ayer Eduard Romeu llamó “guardia pretoriana”, realizando una reunión muy parecida, hablando de los mismos temas que el CEO. Aquel día, Reverter supo que los inquilinos de aquel despacho podían hacerle la vida imposible o ponerle demasiados palos en las ruedas. Y decidió dejarlo.
Romeu se asustó
Romeu, vicepresidente económico del Barça gracias al dinero suyo y de su entonces jefe José Elías, contó a sus íntimos que, al día siguiente de dimitir Reverter, pensó en presentar la dimisión, consciente de que esa pérdida iba a dificultar, y mucho, el trabajo a realizar.
A los que preguntaron por qué no acabó de materializar aquella dimisión que, en aquellos momentos, tenía clarísima, Romeu les explicó que la intervención de su madre fue decisiva, cuando fue a visitarla para explicarle que iba a poner punto y final al sueño de su vida: ser vicepresidente del Barça.
Romeu relató a sus íntimos que su madre le había recordado que en aquella casa, en su casa, uno de los diez mandamientos que existía y se cumplía a rajatabla era que ningún miembro de la familia abandonaba un trabajo a medias “y tú acabas de empezar en el Barça, así que tienes que terminar lo empezado”.
Es evidente que muchos considerarán que el trabajo de Romeu está aún por acabar, como poco está a medio camino de su mandato y de su labor, pero él ha decidido (y lo ha explicado) que el pase a cuartos de final de la Champions (“una auténtica final para nosotros”) cierra el presupuesto de esta temporada y, por tanto, él, que probablemente tenía unas ganas locas de abandonar esa directiva, que tanto ha elogiado hoy, y, por descontado, alejarse de la guardia pretoriana del presidente, liderada por su excuñado Alejandro Echevarria, ha decidido dejar el club de sus amores. Y mamá lo habrá entendido, fijo. Normal.
Sin preguntas, claro
Tanto el discurso de Romeu como el discurso de Laporta forman parte de esta manera tan curiosa de entrar y salir del Barça, del estilo de gobernanza de la entidad y, sobre todo, de la escasa transparencia que existe a la hora de explicar (o no explicar) las cosas que suceden en el seno de la entidad, que ha dejado de ser cristalina desde hace tres años para entrar en la fase de opacidad en la que se encuentra. Sin preguntas, por favor.
Antes de que empezase el nuevo mandato de Laporta ya se fue el vicepresidente económico, Jaume Giró y, cuando se cumplen tres años, se va el segundo vicepresidente económico, Romeu. Da qué pensar ¿no? No al presidente, que sigue “ocupado” pero nunca “preocupado” por lo que ocurre, cómo ocurre y con la oscuridad que ocurre.
En medio se fueron Jaume Llopis, Jordi Camps, Enric Llopart, Reverter, Jordi Llauradó, Jaume Guardiola, Mateu Alemany, Jordi Cruyff, Franc Carbó, Maribel Meléndez, por citar solo unos cuantos de los más de 27 profesionales que han dejado la nave azulgrana, sin contar los motivos, claro.
Quien no se va es la vicepresidenta Elena Fort, que afrontará, ahora, la campaña electoral desde el palco azulgrana. Otro bonito ejemplo.
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