Avance editorial

Lee el primer capítulo de '4 abraçades i 1 tros de paper': el relato de un rescate extremo

El 15 mayo del 2022 Anna Comellas Vilanova, una enfermera de Barcelona amante de la montaña, tuvo un grave accidente en la cueva de Esjamundo, en el Pirineo aragonés. El libro 4 abrazos y 1 trozo de papel, de Laia Bonals, periodista del PERIÓDICO, recoge una emotiva historia de superación personal y amistad, de la cual avanzamos un capítulo.

Anna, Laura, Diego y Julia, compañeros de expedición, minutos antes del accidente

Anna, Laura, Diego y Julia, compañeros de expedición, minutos antes del accidente / Anna Comellas

Laia Bonals

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Todo está borroso. La poca luz que hay en la cueva no ayuda a vislumbrar lo que sucede a su alrededor. Está desorientada. No entiende qué ha sucedido. De repente, alguien la abriga y Anna se hunde en el calor, ajena. Un pequeño placer en ese momento de desconcierto. Reconfortante. Un sentimiento de paz la invade. Hasta ese mismo momento no es consciente del frío que tiene. No sabe dónde está ni qué le ha pasado.

Intenta abrir los ojos, pero le pesan los párpados. Tiene ganas de dormir, de descansar, pero hay algo que le dice que no es el momento. Lucha contra sí misma, contra el vacío y el agotamiento. Quiere dejarse ir y siente el final dentro. La muerte está muy cerca y la arrastra. La atrae hacia la oscuridad, la seduce para que se rinda. Ella se resiste y, después de unos segundos, lo vuelve a intentar. Consigue despegar las pestañas unos pocos milímetros y la oscuridad de la cueva la rodea. La negrura de la noche la abraza, solo rota por los pequeños puntos de luz que la iluminan: los frontales.

Siente una mirada, pero no consigue abrir los ojos lo suficiente para adivinar de quién se trata. Descansa unos instantes y lo vuelve a intentar. Despega un poco más los párpados, que quieren volver a cerrarse ante el estallido de luz que la deslumbra. Está incómoda, pero no se siente con suficientes fuerzas como para moverse para evitarla. Se esfuerza un poco más y, a través del rayo de luz, descifra el rostro de Jorge. La mira con preocupación, sus ojos irradian un terror que le atemoriza. ¿Por qué la mira así? ¿Qué ha pasado?

Todo es confuso y da vueltas a su alrededor. Se siente mareada. Intenta mirar más allá, pero la opacidad de la cueva no ayuda. Al lado de Jorge ve otro punto de luz que la enfoca. Ahora, con las pupilas más dilatadas se acostumbra a la oscuridad. Consigue enfocar la vista y en la silueta que tiene cerca reconoce facciones familiares. Es Laura. En su mirada descubre el horror. ¿Qué hace allí? Arrastra los ojos por todas partes intentando encontrar respuestas, pero su cabeza no encaja las piezas. Tiene la mente en blanco, nada tiene sentido.

Intenta parar el caos que reina en su cabeza. La calma no llega, pero sí cierta pausa que le permite unir puntos y recordar dónde está. Está en la cueva de Esjamundo, en una expedición que forma parte del máster que está cursando sobre rescates de montaña. Su mente se empieza a despertar muy despacio, pero no consigue entender qué está pasando. Está estirada en el suelo, nota el frío de la piedra, y Jorge y Laura la miran, preocupados. La oscuridad empieza a ser amable con sus ojos y, despacio, empieza a definir sus figuras en la negrura de la cavidad. Mira hacia arriba, más allá, y ve dos pequeñas luces que la iluminan desde arriba. Oye unas voces, que reconoce al instante: son Diego y Julia. En su cerebro aparece una nueva imagen: tiene que estar en el fondo de un pozo.

Pero, ¿cómo ha llegado hasta allí? ¿Por qué todo el mundo la mira así? ¿Qué le ha pasado para estar allí abajo? Mientras intenta buscar respuestas, le llama la atención lo que tiene Laura en las manos. Sin hacer ningún movimiento brusco, fuerza la vista para identificar de qué se trata. Un trozo de papel minúsculo, bastante arrugado, con lo que parecen rayas horizontales. Las cuenta: «Una, dos, tres, cuatro, cinco y seis». Es un trozo ridículo, de aquellos que siempre estorban y que sueles encontrar perdido en los bolsillos o en la mochila.

Poco a poco los ojos responden y empieza a enfocar. Las rayas se difuminan y en su lugar aparecen palabras. Descifra las letras, una por una, y lee para ella misma: «Glasgow 3», coronando el pedazo de papel. Es un diagnóstico. «Ostras, no sé quién es, pero esta persona está muy mal», piensa. Como enfermera es consciente de la gravedad: en la escala de Glasgow, el 3 es el nivel de conciencia más bajo que puede tener una persona con vida. Implica un traumatismo craneoencefálico grave. Según el papel, aquella persona ha estado en el umbral de la muerte.

Impactada por la información descubierta, Anna decide seguir leyendo y siente un escalofrío. «Labio inferior izquierdo sangriento, sin dientes parte superior, ¿nariz?, muñeca izquierda y trocánter izquierdo». Identifica un tipo de dibujo junto a cada línea, indicando la zona afectada y marcando el traumatismo. Anna lee cada palabra con detenimiento, interiorizando cada letra, intentando que estas lo ayuden a averiguar qué ha pasado. O al menos, que la auxilien y pongan un poco de luz a toda aquella confusión.

En aquel preciso momento, nota como le gotea sangre de la boca. Y su cerebro hace un clic. Está leyendo su diagnóstico. Ese papel habla de ella.

Portada '4 abraçades i 1 tros de paper'

Portada '4 abraçades i 1 tros de paper' / Símbol editors

El libro '4 abraçades i 1 tros de paper' sale a la venta este jueves 14 de marzo y lo puedes encontrar disponible en todas las librerías.