ANIVERSARIO EN EL BARÇA

Laporta (año III), acorralado

El presidente se enfrenta en su tercer aniversario a una gravísima crisis económica a la que no se atisba salida y debe buscar entrenador, una elección trascendental, para suceder a Xavi mientras se levanta el nuevo Camp Nou

Laporta, nuevo presidente del Barça (7 marzo 2021)

El Barça empieza y acaba en Laporta: retrato de un poder absoluto

Laporta, a su llegada al palco de Montjuïc para asistir al Barça-Getafe.

Laporta, a su llegada al palco de Montjuïc para asistir al Barça-Getafe. / Jordi Cotrina

Albert Guasch
Marcos López
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Este jueves Joan Laporta cumple tres años de su segunda etapa como presidente del Barça. En el primer trienio de su primer mandato gozó de estabilidad deportiva (un único entrenador y un único director deportivo), pero institucionalmente se vio sacudido por la dimisión de media docena de directivos. Ahora es al revés: salvo uno, el resto de la junta le es fiel (no así los ejecutivos). La economía arrastra los pies y el proyecto deportivo sigue sin definirse y todo sucede lejos de la casa del barcelonismo. En ambos terrenos se enfrenta ahora a decisiones perentorias. Si no es un Laporta acorralado, se le parece mucho.

Laporta y Florentino, ante el trofeo de la Supercopa que ganó el Madrid al Barça en Riad.

Laporta y Florentino, ante el trofeo de la Supercopa que ganó el Madrid al Barça en Riad. / Valentí Enrich

Los números rojos ahogan la economía (1)

Cumplido el tercer año de mandato, la presidencia de Joan Laporta vive con la punta del cuchillo pinchando el cuello. La economía del FC Barcelona presenta heridas que la desangran y el tiempo aprieta en contra. Antes del 30 de junio debe taponar las brechas que el maquillaje contable del curso pasado no disimula más.

Las voces de alarma van sonando a babor y estribor. La opacidad de algunas ventas de patrimonio (las palancas) sirvieron para distraer a LaLiga un rato y chutar la pelota hacia adelante, pero los plazos límite siempre acaban venciendo. Por supuesto, nunca debe descartarse otro regate de última hora, especialidad de Laporta en su segunda gobernanza del club, rica en improvisaciones.

De momento, sigue sin equilibrar las cuentas ordinarias. Cada año se produce un desfase de unos 200 millones entre lo que se ingresa y lo que se gasta. Este curso pinta de nuevo a deficitario: la semana pasada trascendió que los números rojos apuntan a unos 30 millones. Podrían ser más. La deuda sigue altísima, de unos 1.200 millones, pese a que hace pocos meses Eduard Romeu, vicepresidente económico, dijo que reducirla era una de sus prioridades. Los 1.500 que se deben por el Espai Barça se contabilizan siempre aparte.

Y luego está Barça Vision, el entramado del negocio digital, una burbuja a punto de explotar, salvo pirueta sobre la bocina. Recordemos sucintamente la situación: Barça Vision se valoró en unos 400 millones que están validados por auditoría con el ulterior propósito de salir en Bolsa. Pero los 200 como consecuencia de la venta del 49% a Orpheus Media y Socios.com no aparecieron por ninguna parte. 

El primer pago de 20 millones se realizó en el momento de la firma, en el verano del 2022 . No llegaron más y se activó la ‘repalanca’. Irrumpió el fondo alemán Líbero y la empresa Nipa Capital, que representa a un enigmático inversor chipriota, que aportaron otros 20. Sin embargo, antes del 29 de agosto debían entregarse 40 más. Ni rastro. Ni con prórroga incluida.

Como se sabe Líbero se bajó del proyecto y desde el FC Barcelona aseguran que el asunto se resolverá en los tribunales. El problema es que deben recibirse otros 60 a final del presente curso. Y 60 más en junio del 2025. ¿Quién se hará cargo? Sin ninguna de esas cantidades, la salida a Bolsa prevista se ha atascado, si no descarrilado. Y el tiempo corre en contra.

A Laporta le urge rascar debajo de esa manga mágica. Como alertó hace unos días Víctor Font, el excandidato presidencial, "hay 400 millones de beneficios vinculados a esta operación que pueden desaparecer de golpe. Esto abriría de nuevo un agujero patrimonial muy grande en el club y agravaría la situación del Fair Play financiero”.

"El Barça tiene opciones que pueden tomar sus dirigentes. Tienen dos o tres jugadores de primer nivel que pueden venderse. Con esto, solucionarían gran parte del problema"

Javier Tebas

— Presidente de LaLiga

Laporta mostró su talante ufano en una reciente entrevista en Rac1 en la que aseguró que el fair play financiero “volverá a estar en orden. Está previsto que lo consigamos sin necesidad de vender jugadores. Estamos a punto de reestructurar la deuda con LaLiga. Debemos acabar de reducir la masa salarial”.

El presidente confió durante mucho tiempo en que el torrente de millones de la Superliga le salvara todas las papeletas. Por sus últimas declaraciones, parece que aún confía. Quizá Florentino Pérez también mantiene la fe. Nadie la siente por Europa. Sin embargo, el Barça tiene prisa. Menos el Madrid, libre de problemas de límite salarial.

Archivo - El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez; el del FC Barcelona, Joan Laporta; y el CEO de A22 Sports, Bernd Reichart, en un desayuno informativo sobre la Superliga en Madrid.

Archivo - El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez; el del FC Barcelona, Joan Laporta; y el CEO de A22 Sports, Bernd Reichart, en un desayuno informativo sobre la Superliga en Madrid. / Oscar J. Barroso / AFP7 / Europa Press - Archivo

El pasado 20 de febrero LaLiga comunicó una capacidad de inscripción del FC Barcelona de 204 millones. Son 66 menos que los 270 de septiembre pasado, fruto del incumplimiento de los pagos de la ‘repalanca’. Según Javier Tebas, la masa salarial del club azulgrana supera los 400 millones.

Debe bajarla en esos 204 millones y mientras no lo haga solo podrá reutilizar el 50% de cada venta de jugador en una nueva inscripción. "El Barça tiene opciones. Cuenta con dos o tres jugadores de primer nivel que pueden venderse. Con esto, solucionarían gran parte del problema. Serían ingresos que no producen intereses de deuda y permitiría pagar a jugadores", apuntó el mandatario. 

La capacidad de inscripción mejoraría si esas ventas fueran de futbolistas de la cantera, sin amortizaciones pendientes. Gavi, Iñigo Martínez y Vitor Roque, inscritos provisionalmente, necesitan que esas cuentas cuadren.

De modo que tres años y cuatro palancas después, Laporta vive acorralado por la economía, pendiente de regresar lo antes posible al Camp Nou y de que la tesorería no se desplome antes de que suene la campana.

Laporta se dirige a la plantilla del Barça ante Xavi, Yuste y Deco, en el vestuario de Sant Joan Despí.

Laporta se dirige a la plantilla del Barça ante Xavi, Yuste y Deco, en el vestuario de Sant Joan Despí. / FCBARCELONA

El banquillo quema a Laporta (2)

Está solo. Él y Deco. No hay más. Mucha gente a su alrededor, pero Laporta se enfrenta, tal vez, a la decisión que marcará la segunda y última parte de su mandato. No tiene la voz cómplice de Johan Cruyff, el gurú que le asesoraba con relajadas charlas en El Montanyà capaz de ser atrevido y rupturista. 

Nada más atrevido en 2003 que apostar por Rijkaard para hacer girar el círculo virtuoso. Nada más rupturista que escoger en 2008 a Guardiola, novato recién llegado del Mini, cuando lo sencillo y tradicional habría sido apostar entonces por Mourinho. 

Pero el primer Laporta tenía esa valentía ‘cruyffista’ fusionado con la sapiencia y sentido común de Txiki Begiristain, el director deportivo que construyó dos proyectos campeones de Europa (2006 con Frank y 2009 con Pep) en menos de un lustro. 

En su primer mandato fue atrevido (Rijkaard) y rupturista (Guardiola), asesorado entonces por Cruyff y Txki. Ahora, el presidente solo tiene a Deco para elegir al nuevo entrenador

Nada de eso tiene ahora el presidente del Barça, que ha transitado en el inicio de su segundo mandato en arenas movedizas. Se encontró con Koeman, herencia de Bartomeu, al que maltrató hasta despedirlo en un avión, de vuelta de Vallecas. Y luego se entregó a Xavi, que era bandera del póster electoral de Víctor Font, a quien derrotó en las elecciones de hace ahora justamente tres años. 

Koeman con Guardiola

Koeman con Guardiola / Reuters / Lee Smith

Pero creía Laporta que el técnico que se había formado en Catar debía pasar antes por el ‘Erasmus’ del Barça Atlétic, tal si fuera Guardiola o Luis Enrique. No fue así. Vino Xavi directamente al Camp Nou, donde conquistó la Liga y Supercopa, títulos que no sirvieron, sin embargo, para asegurar la viabilidad de su proyecto. Y ha sido el propio entrenador quien ha renunciado en enero, por mucho que se quede hasta junio.

A Koeman lo despidió el presidente de mala manera en un avión de vuelta de Vallecas y Xavi se ha ido en enero, aunque sigue hasta junio, hastiado porque no se le reconoce su trabajo

Meses de evaluación para Laporta en la búsqueda del nuevo entrenador (tres tendrá en tres años en su segundo capítulo, uno tuvo en tres en el primero), condicionado, además, por la enorme crisis económica que ahoga el club. Y sin símbolos externos a los que acudir en busca de consulta.

Guardiola, el "sueño húmedo" de Laporta, es feliz en Manchester donde el City le proporciona (y no solo es dinero) todo lo que necesita. Pero le toca al presidente, asesorado por la mirada de Deco, un ejecutivo que se enfrenta a su primera decisión de enorme calado, elegir al sucesor de Xavi. Mucho más que un entrenador porque debe amoldarse a un escenario que no se corresponde con la grandeza del Barça.

La silueta de Xavi Hernández en la rueda de prensa que dio el técnico este sábado.

La silueta de Xavi Hernández en la rueda de prensa que dio el técnico este sábado. / Andreu Dalmau / Efe

Un club con enorme historia, pero sin dinero. Una plantilla llena de adolescentes (Lamine Yamal y Pau Cubarsí) a los que se le exige como símbolos en un equipo donde anidan estrellas que están ya en el camino de vuelta (Lewandowski y Gündogan), mientras la clase media (De Jong, Raphinha y los cedidos Joao Felix y Joao Cancelo) se atasca y no enarbola el liderazgo de un equipo que carece de una paternidad clara.

Hay vestigios de Bartomeu, obra nueva de Laporta y la casa sigue, tres años después, sin construirse con pilares sólidos, tanto que Xavi ya ha dejado dicho que se va, hastiado de que no se le reconozca su trabajo. Falta ver, por lo tanto, la versión que elegirá Laporta para la decisión que condicionará sus últimos años.

O es convencional apoyado en la vía alemana (Flick, Nagelsmann y quien sabe si hasta Tuchel) o se atreve con De Zerbi (Brighton) o cualquier otro técnico joven que se enfrente a ese desafío. A no ser, claro, que Deco seduzca a Luis Enrique para volver a Barcelona.

Maribel Meléndez, directora general corporativa del Barça, Eduard Romeu, vicepresidente económico, y Manel del Río, director financiero del Barça.

Maribel Meléndez, directora general corporativa del Barça, Eduard Romeu, vicepresidente económico, y Manel del Río, director financiero del Barça. / David Ramírez

Masiva salida de ejecutivos del club familiar (3)

La marcha reciente de Maribel Meléndez, la más alta ejecutiva del club, puso en evidencia el cambio drástico en la plana de ejecutivos de la entidad. Entre los purgados y los huidos, Laporta busca la máxima fidelidad de los que le rodean.

Son más de 20 los altos cargos que han dejado de pertenecer a la estructura del club desde que Laporta regresara al sillón presidencial. En el caso de Meléndez, como tantos otros, se exponen "motivos personales". Algunos fueron forzados a marcharse, muchos otros optaron por emprender o buscar una nueva salida profesional. La razón verdadera jamás suele exponerse de forma pública. No conviene a ninguna de las partes.

Desde que proclamara que pretendía llevar la entidad como una empresa familiar, en el sentido de ser gestionada de cerca por unos pocos, el máximo dirigente ha sido criticado por rodearse de familiares, amigos y socios. Algunos de estos familiares ocupan posiciones sensibles, el área de 'compliance', por ejemplo.

Entre los directivos solo se ha producido una baja, la del constructor Jordi Llauradó, que renunció a formar parte de Espai Barça y acabó saliendo de la junta después de que se concediera a la empresa turca Limak el encargo de remodelar el Camp Nou. En comparación con el primer mandato, sale airoso: entonces, a los tres años, ya habían dimitido seis directivos.