Análisis de la realidad azulgrana
El Barça empieza y acaba en Laporta: retrato de un poder absoluto
El dirigente es "el presidente ejecutivo", como él mismo se definió, por lo que asume prácticamente todas las funciones en su segunda etapa al frente de la entidad
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¿Por qué el socio del Barça ha dejado de subir a Montjuïc?
Marcos López
Periodista
El Barça empieza y acaba en él. El Barça empieza y acaba en Joan Laporta, quien en su segundo mandato (2021-…) ha adquirido una condición que jamás ostentó en el primero (2003-10). Es "el presidente ejecutivo", como él mismo se definió, por lo que asume prácticamente todas las funciones - y no se muestra erosionado por la crítica- que le transforman en el jefe absoluto de la estructura del club. Un club, con un presupuesto de 859 millones de euros, angustiado por una deuda que oscila en torno a los 1.200.
El Barça es Laporta .Y Laporta encarna al Barça asumiendo el rol ejecutivo en un momento clave de su historia, con la construcción del nuevo Camp Nou (está previsto que se inaugure al 60% de su aforo en noviembre de 2024), lo que ha obligado a pedir 1.500 millones de euros, mientras aún se no se ha resuelto judicialmente el caso Negreira, por el que el dirigente está imputado por cohecho y otros delitos.
Sin director general
No existe un director general que gestione el día a día del club porque todo pasa por la mesa del despacho del presidente, convencido de que la entidad se debe llevar "como una empresa familiar". Y eso que intentó dotar Laporta de un aire mucho más profesional a su segundo mandato con el fichaje de Ferran Reverter como CEO del club. Pero duró poco el ejecutivo, que vino de Alemania.
Llegó el 1 de julio de 2021 y el 8 de febrero de 2022 "comunicaba al presidente su voluntad de dejar el cargo por razones personales y familiares". Apenas ocho meses y ocho días pilotó el Barça. Luego, ese despacho quedó vacío porque todo quedó asumido por el presidente, quien ha tejido una singular manera de dirigir la institución, expuesta como está al riesgo incluso de convertirse en una Sociedad Anónima, algo a lo que él se opone rotundamente. "He tenido experiencias con y sin CEOS, pero creo que en estos momentos el Barça necesita un presidente ejecutivo", confesó él mismo esta pasada semana a la Agencia Efe.
"He tenido experiencias con y sin CEOS, pero creo que en estos momentos el Barça necesita un presidente ejecutivo"
"El club está organizado de forma coral con un director general para cada una de las áreas y despachan semanalmente conmigo", reveló Laporta indicando que la entidad queda dividida "en 20 áreas de trabajo y responsabilidad", convencido de que es el mejor camino para tener el control absoluto "y más cuando los directivos estamos avalando con nuestro patrimonio y somos responsables de los resultados del club". El aval suscrito para entrar en el palco asciende a 124,6 millones.
Laporta asume que no es habitual la ausencia de ese ejecutivo de máximo rango. Núñez, por ejemplo, en su largo mandato (1978-2000) tuvo la figura de Antón Parera como gerente en la gestión del día a día. El propio Laporta confirió en su primer año del primer mandato (2003-04) esa responsabilidad a Ferran Soriano, transformado ahora en la mente creativa y ejecutiva del City Football Group.
Sandro Rosell empezó (2010) con Antoni Rossich como director general. Y Josep Maria Bartomeu (2014) cesó a Rossich para colocar a Ignacio Mestre. "Es muy importante tenerlo todo controlado y de ahí la organización”, reveló el actual presidente azulgrana. "Una organización que no es al uso de lo que se estudia en las escuelas de negocio, pero también es muy innovadora", apuntó Laporta.
" Es una organización que no es al uso de lo que se estudia en las escuelas de negocio, pero también es muy innovadora"
Y bajo esa innovación dirige al Barça en un evidente momento de desafección social coincidiendo con la demolición del viejo Camp Nou para levantar uno nuevo y el exilio temporal a Montjuïc. El socio se mira este periodo de reconstrucción, tanto económica como deportiva y, al mismo tiempo, institucional, desde su casa. Cada vez sube menos gente a la montaña olímpica.
Sin oposición activa
No existe, además, una oposición activa a Laporta. Se trata de un modelo “sereno”, como suele recordar Víctor Font, el candidato que perdió en las elecciones y luego vio cómo su proyecto deportivo (Xavi en el banquillo y Jordi Cruyff en los despachos) le era arrebatado por el ‘laportismo’, alejado de la batalla diaria.
Aparece el empresario de Granollers de forma estudiada en el universo culé, pero sin ser una plataforma opositora, tipo Elefant Blau, impulsada por Laporta (1997), que intentó sin éxito derrocar a Núñez en sus años finales. El mensaje de Font es alarmista. Y él considera que muy realista porque denuncia que la gestión personalista del presidente está llevando a la entidad a un callejón sin salida.
"O cambiamos y refundamos el Barça o esto acabará mal", dijo Font en octubre pasado en una entrevista que concedió a EL PERIÓDICO. El club se mueve al impulso ‘laportiano’, viviendo asfixiado económicamente, activando ‘palancas’, que son, en realidad, venta de activos del club para sobrevivir y sortear "la ruinosa herencia" recibida de Bartomeu.
Desafección social
El soci no sube a Montjuïc. Solo 17.000 abonados han decidido mostrar su voluntad de subir al Estadio Olímpico, cuya media de asistencia ha ido decreciendo con el paso de los partidos. Y casi 40.000 socios y socias no han regularizado su condición ante el club, lo que ha obligado a ampliar la moratoria dos meses más, hasta febrero de 2024.
El soci parece hibernando como demuestra la escasa participación en la asamblea de compromisarios, órgano de control del club, realizada ya últimamente por vía telemática. Pero ni así se estimula el interés. El equipo de Xavi va y viene, trazando líneas de irregularidad, pese a ganar Liga y Supercopa, mientras la oposición no interviene ya que solo aparece Font y de forma espaciada, quedando la voz crítica de Toni Freixa como algo residual.
Laporta ha tenido incluso hasta problemas de salud por esa densísima agenda de trabajo que tiene cada día. "Tuve un trombo en una pierna como consecuencia de un viaje muy intenso, de casi 16 horas de vuelo”, admitió, tras recordar que ha estado dos meses sin subirse a un avión para recuperarse de forma completa.
Es presidente representativo, director general ejecutivo, portavoz y rostro del Barça post Messi. No tiene CEO ni se le espera. El poder es absoluto para Laporta, ahora revitalizado por el triunfo judicial que avala la Superliga europea, proyecto que abandera junto a Florentino Pérez, el presidente del Madrid.
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