Joan Mir: "He sufrido tanto, tanto, que me niego a soñar"

A 350 Km/h con Emilio Pérez de Rozas

A 350 Km/h con Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Está desaparecido. Vive por detrás de las sombras. Se ha comido mucha porquería y no ha abierto la boca nunca, jamás. Llegó al Mundial flotando y, de pronto, al verle ganar en Moto3, empezó el cántico que provocan todos los buenos, los buenos de verdad: “Que llega Mir, que llega Mir…” Y Mir llegó, aunque le costó Dios y ayuda cerrar su primer título mundialista, el de Moto3 (2017). Luego, porque no quiso perseguir el de Moto2, o sí, pero no le salió. Y, de pronto, ¡toma ya!, campeón del mundo de MotoGP. Repito, de MotoGP (Suzuki, 2020).

Y empezó la cantinela de que si era una oportunidad única, de que si se había lesionado Marc Márquez, de que si solo había ganado una carrera, de que si….¡bicampeón del mundo, señores!, inclínense ante Joan Mir. No todo el mundo es bicampeón y no todo el mundo es campeón de MotoGP. Ni lo fue el monstruo Randy Mamola, ni lo fue nuestro monstruo preferido, el pequeño Dani Pedrosa, un cielo de piloto, un prodigio en la pista.

Heredando equipo

Pero, repito, Mir no hace ruido, Mir va por la vida con zapatos de gamuza, Mir solo quiere tener una moto que le permita ser competitivo. “Ya, pero Mir no se quiere matar”, dicen aquellos que le critican no arriesgar hasta el límite cuando la moto no está en su sitio. Pero Mir sigue empeñado en volver a ganar y a ser campeón del mundo. Y sabe que le costará pero, de pronto, llega a Sepang (Kuala Lumpur, Malasia) y empieza a ver la luz al final del túnel. Y vuelve a estar entre los mejores, que no favoritos (aún).

Joan Mir, esperando salir de su 'boxe', en Sepang (Malasia).

Joan Mir, esperando salir de su 'boxe', en Sepang (Malasia). / JESÚS ROBLEDO

Se ha ido Marc Márquez de Honda, del ‘team’ Repsol, se ha ido la luz, el faro, la referencia y Mir se ha quedado con el equipo de MM93, con el ingeniero Santi Hernández (“¡que claro lo tiene todo, Dios!”, le elogia Mir), para intentar remontar el vuelo. La fábrica alada ha llevado a Sepang un buen proyecto de moto, un motor que, según Jorge Martín (Ducati), “corre una barbaridad”. Y Mir se ríe, porque el comentario viene de un piloto de Ducati. “Tiene guasa, el tema”.

Pero Mir confía en él, confía en Santi Hernández, confía en Alberto Puig, el jefe, confía en Honda y confía en que saldrá adelante. “Todo lo que acaba de pasar en Sepang es una buena señal. Todo, incluso lo que no ha ido bien. Pero me duele en el alma, de verdad, no ser más optimista. No poder decir que vemos la luz al final del túnel. No quiero ilusionarme, ¡me niego a ilusionarme! porque, aunque no es correcto, ni educado decirlo, yo me he comido mucha mierda en los últimos años. Bueno, yo y Marc, por eso se buscó la salida que se buscó”.

"Tengo miedo de creer que podemos pelear con los demás y que, después, todo sea un espejismo. Estamos mejor, pero aún no veo la luz al final del túnel"

Joan Mir

— Piloto del equipo Repsol Honda

Así que aún tardaremos oírle decir a Mir que esto empieza a ser otra cosa, otro mundo. Es más, no tiene muy claro, como retumbaba en la sala de prensa de Sepang durante esta semana, que si Honda hubiese llevado al test de Misano esta moto, MM93 se hubiese quedado para desarrollarla y volver a ganar. “Yo eso soy incapaz de pronosticarlo, pero es verdad que lo que nos prometieron fue una moto así en Misano y no la trajeron, trajeron una con apaños, nada nuevo. Esta moto sí es un paso grande, tanto que, el año pasado, sudábamos sangre, Marc y yo, para bajar del 1.58 en Sepang y esta vez ha sido más fácil. Pero he sufrido tanto, tanto, que me niego a soñar”.

Tanto Mir como el italiano Luca Marini, hermanastro de Valentino Rossi y compañero del mallorquín este año en el equipo Repsol Honda, creen que sufrirán, que tendrán que trabajar duro, mucho y bien para remontar el vuelo, pero le ven cositas a esta moto. El motor empuja, aunque “hemos de conseguir transmitir esa potencia a la rueda”. La aerodinámica es buena. La moto es manejable, aunque falta tracción a la salida de las curvas. “Bueno, el mismo problema de siempre, nuestra tortura en el 2023”.

Joan Mir, junto a su nuevo ingenero, Santi Hernández.

Joan Mir, junto a su nuevo ingenero, Santi Hernández. / JESÚS ROBLEDO

Todo es cuestión de paciencia. “El año pasado, los que nos desesperábamos éramos nosotros, Marc y yo, pues hicieses lo que hicieses, todo seguía igual y, al siguiente gran premio, no había novedades, teníamos la misma moto e idéntica desesperación”. Este año, Honda se ha portado. Hay quien dice que como venganza a que MM93 se ha ido. E, incluso, hay quien comenta que para tentar, de nuevo, a Márquez para que vuelva a correr con ellos en el 2025. El ruido, en ese sentido, es tan inmenso, que no es creíble.

Sonría, por favor

Mir está feliz junto a Santi Hernández y junto a su mano derecha, Carlos Liñán, su nuevo jefe de mecánicos. “Son encantadores, son muy, muy, eficaces, no me extraña que Marc ganase tantos títulos con ellos. La comunicación es muy fluida, te atienden, te entienden y, sobre todo, son herméticos. Puedes comentarles cualquier cosa y queda entre nosotros. Y eso, amigo, forma parte de la clave de un ‘boxe’. Estoy muy contento con ellos, que me hacen ser aún más optimista”.

Aún y con todo, pese al buen crono final, que le colocó entre los mejores (no así Marini, que sufrió horrores los tres días de test), Mir, ya les digo, se niega “a lanzar las campanas al vuelo, nos sobrará tiempo para eso. Yo, al menos, no olvido de donde venimos ¡del infierno! Podemos empezar a sonreír, porque con una sonrisa en la boca, se trabaja mejor. Lo pasamos tan mal el año pasado, que temo que todo esto sea un espejismo”.

Suscríbete para seguir leyendo