APUNTE

Formas de sentirse vivo, por Jordi Puntí

Vitor Roque ilumina la tiniebla del Barça

La contracrónica del Barça-Osasuna: el cambio es Vitor Roque

Vitor Roque rescata al Barça ante el Osasuna

Vitor Roque rescata al Barça ante el Osasuna / Jordi Cotrina

Jordi Puntí

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Ayer, en pleno partido contra Osasuna, me acordé de Ousmane Dembélé. Era la primera vez desde que se marchó. Mi mente vagaba por el césped, más rápida que el balón, y de pronto se me apareció su figura en la banda. ¿Qué minuto sería? Mediada la primera parte, creo, cuando el aburrimiento ya me dominaba —como tantas veces esta temporada— y me dio por pensar que Lewandowski ya no era el mismo porque no tenía quien le sirviera buenas asistencias. Pero no, claro, demasiado fácil. Cien veces mejor Lamine Yamal. Enseguida me dije que mi memoria me estaba traicionando y comprendí que el recuerdo de Dembélé no se imponía por sus mejores noches, sino precisamente por ese hastío que a veces nos provocaba, esa irregularidad capaz de lo mejor y lo peor, y que ahora parecía reencarnarse en lo que veíamos.

Estos días, desde que Xavi anunció que dejaría el club a final de temporada, se han valorado muchos aspectos de su trabajo. Yo tengo claro que nada ocurre nunca por una sola razón. A esta situación se llega por muchos caminos, ya sean las decisiones que ha tomado Joan Laporta, las salidas y llegadas en el cuerpo técnico, la ilusión algo ingenua de Xavi a la hora de aceptar el cargo, o la plaga de lesiones —Pedri, Ter Stegen, Gavi, Íñigo, Raphinha— que han lastrado en exceso sus ideas en el campo. Pero cuando busco una palabra que resuma toda esta etapa, me viene a la cabeza Aburrimiento. Entendido sobre todo como la negación de la Diversión, la Alegría, la Pasión. 

Durante un buen rato, el de ayer fue un ejemplo de esta parsimonia general. Un fútbol lento, con jugadas previsibles, pocas ocasiones, defensas de mantequilla. Todo tan plano que ni siquiera podíamos sufrir. Luego salió Vitor Roque —por el pobre Fermín y no por Lewandowski— y mientras me esforzaba en entender esta excentricidad de Xavi, por no llamarlo injusticia, el brasileño marcó el 1-0. Intenso y motivado, abrió la lata y vimos un atisbo de su futuro. Con la ventaja mínima y el Osasuna jugando con diez, por fin pudimos sufrir de verdad y sentirnos vivos en el más puro estilo culé. Por algo se empieza.