Los defensas marcan y liberan al Barça de un naufragio ante Unionistas (1-3)

El gol que nadie esperaba. El gol que nadie vio venir. El gol que se inventó un central disfrazado de delantero. El gol que salvó al Barça de otra mala noche. O el gol que construyó luego un lateral desde la nada. Ya se ha perdido la cuenta de noches así. Pero donde no llegan los delanteros aparecen los defensas para meter al equipo azulgranas en los cuartos de final de la Copa tras derrotar al solidario Unionistas (1-3) remontando el tanto inicial salmantino.

Primero, Koundé con un derechazo imponente desde fuera del área; después, Balde con una soberbia jugada individual para terminarlo con un espectacular zurdazo. Luego se abrazó emocionado con Xavi porque era un tanto liberador después de aprovechar el bloqueo inteligente de Lewandowski para generarle el espacio necesario al lateral. Y en cuatro fulgurantes minutos, el Barça se libró del sufrimiento que había vivido en una desastrosa primera mitad. 

Sufrió al inicio, vivió mejor al final.

No aprende el Barça. En los primeros 45 minutos demostró ser un mal estudiante. Tiene talento, menos del que se cree y más del que demuestra, pero se toma los partidos con una suficiencia que no se corresponde con lo que es. Ni con lo que cree ser. Ni mucho menos. A los 53 segundos de partido, Losada desnudó a ese equipo vulnerable, sin identidad ni alma.

Otra concesión inicial

Ni, por supuesto, equilibrio defensivo porque a Xavi casi le da un ataque al corazón al ver desde la banda como el Unionistas, un equipo de la Primera RFEF, se plantaba solo en el área de Iñaki Peña, mientras Koundé defendía con la mirada. Hasta se equivocó el defensa francés en la dirección de su carrera, por lo que Losada se quedó solo. Tuvo suerte el Barça. Mucha suerte de que el disparo del delantero del equipo salmantino se marchara silbando justo al poste izquierdo de Iñaki, un meta que también vive asustado porque le llegan por todos lados. Da igual el rival. O el partido.

Ni ese inmenso susto, que sacó los peores demonios de Xavi, que no entendía nada, porque se suponía que su Barça se estaba jugando la vida en la Copa. Nadie lo diría. Solo esa energía juvenil de Marc Guiu, el ‘nueve’ del Barça por delante de Vitor Roque, el brasileño que ha costado 30 millones más 31 en variables, sostenía a un equipo chato. Chato y plano porque su fútbol, espeso y hasta obtuso, no desprendía ninguna emoción.

A la media hora de partido se asistió a un catálogo casi infinito de la desidia azulgrana. Un ataque posicional del Unionistas, que llevó el balón con toda la calma del mundo, tal si estuviera paseando por la orilla del río Tormes, hasta que Serrano aceleró por la banda izquierda, mientras los defensas del Barça se iban aculando en su área de forma desordenada y caótica. Balde, por ejemplo, vio sobrevolar la pelota por encima suyo sin pensar que detrás aparecería Álvaro Gómez para marcar el gol de su vida. Un derechazo imponente. Un tiro furioso que sacudió a toda Salamanca, mientras llenó de indignación al universo culé.

El regalo del Unionistas

A Laporta se le heló el rostro en el palco. Deco no pudo ni reprimirse. A Xavi se le salían las venas. Media hora y 1-0 para el Unionistas. El retrato de la detonación, que pudo ser retardada gracias al gol de Ferran Torres. El empate llegó en el último suspiro de la primera mitad justo cuando el equipo salmantino creyó ser el dueño de la escena y abandonó toda obligación defensiva.

Sacó un córner a favor y se fueron todos al hogar de Iñaki Peña. Y cuando se dieron cuenta João Félix dibujó un delicado pase para que Ferran galopara a campo abierto con 10 jugadores del Unionistas corriendo desesperadamente. No llegaron a tiempo. Y sí llegó la conducción del exjugador del City –tres toques para acomadarse la pelota- antes del disparo final.

Un gol que atenuó el desastre, pero no ejerció de despertador para un Barça que sigue dormido. Tan mal lo vio Xavi que a la hora de partido ordenó un triple cambio (Lewandowski por Marc Guiu; Pedri por Fermín; Gündogan por João Félix) para agitar a su equipo. Ya en el descanso ordenó el debut de Pau Cubarsí, un central que cumplirá 17 años este lunes, porque Christensen padecía molestias físicas.

Tan mal estaba que sacó el técnico a las ‘vacas sagradas’. Pero la eliminatoria quedó resuelta por un derechazo de Koundé desde fuera del área aprovechando que el Unionistas estaba con 10 porque Losada estaba siendo tratado tras el golpe que recibió en su cara de Iñaki Peña.

A partir de ahí, el Barça liquidó la eliminatoria gracias al acierto de los defensas, mientras João Félix se marchaba enfadado por ser sustituido. Pero ni así pudo acabar tranquilo Xavi después de que Iñaki Peña dejara en los últimos minutos un par de valiosas paradas, signo de la inestabilidad que sacude a los azulgranas. La primera fue soberbia; la segunda acción resultó maravillosa dejando su mano derecha para evitar el 2-3.