Una calle deportiva
Un Passeig de Gràcia entre el maratón y el Tour
La gran avenida barcelonesa, de donde partirá la prueba reina de fondo el 10 de marzo de 2024, se llena cada año como principal punto de interés para miles de corredores. Por allí pasó el Tour en 2009 y volverá a partir de 2027 cuando Barcelona acoja la gran salida.
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11 joyas que esconde el Passeig de Gràcia
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana la ciudad era de los coches y todo sujeto que corriera a pie o en bici era algo así como un ser extraño que molestaba e invadía el carril reservado a los vehículos. Nadie podía imaginar que deporte era sinónimo de espectáculo y a la vez de turismo; atletas que llegan a Barcelona para calzarse las zapatillas, colocarse el pantalón corto y la camiseta y disfrutar -o al menos intentarlo- viendo los monumentos más emblemáticos de la ciudad y sumergirse en el asfalto del Passeig de Gràcia como la calle más simbólica de la capital catalana para correr, cada cual según los límites o retos que se marca, mientras se deleita con el paisaje urbano. Del Passeig de Gràcia partirá el 10 de marzo de 2024 el maratón de Barcelona en su nuevo recorrido.
Hace mucho tiempo en esa galaxia del imperio barcelonés costaba conseguir el permiso municipal para celebrar una carrera, por ejemplo, el maratón, y mucho menos hablar de hacer pasar a los atletas por el Passeig de Gràcia. ¡Estáis locos! Era la respuesta que recibían los pioneros de la gran distancia porque había que cortar el tráfico, porque era un trajín de guardias en cada esquina y porque, indiscutiblemente, según la creencia de la época, los maratonianos molestaban. Que se vayan a correr a las afueras, por los pueblos de los alrededores, y que como mucho pisen la montaña de Montjuïc sin que a nadie le importase la tremenda tortura que suponía para las piernas ascender hasta el Estadi Olímpic, donde ahora juega el Barça, tras 42 kilómetros de esfuerzo.
El Passeig de Gràcia para los miles de atletas que cada año participan en el maratón de Barcelona supone como la luz que ilumina las tinieblas del esfuerzo, como si se abriera el cielo, como si los aplausos que reciben del primero al último sonasen más fuerte que en cualquier otro punto de la ciudad; quizá solo el paso cerca de la Sagrada Família puede igualar la sensación de éxtasis que siente cada participante. La avenida marcará el inicio de la prueba en 2024 antes de girar por la Gran Via, con los familiares que animan a los corredores y con centenares de vecinos que ya han comprendido que los deportistas no molestan, que es un gozo para la ciudad que hayan viajado para participar en el maratón y que, además, la idea supone unos ingresos extras para la hostelería barcelonesa.
Desde 2006
No fue fácil acercar el maratón al Passeig de Gràcia. De hecho, el gran artífice de la iniciativa fue Juan Porcar, al frente de RPM, la empresa organizadora de la prueba que tomó en 2006 el relevo de Marató de Catalunya y que, desde el minuto 1 de las conversaciones con el Ayuntamiento de Barcelona, vio claro que la carrera tenía que bordear los grandes monumentos de la ciudad: el Arc de Triomf, la Ciutadella, el monumento a Colón… y, sobre todo, el Passeig de Gràcia, como salida en 2024.
Porque sin el Passeig de Gràcia el nuevo maratón no habría sido lo mismo después de que los fondistas pisasen la avenida por primera vez en 1983, antes de que en 1985 el paso de la carrera volviese a sufrir otro destierro hacia el exterior. La prueba fue creada en 1978, pero en Palafrugell. En 1989 volvió a pasar fugazmente por el Passeig de Gràcia. Llegaron después las salidas desde Mataró hasta que hace 17 años la gran calle del Eixample llegó para quedarse.
Como también tuvo claro el Tour (de nuevo con Porcar al frente de las conversaciones con París) que los ciclistas debían conducir sus bicis el 10 de julio de 2009 por el Passeig de Gràcia camino de Collserola con destino a Andorra. Una cadena humana de barceloneses y turistas aplaudió el recorrido neutralizado de la Grande Boucle por el Passeig de Gràcia, el mismo rincón que sufrió el 26 de agosto de este año el castigo de las tinieblas con el estreno de la Vuelta a España. Se apagaron las luces, se hizo de noche inesperadamente para que cayese el diluvio universal sobre el asfalto del Passeig de Gràcia con los aficionados volcados tras las vallas desde varias horas antes del paso de los corredores.
Por el Passeig de Gràcia pasará de nuevo el Tour a partir de 2027 cuando lleguen a buen puerto las negociaciones entre el ayuntamiento y la organización para que la principal cita ciclista del mundo nazca en Barcelona con un recorrido que no olvidará los monumentos de la ciudad y, ni mucho menos, la calle más famosa.