LA INDUSTRIA DEL FÚTBOL

God save the King, y el fútbol

Elliott felicita a Robertson tras marcar el segundo gol del Liverpool al Wolves.

Elliott felicita a Robertson tras marcar el segundo gol del Liverpool al Wolves. / Vince Mignott

Marc Menchén

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Sorpresivamente, uno de los protagonistas de esta semana en la industria del fútbol ha sido Carlos III. El Rey de Inglaterra dio su tradicional discurso de inicio del curso político y en su agenda quedó clara que la supervisión de la Premier League y el resto de las categorías es una prioridad. La autorregulación que siempre defendieron ha quedado en entredicho, no por un problema de competitividad entre sus propios clubes, sino por la situación económica en la que ha quedado todo el ecosistema: pérdidas de más de 2.500 millones de euros en tres años entre los equipos de las dos principales categorías del país. Una muestra más de que los clubes siempre van a necesitar alguien que les ponga un freno de emergencia, ante el cortoplacismo al que muchas veces empujan los resultados sobre el césped.

Hay quienes promueven que el libre mercado que rige mayoritariamente las economías occidentales debería respetarse en el fútbol. Son los mismos que creen que club se disciplinará por voluntad propia sin necesidad de que nadie le diga cómo debe usar su dinero. Dos problemas: el primero, es que la historia nos ha demostrado que son muy pocos los clubes con esa capacidad de autogestión sostenible, y mayoritariamente se encuentran en Alemania; el segundo, quienes tienen esa creencia no suelen entender la fuerte interrelación que existe entre los distintos clubes y el impacto que decisiones individuales pueden tener en el producto, que es la competición.

En más de una ocasión hemos hablado de cómo Europa concibe la pirámide del deporte, en la que la meritocracia deportiva es la base sobre la que se sustenta todo. Y esa meritocracia, tal y como se ha entendido y se entiende, no puede basarse en hacer un dumping constante, gastando más de lo que realmente se puede generar. Porque ese operar a pérdidas de un club no tiene un impacto en la pérdida de clientes del equipo rival, sino en su posible expulsión del mercado, entendido como un descenso de categoría o una no clasificación para torneos de UEFA.

Relajar la presión

En España, muchos han visto el reciente movimiento de LaLiga de flexibilizar las normas de control económico como una enmienda propia a la austeridad exigida durante la pandemia que ha perjudicado -en su visión- a clubes como el FC Barcelona. Son los mismos que piensan que la autorregulación habría funcionado desde el primer minuto, obviando en su discurso que la contención del gasto ha sido mucho menor a la que exigía comprometer la viabilidad a medio y largo plazo de muchos proyectos por batallar el presente.

En mi opinión, y creo que, de manera acertada, lo que ha hecho la competición es ir relajando la presión sobre los clubes a medida que se ha ido normalizando el flujo de ingresos ordinarios y los presupuestos están más orientados a cumplirse con una menor dependencia a la compraventa de futbolistas. Más tiempo para compensar las pérdidas y que las inversiones que deben traer ingresos futuros no afecten al límite salarial. Y en dos años podremos analizar si deportiva y económicamente las inconscientes fueron LaLiga y Bundesliga, o los errores fueron el descontrol de Ligue-1 o Serie A. God save the King, y el fútbol.

El ‘soccer’ femenino marca el camino

El fútbol femenino es una realidad, y el potencial de revalorización no es el sueño de un puñado de jugadoras y dirigentes, sino un hecho. Y el último ejemplo se ha producido esta semana con el anuncio de la National Women's Soccer League (NWSL), que ha vendido sus derechos de televisión en Norteamérica por 240 millones de dólares en cuatro años; es decir, unos 55 millones de euros por temporada, 40 veces más de lo que tenía garantizado hasta ahora. Además, con un pool de socios audiovisuales que refleja el interés por parte de los gigantes del entretenimiento: CBS, que ya posee Premier y Champions League en la región; ESPN, el canal deportivo de Disney; Prime Video, el brazo audiovisual de Amazon, y en canal en abierto Scripps Sports. El acuerdo pone en valor el trabajo que viene realizando la competición desde hace años, ahora ampliada con nuevas franquicias y un poderío económico que está por ver cómo puede afectar al desarrollo de la disciplina en Europa. Por ponerlo en contexto, el nuevo acuerdo audiovisual de la NWSL multiplica por cuatro al que actualmente tiene la FA Women’s Super League de Inglaterra y por ocho a lo que la Liga F ha conseguido de Dazn y Mediapro para los próximos años. ¿Su potencial de inversión será capaz de hacer migrar a algunos de los mejores talentos del Viejo Continente a Norteamérica?