CHARLA CON EL ARQUITECTO DEL ÉXITO

Entrevista a Quique Cárcel, director deportivo del Girona: "El dolor de aquellos traumas nos ha hecho llegar hasta aquí"

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Quique Cárcel, en La Vinya, el centro de entrenamiento del Girona.

Quique Cárcel, en La Vinya, el centro de entrenamiento del Girona. / Ferran Nadeu

Marcos López

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Llega un pelín tarde a La Vinya, el centro del entrenamiento del Girona. Se disculpa. Viene de Barcelona y un atasco en la autopista por un accidente demora la llegada de Quique Cárcel, director deportivo del equipo que ha revolucionado la Liga española. Prepara un par de cafés, entra al pequeño despacho, con vistas al césped –el equipo ya ha dejado de entrenar y está en el gimnasio preparando el duelo contra el Rayo de este sábado para defender el liderato en la Liga- y se sienta.

En la puerta de al lado, hay otro despacho más grande, donde Míchel y sus ayudantes se dejan las pestañas ante los ordenadores explorando virtudes y defectos del Rayo. Da un sorbo Quique Cárcel al cortado que tiene en su mano derecha y rememora la construcción del Girona que manda en la Liga.

Ahora son líderes, pero ha vivido este club traumas sin fin.

Desde luego. Y curiosamente mi primer trauma aquí lo vivi desde el éxito. Sentí que habíamos hecho algo inusual. Estábamos en Segunda División, con el presupuesto más bajo de la Liga, y nos asomábamos a un posible ascenso a Primera, algo que no había ocurrido nunca. Viví ese momento como algo que tenía en la mano. Jugamos ante el Lugo, ellos no se jugaban nada. Estaba todo preparado para pasar, ganábamos 1-0 y con la sensación de que podíamos haber hecho el segundo con tranquilidad.

¿Y qué pasó?

Pues en un córner, en el minuto 93, nos empatan. En ese momento nosotros teníamos muchos problemas de centrales porque estaban de baja. Y no teníamos gente alta, entonces nos empatan. Nos metió un gol Caballero, un jugador de 1.92 m. Fue en un córner y ahí se acabó un sueño Entonces, le dije a mi gente: 'Hemos perdido una oportunidad histórica, nunca más volverá a pasar'.

¿Por qué?

 Por el tipo de club que éramos y por una sensación de tristeza infinita. Es el vacío. Fue muy duro.

 ¿Qué ocurre luego?

Pues tres días después, pasa lo de Zaragoza. Estaba todo el mundo destrozado, sin energía. Ibamos con esa sensación de vacío, pero ganamos 0-3. Y tres días después, volvíamos a jugar en Montilivi. En aquel momento, Machín, que era el entrenador, intenta dar descanso a algunos jugadores porque si pasamos la eliminatoria nos quedaría la final dentro de tres días. Hace algunos cambios y entonces descubres lo que ocurre. El Zaragoza te gana 1-4. Te gana bien. Ahí es donde aparece ese trauma. Crees que has perdido un tren que nunca más volver a pasar.

"Con el Lugo, y en el tiempo añadido, Caballero, un jugador de 1.92 m, nos mete un gol. Fue en un córner y ahí se acabó un sueño. Entonces, le dije a mi gente: 'Hemos perdido una oportunidad histórica, nunca más volverá a pasar'

Quique Cárcel

— Director deportivo Girona

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¿Y qué se hace?

Lo peor es que habíamos hecho un año muy bueno, pero al no subir ves como muchos jugadores se quieren ir. Es normal, han hecho una gran temporada, tienen ofertas… Es lógico. El día después es muy duro porque el entrenador está vacío y ellos se quieren ir. Y tú estás para convencer a cada uno de ellos para entender que el proyecto sigue y que se vuelven a repetir historias así. 

Quique Cárcel, director deportivo del Girona, posa para EL PERIÓDICO en La Vinya, el centro de entrenamiento del club.

Quique Cárcel, director deportivo del Girona, posa para EL PERIÓDICO en La Vinya, el centro de entrenamiento del club. / Ferran Nadeu

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¿De verdad lo creía?

En ese momento, no. En ese momento es todo tan duro, pero ¡tanto! que no tienes energía para nada. Ese primer batacazo siento que hoy, nueve o 10 años después, me hizo mucho más fuerte y prepararme mucho mejor para lo que luego ha venido. 

"El segundo trauma es aún peor. Nos elimina Osasuna por pequeñísimos detalles. Volver a arrancar se me hacía muy duro, era volver a convencer a todo el mundo. Pero la gente te mira con una sensación que todavía hoy recuerdo: '¿Qué me estás contando, Quique? ¿De verdad lo crees? Sí, Quique, pero yo no puedo más, necesito cambiar de aires' Se querían ir, es lógico"

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¿Por qué?

Porque todo se debe a esa fase de aprendizaje. El dolor de ese trauma nos ha llevado hasta aquí. No de ese solo porque hubo tres más. El dolor de esos traumas nos ha hecho a todos mucho más fuertes.

¿Cómo fue el segundo?

Si lo explico… El segundo trauma es aún peor. El equipo vuelve, a la temporada siguiente, a meterse en la zona de play-off. Nos costó al inicio superar lo vivido, pero luego va a más, con un estilo Machín muy definido. Pasamos contra el Córdoba y nos elimina Osasuna por pequeñísimos detalles. 

¿Qué piensa?

Pues, muy sencillo. 'Esto lo he vivido una vez, ¿ahora qué?.

Quique Cárcel, director deportivo del Girona, posa para EL PERIÓDICO en La Vinya, el centro de entrenamiento del club.

Quique Cárcel, director deportivo del Girona, posa para EL PERIÓDICO en La Vinya, el centro de entrenamiento del club. / Ferran Nadeu

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¿Se planteó abandonar?

No, eso no. Pero volver a arrancar se me hacía muy duro, era volver a convencer a todo el mundo y hacerles ver que lo volveríamos a intentar. Pero la gente te mira con una sensación que todavía hoy recuerdo: '¿Qué me estás contando, Quique? ¿De verdad lo crees? Sí, Quique, pero yo no puedo más, necesito cambiar de aires'. Además, se deben tomar decisiones duras. Siempre creo que debes ser la mejor persona posible para que todo esto te vuelva. 

Usted debe convencer a los demás, pero ¿quién le convence a usted?

Esa es la pregunta. ¡Esa es! He llorado mucho, he llorado mucho. Esa es la realidad. Me he sentido muy triste en muchos momentos, muy vacío. Claro que siempre he tenido a mi familia, a mi mujer, a mis hijos, a mi madre… Han estado ahí en todo momento. Es algo fundamental para volverte a levantar. Pero también he tenido un equipo de trabajo a mi lado (Santi Pou, Juan Carlos Moreno e Iván Hammouch) que siempre me han ayudado a dar el siguiente paso. 

¿No se ha sentido solo?

No, eso nunca. Ellos han estado ahí. El club, por supuesto. Pero el primer paso es que tú tienes que convencerles a ellos que están igual de tristes que tú. Al final, hay momentos que tengo metido en mi cabeza. Bajando en el coche solo de Girona y vas pensando: ¿Por qué me ha pasado esto? ¿Y otra vez? ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué hemos pasado del éxito al fracaso en décimas de segundo? Son momentos que tengo dentro de mi corazón. Son difíciles de explicar y hasta me emociono un poco cuando los recuerdo porque quedan ahí para siempre. 

"¿Quién me convencía a mí? Esa es la pregunta. ¡Esa es! He llorado mucho, he llorado mucho. Esa es la realidad. Me he sentido muy triste en muchos momentos, muy vacío"

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Vuelta a empezar...

Sí, hacemos un tercer año para volver a intentarlo. Y todo esto con presupuestos muy ajustados porque Segunda es durísimo.

¿De cuánto dinero está hablando?

En el primer año era un millón ochocientos mil euros; en el segundo, de cuatro millones y en el tercero de seis o siete. Había clubs, como Betis, que tenían seis o siete veces más de presupuesto. 

¿Qué sucedió en ese tercer año?

Pues que es el primero donde tenemos el respaldo del City Group, eso me liberó porque me permitió explicarle a los jugadores que no era un proyecto a corto plazo y que el Girona no era un equipo pequeño porque habíamos hecho dos play-offs. Era una idea a largo plazo. Hicimos una gran segunda vuelta y conseguimos el ascenso. Entonces, lo viví como una alegría muy grande. Me había quitado un peso de encima. Tuve la sensación de que ese trabajo de hormiguitas había dado resultado. De hormiguitas porque cuando llegamos al club no había nada y tuvimos que crearlo todo. Aquel equipo de Machín tenía una idea muy clara y bien trabajada. Yo fichaba para él. Ese fue un momento muy bonito porque te metes en Primera. 

Asoman, al fin, a la élite.

Pues entras entonces en un mundo desconocido. Yo he visto, como es normal, mucho fútbol. Pero no había estado nunca en ese tipo de fútbol. Todo me creaba dudas. Si los jugadores que me habían dado tanto en Segunda estaban capacitados para estar ahí. Si los fichajes que iba a hacer rendirían porque escogía a jugadores que venían de malos años pero creía que nos podían dar un paso adelante. Todo era una sorpresa, todo. 

Los jugadores del Girona festejan un triunfo ante el futbolín que tienen en el vestuario de Montilivi.

Los jugadores del Girona festejan un triunfo ante el futbolín que tienen en el vestuario de Montilivi. / @GironaFC

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¿Qué ocurrió?

Tuve la sensación de que había una energía preciosa. Había como una electricidad en el ambiente. Todo era nuevo, todo era bonito y vivíamos cada partido como si fuera un acontecimiento. Y lo era. Fue un año bonito desde el inicio, hicimos un partidazo contra el City en la pretemporada. Todos nos quedamos sorprendidos. En la primera jornada hacemos una primera parte de locos contra el Atlético de Madrid, ganábamos 2-0 y ellos se quedan con uno menos. Pero nos remontan. Ahí descubrimos: ‘Cuidado, esto es Primera y has hecho un partidazo increíble, pero el Atlético, con 10, te ha empatado’ Esas cosas que te vas encontrando en el camino sabiendo que iba a ser durísimo, pero a la vez muy bonito.

¿Qué lección saca en esos momentos?

Es la prueba de que nada te puede tumbar. De que hay que mirar siempre hacia adelante y animo a todos a hacerlo. Hay que ser valiente. Sé que todo lo que he vivido es lo que me ha ayudado. Todo lo que está pasando ahora es una gozada. No me siento un privilegiado ni una persona que tenga aires de grandeza. Sé que todo es efímero, todo vuelve, estoy preparado para volver hacia atrás. Quiero disfrutar de estos momentos, sé que los otros están ahí y no se me van. No es muy natural lo que me ha pasado a mí. Ni al club. Es un ejemplo de superación el que hemos hecho todos. Y hablo de los propietarios porque siempre han estado ahí, apoyando en el día después. No era fácil. Nada fácil. Sin esos traumas, no estaríamos aquí. Insisto. 

¿Cómo se digiere tanto trauma?

Pues encontrando durante el camino a personas muy importantes, a gente buena que te va ayudando cuando más lo necesitas. Y también a personas que solo piensan en ellas. Ahí es cuando debes saber diferenciar lo que es tóxico o no. Es algo que yo considero una de mis virtudes. Son los temas emocionales, empáticos, de intentar traer a buena gente. Creo mucho en el karma. La gente cree que un buen director deportivo destaca por los fichajes que hace. Pero para mí es más importante el día a día. Mucho más. Tener buenos jugadores pero, sobre todo, tener buenas personas que te permita crear una familia, un grupo de trabajo unido donde todos empujan hacia el mismo lado. No ves distintas fuerzas. Es ahí donde me siento más orgulloso. 

"Eusebio sentó las bases de lo que estamos viviendo ahora. Sin ninguna duda. No era fácil el Girona pos Machín y él cambió para crear las bases actuales. Lo digo así porque lo siento así. Aunque se consumó el descenso a Segunda. Pero fue un período de aprendizaje brutal para mí"

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Apostó por Eusebio entonces

Sí, es una de las apuestas de las que me siento más orgulloso. El segundo año de Primera es un momento de cambio. Es el pos Machín, sabíamos que iba a ser un momento muy delicado para el club porque se trataba de un entrenador que había dejado huella. Ahí creí que era el momento de hacerlo. Él había conseguido un salto cualitativo muy importante y, sobre todo, muy merecidamente. Nosotros, en cambio, queríamos que el proyecto fuera a través de tener la pelota, apostar por gente joven asumiendo el riesgo que eso implica. Machín lo hizo de 10 aquí, es una persona que admiro mucho. Pero pensé en Eusebio.

Eusebio, en su etapa de entrenador del Girona en un partido en Montilivi.

Eusebio, en su etapa de entrenador del Girona en un partido en Montilivi. / Efe

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Luego, se consumó el descenso a Segunda.

Sí, pero Eusebio sentó las bases de lo que estamos viviendo ahora. Sin ninguna duda. No era fácil el Girona pos Machín y él cambió para crear las bases actuales. Lo digo así porque lo siento así. Fue un período de aprendizaje brutal para mí. Pero, claro, en los procesos siempre se necesita tiempo. Y hasta fracasos. La gente no entendió lo que pasó en esos 10 últimos partidos que nos llevaron a Segunda.

¿Usted lo entendió?

Yo soy el primero que revivo cada jugada, cada acción, cada minuto de esos 10 partidos. Y es para emocionarse porque haces 28 partidos impresionantes en Primera, ganas en Copa al Atlético, ganas al Madrid en el Bernabéu, jugando bien a fútbol y con personalidad. Ahí, en ese momento, están las bases de este Girona de hoy.

Pero el equipo cae, ¿por qué?

Cae, es verdad. Cae por muchas razones, por muchos factores. Hay momentos en que un balón entre o no cambie la historia. Y el balón no entraba. Se iba para el otro lado. Chutaba un jugador del Espanyol, daba la pelota en la espalda del portero y entraba. El equipo jugaba bien, pero no ganaba. Iban pasando cosas semana a semana. Hasta que en los cinco últimos partidos yo sí vi que había un problema. Éramos un club súper virgen. No teníamos experiencia. Es la verdad. Hay que reconocerlo, hay que vivir todo eso. Llevábamos un año en Primera, tienes que pasar cosas así. No era fácil, lo único que intenté es arropar a una persona que nos había guiado en el proceso. Una persona que ahora el tiempo ha demostrado que fue muy valiosa.

¿Y fracasa?

Fuimos entonces un proyecto fracasado porque descendimos. Se me tacha de haberme equivocado. Y es lógico. Pero yo tomé la decisión de ir con Eusebio hasta el final. Si se hubiera evitado caer a Segunda es lo que más orgulloso habría estado. Pero esto ocurre. Es fútbol. Creía que lo mejor era arroparle hasta el último momento.

Como hizo en su momento con Míchel, que estaba en posiciones de descenso en Segunda. Y no lo quiso echar hace dos años.

Hemos demostrado llevar una línea. Lo hicimos con Eusebio en su día. Y luego con Míchel. Si en aquel momento yo hubiera sentido que Eusebio no era el entrenador, lo habría hecho. Pero sentía que era la persona, lo sentía así. Sentía que él nos había llevado a ese proceso y era muy feliz. Se merecía poder acabarlo y se merecía, sobre todo, que yo luchara por él.

Pere Guardiola, presidente del consejo de administración del Girona, en La Vinya, el centro de entrenamiento del club.

Pere Guardiola, presidente del consejo de administración del Girona, en La Vinya, el centro de entrenamiento del club. / .

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Aunque aquella apuesta por Eusebio hasta el último día le costara caro al club. Y a usted.

Claro. Y el primero que he sentido esa decepción he sido yo. Pero entendía que debía hacerlo. Al club y a mí nos cambia totalmente la vida porque tenemos que volver atrás, a empezar de nuevo. Todo eso es muy duro, pero siempre he sido consecuente con lo que hice.

"Hay una persona capital. Es Pere Guardiola, el propietario. Era el quinto año y los traumas no paraban. Ahí noté un momento de cansancio físico, emocional, de estrés. Y Pere lo primero que hizo fue llevarme a Rialp con Pep Guardiola y David Torras, el director de comunicación del club. Fuimos con nuestras familias. Eso me dio mucho apoyo"

Quique Cárcel

— Director deportivo del Girona

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¿Qué pasa entonces?

Pues que ese descenso me lleva a un momento muy complicado para mí. ¡Pero mucho! Ahí sí que tengo que reconocer que hay una persona capital. Es capital porque me ayuda mucho.

¿Quién es?

Es Pere Guardiola, el propietario. Ahí noté un momento de cansancio físico, emocional, de estrés. Era el quinto año y los traumas no paraban. En vez de sentirme solo y de volver a empezar algo que era durísimo porque los jugadores, aunque tenían contrato, se querían ir. Tenía que buscar un entrenador para ascender sí o sí porque el presupuesto iba a ser importante. Ya veía que aquí todo el mundo quería salirse de en medio. Y Pere lo primero que hizo fue llevarme a Rialp con Pep Guardiola y David Torras, el director de comunicación del club. Me llevó con mi familia, con mis hijos, con los suyos, con todos… Eso me dio mucho apoyo, mucha energía porque me sentí arropado. Estar ahí con Pep ves que las cosas van mucho más allá porque es algo humano, cercano, de piel. Ahí me volví a enganchar y crear un proyecto.

Pero no salió bien.

Había un presupuesto importante, habíamos hecho ventas como la de Portu. Pero hice el peor mercado de mi vida.

¿Por qué?

Porque así lo siento. Sí, hice el peor mercado de mi vida. Fui a lo seguro, a lo que complacía a la gente y no a mí. Ese fue uno de los errores más graves de mi carrera.

Más que el descenso a Segunda.

Sí, más. En ese mercado no estuve bien. Y nos quedamos a la puerta del ascenso, jugando en pandemia, fue otro batacazo durísimo. Volvíamos a tenerla, pero la expulsión de Stuani y el gol de Pere Milla del Elche en el último minuto cuando ni habían pasado del medio campo. ¡Pero es fútbol! Al año siguiente, más de lo mismo. Llegamos hasta el último día, ganamos 1-2 en campo del Rayo y piensas: ‘Ya está, de nuevo en Primera! ¡Todo hecho! Pues, no’ Y 0-2, vuelves a caer. Estamos hablando de cuatro no ascensos y un descenso traumático. Estamos hablando de mis primeros siete años en Girona.

¿Qué pensaba?

Pues que, pese a todo, era un éxito. Así me iba a casa y decía: ‘Esto es un éxito, vivir esto cada año. Es un privilegio hacer esto’ Pues estamos en Segunda, pues vuelta a empezar, con humildad y trabajo. Ahí se ve mi evolución. De cómo me lo tomaba al inicio y cómo lo encaro luego. En los primeros, digo: ‘No los voy a vivir más”. Y en los últimos: ‘Vamos, vamos, es un privilegio estar donde estamos’ Y ahí fue la mejor decisión de mi vida.

Míchel festeja el triunfo del Girona en Pamplona ante la mirada de David Torras, jefe de comunicación del club.

Míchel festeja el triunfo del Girona en Pamplona ante la mirada de David Torras, jefe de comunicación del club. / Efe

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¿Cual?

Pues cambiar otra vez. Olvidarme de lo que decían o pensaban y ser, de nuevo, yo mismo. Pasar de intentar subir como sea a crear un proyecto donde el club se sintiera identificado. A ser fiel a mí mismo. A buscar el mejor entrenador de talento y a buscar el talento, si es joven mejor, posible.

"Llamé a Míchél. Y ahí entró en mi vida. Es la cosa más maravillosa que me ha pasado. Ha sido un proceso duro, recuerdo aquellas 12 primeras jornadas. El equipo me encantaba, pero no ganaba. Pero es lo bonito de esta historia. Hoy somos quienes somos por todas estas equivocaciones"

Quique Cárcel

— Director deportivo del Girona

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Y llama a Míchel.

Sí, pero hay una previa. Tras el descenso, pensé en llamar a Míchel, lo conocíamos de su trabajo de metodología en el Rayo y teníamos gente en común, como Pablo Sanz y Albert Celades, habíamos hablado de él. Me fui incluso a ver partidos del Rayo y veía un trabajo brutal en ese equipo. Era justo tras la salida de Eusebio. Pero me tiré para atrás, no hice caso a mi instinto. Y él se fue al Huesca. Allí ya vi que era muy top, subió al equipo a Primera, pero luego lo echaron.

Míchel llevaba siete meses en el paro. Nadie había pensado en él. Ni de Segunda ni de Primera.

Fue muy sencillo. Le llamé, tuvimos una reunión en un hotel de Barcelona. Me presenté allí con Santi Pou, Moreno, Hammouch, con todo mi equipo de trabajo. Le dije: ‘Nos puedes aportar energía, talento, trabajo, metodología…’ Fue una charla muy normal, llena de naturalidad y ya se veía una persona muy cercana y, a la vez, tremendamente exigente. Ahí entró en mi vida Míchel. La cosa más maravillosa que me ha pasado. Ha sido un proceso duro, recuerdo aquellas 12 primeras jornadas. El equipo me encantaba, pero no ganaba. Pero es lo bonito de esta historia. Es parte de un proceso. Y quería meter el balón dentro, una y otra vez. No se lo sacaba de encima.En ese momento, estás con un entrenador valiente. Y lo ves. Lo más normal es cuando las cosas van mal quitarte la pelota de encima. Hoy somos quienes somos por todas estas equivocaciones. Si no nos hubiéramos equivocado mucho, no estaríamos aquí.