Trail
Más de un día corriendo, un ángel de la guarda y la conexión de los últimos de la Ultra Pirineu
Laia Bonals
Redactora de deportes
Laia Bonals es redactora de deporte de El Periódico desde abril de 2023. Antes, formó parte de la sección de deporte del ARA, donde empezó su especialización en deporte femenino la temporada en la que el Barça ganó su primera Champions en Goteborg. Desde entonces, ha sido la especialista en el creciente mundo del deporte femenino, siempre preocupada contar las historias de las atletas que están cambiando el mundo y rompiendo techos de cristal.
Colabora con las emisoras de radio Catalunya Ràdio y RAC1, además de las cadenas televisivas de Gol TV y Teledeporte.
26 horas, 3 minutos y 14 segundos. 100 kilómetros y 6.600 metros de desnivel entre montañas: subiendo hasta la cima y descendiendo hasta el infierno con un calor asfixiante. En ese tiempo, Àlex y Eladio terminaron la Ultra Pirineu más de un día después de que se diera la salida desde la Plaza Porxada de Bagà. No se conocían cuando se terminaba la cuenta atrás y arrancaban la carrera el sábado a las 5:30 h. de la mañana. Sin embargo, este domingo, a las 7:33, llegaron siendo una sola persona, tras crear un vínculo que les unirá para siempre. Àlex y Eladio fueron los últimos en cruzar la línea de meta, en el puesto 620.
El reloj que preside la llegada de la Ultra Pirineu se había tenido que reiniciar. Tras completarse las primeras 24 horas de carrera, volvía a empezar a contar de nuevo, sumándole minutos a una marca que, en realidad, ya era de casi 26 horas. Gilbert esperaba detrás de las vallas. Como tantos otros, esperaba a la llegada de los últimos valientes que venían en tiempo para poder terminar la prueba antes de las 8 h de la mañana, hora de cierre de la carrera.
Él estuvo en esa misma situación hace dos años. Gilbert fue el último en cruzar la línea de meta en la edición de 2021. Sabe perfectamente cómo pesan las piernas, cómo te traiciona la cabeza y cómo cuesta cada metro tras llevar más de un día corriendo. Por ello, desde que lo vivió, ha acudido cada año a recibir a los últimos corredores de la prueba de ultradistancia.
"Un magnetismo"
"Revivir ese momento fue muy especial y emocionante para mí. Vi desde fuera su emoción y la de su familia. Se crea una conexión, un magnetismo, entre los que llevamos muchas horas en las piernas y en la cabeza. Desvarías en muchos momentos, y se crea un ambiente muy bonito con gente que conoces en el camino. Entre los que vamos detrás se crea una unión. Entra en la magia de la ultradistancia", confiesa el corredor, que este año solo ha acudido como espectador a la cita de Bagá.
"Hemos estado hablando. Ha sido una conversación entre tres personas que les apasiona lo mismo, que han sufrido y disfrutado con lo mismo. Verlos llegar, abrazarse a sus familias, cuando les rociaban con el cava... La conexión entre ellos ha sido espectacular. Dos personas que se han conocido en carrera, que han hecho muchos kilómetros juntos y que han querido llegar juntos", añadía.
Pocos minutos antes de las 7:33 horas, empezó a sonar, de nuevo, "El último mohicano". A lo lejos, Àlex y Eladio enfilaron los metros finales, ovacionados y emocionados. Al fondo, a través del arco de llegada, veían a sus familiares esperándoles. Ansiaban sus abrazos. Un último esfuerzo juntos les llevó al éxito, 26 h 3 min y 14 segundos después de cuando echaron a correr.
Cuando empezaron la aventura, sin embargo, no se conocían. Posiblemente habrían coincidido en el día previo, durante los preparativos de la carrera, o habrían cruzado miradas antes de la salida. Antes de la Ultra Pirineu eran dos desconocidos. Pero el destino, o quizá la suerte, hizo que se encontraran cuando Àlex se planteaba abandonar en el quilómetro 70. A sus 50 años afrontaba su primera Ultra Pirineu y a las piernas les faltaba fuelle. Había decidido apuntarse en el último momento a la Ultra para hacerla con un amigo, pero los pocos meses de preparación le estaban haciendo mella y sentía que no podía más. En el 51 ya se le había pasado por la mente, pero su cabeza le decía que podía, que si no se rendía cruzaría la meta. Y justo, a 30 km del final, conoció a Eladio. "Es mi ángel de la guarda", confiesa. Aunque primero él lo fue para Eladio.
Dolores estomacales
Eladio iba a paso firme hasta que se quedó encapsulado entre dos grandes piedras. Àlex se lo encontró y no dudo en ayudarle, consiguiendo sacarlo. A partir de ahí empezaron a compartir la carrera. A medida que restaban quilómetros se fueron uniendo, contándose sus vidas, dándose ánimo y empujándose el uno al otro. Se apoyaron cuando, tanto a uno como a otro, aparecíeron los dolores estomacales y musculares.
A falta de 11 quilómetros, llegaba el momento de echar el resto. "Eladio me ha dicho: '¡Ponte a correr! ¡Que lo hacemos, pero ponte a correr, que no llegamos!'". Y así lo hicieron. De la mano llegaron a Bagà con media hora de margen sobre el cierre, ovacionados por los aficionados que madrugaron para recibirlos y con corredores como Marta Molist (ganadora de esta edición) o Miguel Heras (segundo este año) esperándoles. Porque eso es la montaña. Salir solo, a enfrentarte a la naturaleza y a tu mente, y llegar con una mochila enorme de amistades y aprendizajes.
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