FINAL DE LA EUROPA LEAGUE
Volteretas, cartas y pullas: Mendilibar, un "entrenador del copón" que hace otra vez campeón al Sevilla
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José Luis Mendilibar, el entrenador que anoche condujo al Sevilla a su séptima Europa League, no cerraba sus entrenamientos en el Eibar, otras de sus rarezas contraculturales. Total, ¿para qué? Apenas se acercaba prensa a ese campo de Mondragón llamado Atxabalpe en el que trabajaba el conjunto armero y solo algunos aficionados se dejaban caer por allí de vez en cuando. La privacidad del equipo estaba garantizada, si es que eso le preocupaba a Mendi, que tampoco parecía que así fuera.
Uno de esos seguidores fieles a las mañanas de Atxabalpe era un eibarrés con amplia trayectoria en banquillos modestos, un clásico del fútbol vasco. Y un día frío y lluvioso, marca de la casa en la zona, se acercó al periodista con una reflexión que había rumiado durante semanas, quizá meses.
“Mendilibar es un entrenador del copón, el mejor que he visto yo en el Eibar. Pero no puede entrenar a un equipo mucho más grande que este. Es un tío demasiado frontal y si se topa con estrellitas eso no se lo van a consentir. Fíjate, le fue muy bien aquí, en el Valladolid, en Osasuna… Pero en el Athletic se la pegó”.
Se refería ese espectador a costumbres como la de obligar a los jugadores a dar una voltereta en el suelo (o ‘volatines’, como dice él) cuando fallan una ocasión clarísima. O a comentarios como el que ese mismo día le había soltado a Marc Cucurella tras errar un control fácil: “Joder, eres el peor jugador de Primera División, la madre que te parió”. O los que decía de vez en cuando en rueda de prensa: “Orellana es un ratón verde ‘colorao’. No sabes cómo pillarle. Si tiene un día malo, es un cabroncete, te puede mandar a tomar por saco y le pierdes”.
Seguramente el propio Mendilibar, 62 años ya y una experiencia fallida en el Alavés tras agotar su histórica etapa en Eibar, creía que el tren de entrenar a un equipo de la clase media-alta de LaLiga se le había pasado. Seguramente, en sus paseos con su mujer por Laredo, lugar de veraneo de media Vizcaya y donde tiene un apartamento junto al mar, se imaginaba su próxima etapa en un equipo pequeño, uno de esos que lucha por no descender, la especialidad de la casa.
Mendilibar aceptó la oferta en 24 horas
Y, de repente, le llegó la oferta del Sevilla. En realidad, el encargo estaba a caballo entre una cosa y la otra, pues la magnitud del club hispalense es indiscutible, pero también lo eran los apuros clasificatorios, solo dos puntos por encima del descenso. Por muchos motivos, era el reto de su carrera. Y por eso no tardó ni 24 horas en aceptarlo.
Apenas dos meses después, el resultado de la apuesta de Monchi por Mendilibar es inmejorable. El riesgo de descenso es historia (10 puntos le separan de la zona caliente a falta de la última jornada) y ha llevado al club a su séptima Europa League.
Así que, sí, Mendilibar podía a entrenar a un equipo de un nivel superior. Y sin cambiar ni un ápice su identidad como técnico. Como muestra, lo que dijo de Suso al poco de llegar a Nervión: “Él ya sabe que, si quiere jugar por la derecha, tiene que correr más”. Cuentan que en ese vestuario ha gustado la frontalidad y la naturalidad con la que desembarcó, en comparación con el peculiar estilo en el trato personal de su predecesor, Jorge Sampaoli.
Dmitrovic, Jordán y Bryan Gil
Contó Mendi con una ventaja al llegar, pues en el Sevilla se encontró a tres futbolistas a los que había elevado a los cielos en Ipurua. Marko Dmitrovic y Joan Jordán eran futbolistas de segunda cuando llegaron al Eibar y bajo su tutela acabaron ganándose un fichaje por el Sevilla. Bryan Gil solo era una promesa por descubrir cuando su timidez y él se mudaron temporalmente a Euskadi y nueve meses después el Tottenham pagaba 25 millones y el traspaso de Lamela al Sevilla por sus servicios.
En estos dos meses escasos, el Sevilla ha eliminado al Manchester United y a la Juventus, pura aristocracia europea, y sumó seis victorias en sus ocho primeros partidos de LaLiga, antes de que la distancia con el descenso y la oportunidad de una nueva final europea dejaran el campeonato nacional en un segundo orden de prioridades.
La plantilla, cuentan, ha estado apretando para que continúe en el Sevilla la próxima temporada, aún más después de ganar la final de la Europa League contra la Roma. El club, de momento, no se pronuncia. Él, por descontado, estaría encantado de seguir. Porque los paseos por la larguísima playa de La Salvé están muy bien, pero jugar a las cartas con sus futbolistas en un autobús de un club como el Sevilla solo pasa una vez en la vida para un tipo llano y franco como Mendilibar. ¿Levantar un título europeo? Seguramente, ni en sus mejores sueños.
Aquel espectador de Mondragón se equivocaba al afirmar que Mendi no podía enfrentarse a un reto así, pero acertaba en otra de sus apreciaciones: “Es un entrenador del copón”.
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