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Ali, el más libre (y controvertido) de los héroes

El autor de una nueva biografía sobre la leyenda del boxeo subraya sus luces y sombras, y sus contradicciones. «Era un narcisista, creía que siempre se podía salir con la suya», dice

Muhammad Ali en el el año 1978, en México.

Muhammad Ali en el el año 1978, en México. / REUTERS / JORGE NÚÑEZ

Ignasi Fortuny

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El cuerpo de Muhammad Ali soportó alrededor de 200.000 golpes a lo largo de su carrera como boxeador. Se creyó un héroe indestructible y fuera del ring comprobó que no pudo escapar de ser también un humano imperfecto. No solo por los 30 años en los que convivió con la enfermedad de Parkinson, hasta su muerte a los 74 años, también por las numerosas sombras que el brillo del mito, como suele pasar, ocultó.

El periodista estadounidense Jonathan Eig ha publicado al fin en español ‘Vida de Ali’ (Capitán Swing), una biografía exhaustiva y deliciosamente detallista de un personaje -y de su contexto- que se llegó a llamar a sí mismo “el más grande”. Una biografía no autorizada, por cierto, porque a Eig, a pesar de recibir la propuesta de una de las esposas del triple campeón mundial de pesos pesados, le interesó trabajar con absoluta libertad. “Ali era un narcisista, pensaba que se podía salir con la suya en cualquier contexto. En este sentido me recuerda un poco a Donald Trump”, sentencia Eig en una conversación con este diario desde Chicago. 

El periodista ha tejido minuciosamente la historia de Ali a través de 600 entrevistas a unos 200 personajes vinculados con el que indudablemente es una de las figuras más importantes del siglo XX, también una de las más estudiadas. “Me sorprendió lo inocente que fue en relación a las mujeres y el dinero. Y, a su vez, lo muy mal que trataba a las mujeres, incluidas sus esposas”, comenta Eig. “Y también me sorprendió descubrir que él supo del daño cerebral de los golpes y aún así siguió peleando”, añade.

Una ciudad muy racista

La apasionante vida de Ali, un niño negro crecido en la dificultad y en la muy racista ciudad de Louisville (Estados Unidos), tiene innumerables gestos históricos de rebelión y victoria fuera del ring: desde cambiar su nombre de esclavo (Cassius Marcellus Clay) a oponerse a la guerra del Vietnam. “La importancia de Ali surge fuera del ring. “Fue símbolo de orgullo de la comunidad negra, de los musulmanes, demostró que uno se podía oponer y enfrentarse a la guerra… El boxeo le permitió hacer todo esto, pero no es lo que le hizo importante”, apunta el biógrafo.

Según recoge el libro de Eig, el legendario boxeador llegó a responder a un periodista que de niño su objetivo era “ser famoso en todo el mundo” para “poder rebelarme […], quería decir lo que quisiera, ir donde quisiera. Hacer lo que quisiera”. Y tuvo una gran plataforma para lograrlo: en la segunda mitad del siglo XX el boxeo era un elemento central de la cultura estadounidense. “El deporte siempre ha sido un lugar desde el que liderar los cambios. Son líderes que tienen la posibilidad de señalar a las personas para que vean lo racistas que son”, sentencia el autor de ‘Vida de Ali’. 

La autoestima de Ali era tan grande que se sabía utilizado política y económicamente pero le daba igual. Seguidor de la Nación del Islam, en contra de la filosofía no violenta de Martin Luther King, se posicionó contra la inmigración en uno de sus gestos más hipócritas. “Es importante que dejemos a nuestros héroes tener defectos, y vivimos una época en la que nos apuramos mucho para cancelar a personajes históricos por sus defectos como hombres”, opina Eig. Dentro y fuera del cuadrilátero tuvo a Joe Frazier como antagonista, en lo que fue una rivalidad histórica y que descubrió la toxicidad del protagonista. “Ali le trataba muy mal constantemente, humillándole… Destacó el lado oscuro de la personalidad de Ali”, comenta Eig.

“Acostumbraos a mí”

“Yo soy Estados Unidos. Soy la parte que no reconocéis, acostumbraos a mí. Negro, seguro de mí mismo, arrogante. Mi nombre, no el vuestro; mi religión, no la vuestra; mis objetivos, los míos propios. Acostumbraos a mí”, dijo el boxeador en una de sus declaraciones más célebres. Al mismo tiempo, también llegó a declarar que Estados Unidos era “el mejor país del mundo”. 

Pero, ¿se ha acostumbrado Estados Unidos a los Ali’s del mundo? “Nos sigue costando, peleamos para acostumbrarnos”, responde con sinceridad Eig. Después del asesinato de George Floyd muchos deportistas -en la NBA, y en la NFL con el mediático caso del quarterback Colin Kaepernick…- lideraron las manifestaciones. La respuesta –reconoce el periodista- “fue la salida de muchos blancos a pedir a los jugadores que siguieran con su deporte y se callaran la boca, que no tenían que meterse en política”.

Ali es quizá quien más y mejor representa la unión, endiablada en algunos foros, entre lo político y lo deportivo. Eig no quiere señalarle como la figura negra más importante de la historia, lo deja en “el atleta negro más importante”. “Es un insulto a los atletas sugerir que ellos no pueden ser políticos o politizados. El problema quizá es que generan tantísimo dinero que tienen mucho que perder si alzan la voz”, sentencia Eig.

Durante la entrevista con el escritor se disputa el Mundial de fútbol de Qatar: ¿que habría hecho o dicho Ali, negro y musulmán, sobre el polémico torneo? Eig, que casi casi ha estado dentro de su cerebro lo tiene claro: “Ali fue a pelear a Zaire [en una velada patrocinada por el dictador de la ahora República Democrática del Congo Mobuto Sese Seko], se metía en situaciones políticas complicadas… Como musulmán estaría muy emocionado de ver una Copa del Mundo ahí”.

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