El Barça regala una victoria a Piqué en su despedida

Uno de los últimos supervivientes del mejor Barça de la historia saltó al Camp Nou por última vez. Lo ha hecho en 300 ocasiones contando la de este sábado. Un número redondo. Como redonda debía salir la noche. Para él y para el Barça, que se comió al Almería sin necesidad de usar toda la dentadura y se pone líder provisional. Lo masticó en un arreón de efectividad en los inicios de la segunda parte (2-0). Así se despidió el fútbol del Estadi hasta después del Mundial y así se despidió de Gerard Piqué, uno de los centrales más importantes de la historia del club, sino el que más.   

Todo estaba predispuesto para que las emociones se desparramaran por todos los rincones del carcomido Camp Nou. Quién sabe si también por el palco. Las despedidas suelen servir para limar asperezas. Luego, puede o no quedar mancha. Con la afición, tras los pitos del último partido, asunto solventado. Más espectadores que nunca esta temporada y su nombre coreado como tocaba. Con el presidente Laporta parece que costará más. Quizá son rivales electorales un día. Ya se verá. Cosas del futuro.

Todo estaba predispuesto para una noche de emociones pero la tardanza en solventar el partido, por la imprecisión en los metros finales, evitó que la velada tuviera un aire de acto de homenaje. Más bien sobrevoló un ambiente de frialdad, hasta que Christiansen le sustituyó a ocho minutos del cierre con la victoria en el zurrón. Entonces sí, entonces el Camp Nou se paró para ovacionarle. Para que todos los jugadores del campo se le abrazaran (también Xavi). Para que todos los componentes del banquillo le aplaudieran. Luego, una vuelta de honor, más ovaciones, unas lágrimas sinceras y hasta pronto a un gigante.

Antes, Piqué, competitivo como el que más, cerró su último partido con altura. Se resarció del amargo día del Inter. Cierto que el Almería no le exigió mucho. Actuó con rapidez en los cortes y precisión en las entregas largas, diagonales que siempre se le dieron bien. ¿Su mejor partido de la temporada? Sin duda, aunque el listón, dado el ostracismo imperante, no estaba muy alto. En cualquier caso pudo demostrar a su entrenador que aún podía ser útil, pero las cosas han ido así.

Sin frivolidades

Tuvo la ocasión de irse con un gol, pero quiso guardarse la ornamentación para el final. Primero ganar. Rehusó tirar un penalti con un gesto elocuente a Lewandowski señalado en el amanecer del encuentro. Chuta tú, le vino a decir. Lástima. Seguramente lo habría enfocado mejor. Ni siquiera entre los tres palos disparó el polaco.

No quiso regalos frívolos el capitán ayer, aunque aceptó la cesión del brazalete de Busquets. Si tenía que marcar un gol para endulzar el adiós, se lo buscaría él mismo. Como el remate de cabeza a la salida de un córner a los 12 minutos que se escapó alto. 

En todos los saques de esquina, de hecho, buscó su coronación. Y hubo muchos, porque el partido avanzó como tantos partidos que Piqué ha jugado en el Camp Nou. El cuadro visitante sentado atrás, más tembloroso que astutamente agazapado, y el Barça, como tanteando la pared con los nudillos sin cesar, buscando por donde taladrar. Dominio insultante, pero tardó en abrir un agujero pese a la abundancia de oportunidades en toda la primera parte.

Remate de estrella

Dembélé, que había tenido unos 45 minutos atolondrados y sin brújula (sí, unos de esos días), echó la pared a tierra con un eslalon culminado con un remate de estrella a los dos minutos de la reanudación. Para lo bueno y lo malo, que se suele decir en su caso. Falló pocos minutos después un gol que pareció no querer marcar. Bastante incomprensible lo que hizo, con apenas un defensa bajo los palos. Tan fiable como una piraña en la bañera. 

De Jong amarró el resultado con un remate a bocajarro después de un pase fino como la seda de Jordi Alba, muy competente en su rendimiento de ayer. Ansu Fati no aprovechó el regalito (no acaba de recuperar el ángel que tenía) y el neerlandés fusiló en su turno. Alba debió sentir en algún momento de la temporada que su presencia en la lista de Luis Enrique para el Mundial debía peligrar. No debería, por lo visto ante el Almería.

Con la salida del campo de Piqué, el encuentro languideció, más pendiente de si iba a acabar 3-0 que 2-1 y sobre todo de la vuelta de honor del excepcional central, el futbolista desacomplejado que vivió bajo la luz pública alejado de los clichés. Tan alejado de ellos que se retira un 5 de noviembre, la fecha más rara para una retirada. Y como ganador que siempre ha sido, lo hizo con un triunfo.  

¿El último baile? ¡Por favor! Que la orquesta no se vaya muy lejos. "¡Presidente, presidente!", coreó el público al final. No hace falta decir nada más.

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