JUEGO DE TRONOS

30 años de Barcelona 92: más orgullo que nostalgia

Portada del especial de los Juegos de Barcelona 92, cortada

Portada del especial de los Juegos de Barcelona 92, cortada

Albert Sáez

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Esta ciudad y este país sufren recurrentemente ataques de melancolía. La idealización del pasado forma parte de la genética de todos los nacionalismos, especialmente de los que no tienen un Estado a su servicio. También la épica revolucionaria tiende a guardar en la memoria algunos episodios sobrevalorados que acabaron en fracaso. Las calles de Barcelona atesoran huellas aún de la derrota de 1714 y de la Semana Trágica. Más difícil es encontrar recuerdos de los momentos estelares de esa misma historia, como pudieron ser la revolución industrial tardía del siglo XIX o la impresionante tarea de creación de infraestructuras públicas de la Mancomunitat. El último momento estelar de Barcelona y de Catalunya ha sido la celebración de los Juegos Olímpicos en el verano de 1992. Económicamente, políticamente, culturalmente y socialmente confluyeron en aquellos días lo mejor de esta ciudad y de este país: unas administraciones públicas con voluntad de modernización y de inclusión; un sector privado socialmente responsable; una ciudadanía implicada y empoderada a través de los voluntarios, y un compromiso colectivo por la excelencia.

Irrepetible

El 92 es irrepetible tal y como se produjo. El mundo vivía una incipiente globalización tras la caída del muro de Berlín, España estrenaba europeidad, la transición era aún indiscutible, la totalidad de Catalunya estaba comprometida con el resto de España, Barcelona lideraba con generosidad y acierto. Reconocer ese éxito implica también aceptar que no va a volver a pasar. Lo comprobamos con el fiasco del Fòrum de las Culturas de 2004. Y lo hemos vuelto a revivir con la candidatura para los Juegos de Invierno. El pasado no regresa jamás y buscar sucedáneos no es un buen propósito colectivo.

Orgullo

Respecto a los Juegos Olímpicos del 92 no hay que sentir nostalgia sino orgullo, de lo que somos capaces de hacer y de cómo somos capaces de hacerlo en una de las ciudades más relevantes del mundo en un mundo en el que las ciudades pueden acabar siendo más relevantes que los estados. El orgullo no es simplemente autoestima ni ampara ningún tipo de supremacismo. El orgullo es un acicate para la autoexigencia, podemos hacer bien las cosas porque hemos hecho bien las cosas. Pero cada generación tiene derecho a su propio sueño. Los que hoy tienen la edad de quienes protagonizaron los Juegos del 92 casi ni vivieron la plenitud de aquellos días. Por eso, lo que necesitamos es que sean protagonistas de su propia aventura.

Futuro

Y la aventura colectiva de hoy que debe partir del contexto actual marcado por la emergencia climática, la diversidad interna de una ciudad densa como Barcelona, la necesidad de dar al capitalismo un barniz inclusivo, el empoderamiento de los ciudadanos, la competencia entre ciudades en el entorno digital. Treinta años después, el sueño tiene que ser otro tomando como base el orgullo de aquella gesta. Un sueño que fue protagonizado por personas. Por ello, hemos elegido a las 92 más relevantes, desde el presidente del Comité Olímpico Internacional hasta los voluntarios, pasando por los deportistas que brillaron en aquellos mágicos quince días. El 92 fue un momento estelar también para EL PERIÓDICO como diario. Y este aniversario coincide con su renacer que se fundamenta en el orgullo antes que en la nostalgia. Disfruten de los 92 retratos que ha hecho la redacción para conmemorar este treinta aniversario a lo largo de los próximos quince días.

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