ATLETISMO

El supuesto ridículo de Caster Semenya, eliminada en 5.000 en su regreso a un Mundial

La atleta sudafricana, víctima de una legislación salomónica de la Federación Internacional de Atletismo, se vio obligada a disputar una prueba en Eugene para la que su cuerpo no está preparado

Caster Semenya.

Caster Semenya.

Gerardo Prieto

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Un cálculo de la asociación interAct, dedicada a a defensa de los derechos de las personas intersexuales, estima que alrededor de un 2% de la población mundial tiene alguna característica que no cuadra con los patrones sexuales hombre o mujer. La atleta sudafricana Caster Semenya es una de ellas, una mujer con cromosomas XY y niveles de testosterona similares a los de un hombre, lo que le otorga una ventaja en la actividad física con respecto al resto de las mujeres. Especialmente, en atletismo, en las pruebas de velocidad-resistencia con niveles muy altos en deuda de oxígeno, el mediofondo entre el 400, 800 y los 1.500 metros.

En 2018, a la Federación Internacional de Atletismo se le ocurrió una norma salomónica para tratar casos como el de Semenya, que no es el único, al menos en el atletismo, y en el que están implicadas, entre otras, las burundesas Francine Niyonsaba y Margaret Wambui, o las namibias Christine Mboma y Beatrice Masilingi. El máximo organismo atlético exige ahora medicarse para reducir los niveles de testosterona en estas atletas, o renunciar a las distancias 'machotas', 400, 800 y 1.500 metros, por otras supuestamente menos agresivas.

En la práctica, la nueva norma no resuelve el caso porque las atletas afectadas dejan de ser competitivas, tanto si toman drogas para rebajar la testosterona como si cambian de distancia. Son paños calientes para uno de esos asuntos en los que no se atisba una solución equitativa para nadie.

Las federaciones internacionales de rugby y natación no se han andado con tantos miramientos como la de atletismo, y han prohibido directamente la participación de mujeres intersexuales en sus competiciones. Obviamente, se trata de un parche temporal ya que la normativa choca frontalmente con lo que se entiende por derechos humanos fundamentales.

Descolgada desde el principio

Antes de que la nueva ley entrara en vigor, Semenya llegó a ser la mejor mediofondista del mundo, doble campeona olímpica de 800 (Londres 2012 y Río 2016) y triple mundial (Berlín2009, Daegu 2011 y Londres 2017). Decidió, en contra de su opinión, medicarse, pero se sentía tan floja que enseguida optó por la segunda solución, cambiar de distancia, correr 200 metros, demasiado rápido para ella, o 5.000, demasiado largo para su constitución, fuerte, de mediofondista pura.

Finalmente, respaldada por interAct, llevó su caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo y ahí sigue, a la espera de que se pronuncie la justicia. Semenya cumplirá 32 el próximo enero y las citas deportivas al más alto nivel siguen pasando sin que la atleta pueda competir en condiciones. Su pesadilla comenzó en el Mundial de Berlín, cuando la sudafricana ofreció a los jueces de la Federación Internacional "enseñarles mi vagina porque todos creían que tenía pene". Y la medicación contra la testosterona le provoca taquicardias, según reveló la atleta tras el nacimiento de su segunda hija.

Semenya participó ayer en la eliminatoria de 5.000 en el Mundial de Eugene. Descolgada en el primer kilómetro, acabó decimotercera de 15 participantes. Su vuelta a la gran competición fue sonrojante. Quizás fuera esa su intención, enseñar al mundo lo ridículo de su situación.

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