Camino a Pekín 2022

Quim Salarich, el sueño olímpico de un esquiador

El catalán, especialista de eslalon, logró en diciembre un 'top' 15 en la Copa del Mundo, algo que no sucedía desde que lo consiguió Luis Fernández Ochoa el siglo pasado.

Es la gran baza del equipo de esquí olímpico en los Juegos de Pekín, que empiezan en dos semanas.

El esquiador olímpico Quim Salarich

El esquiador olímpico Quim Salarich / RFDI

Sergi López-Egea

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Quim Salarich viaja con los esquíes a cuestas por medio mundo. A los 28 años ha encontrado un lugar distinguido entre los mejores especialistas del eslalon, la especialidad que mejor se ha dado a quienes quieren competir sobre la nieve en España desde que las imágenes en blanco y negro evocan a Paquito Fernández Ochoa bajando en Sapporo para colgarse la única medalla de oro que la delegación española ha conseguido en cualquier edición de los invernales Juegos Olímpicos. Fue en 1972. En dos semanas comienza la cita olímpica en Pekín.

Su entrada al deporte es común entre muchos esquiadores de ambos sexos que han querido probar suerte con la alta competición. Sus padres, que son de Vic, iban los fines de semana a esquiar a La Molina. Los acompañaban sus hijos Xavier y Quim. Xavier, el mayor, llamó la atención de los monitores de la estación gracias a su destreza. Propusieron a los padres si lo querían apuntar al equipo de la estación. Así fue. Y Quim siguió los pasos de su hermano mayor, hoy entrenador, hasta convertirse años después en la gran estrella del equipo español y el que espera ahora resaltar con una buena actuación en los Juegos de Pekín.

Dos segundos para la gloria

“Si consiguiese salir entre los 10 primeros sería tan diferente. Pero cuando debes ganarte las posiciones entre los 50 últimos todo se complica porque la pista no está en las mismas condiciones por las marcas de las bajadas anteriores. Los cuidadores derrapan con sus esquíes para mejorar la conservación. Pero no es suficiente”, explica Salarich desde las montañas italianas, pues apenas pisa su casa de Premià, donde ahora vive, en la temporada invernal. Y casi en la estival.

Porque, aunque solo parezca un suspiro largo, son solo dos segundos los que muchas veces lo separan de entrar entre el ‘top ten’ e incluso de la lucha por las medallas en cualquier prueba de la Copa del Mundo incluido el eslalon olímpico que se disputará en China el miércoles 16 de febrero, durante la madrugada española y en la segunda semana de competición, aunque sus sueños no tienen límite.

“Los esquiadores españoles competimos con la misma calidad de material pero está claro que no disponemos de las mismas condiciones para entrenar y competir que los austríacos o los suizos. No tenemos la variedad de pistas ni están tan cerca de donde vivimos, ni el mismo nivel de infraestructura”. Los chavales de Austria o Suiza crecen con la nieve, el esquí forma parte de sus actividades escolares, la cantera es inmensa, las figuras crecen como las setas en otoño. Y ellos suelen ser los coleccionistas de las medallas olímpicas.

La mejor actuación

Salarich consiguió en diciembre lo que ningún esquiador español había logrado desde los años 80 del siglo pasado y que era acabar un eslalon de la Copa del Mundo clasificado en el ‘top’ 15. Era algo que no se había hecho desde los tiempos de Luis Fernández Ochoa, hermano de Paquito y Blanca, la gran familia del deporte blanco crecida en la sierra de Madrid. “La segunda manga constató el hecho de la diferencia que supone poder bajar entre los diez primeros. Salí el tercero y me quedé a poco más de medio segundo del primer puesto ocupando la séptima plaza de la bajada y el 15º en el cómputo final”.

Tremendo sacrificio, tremendo porque con el esquí, al menos al sur de los Pirineos, no queda la vida resuelta el día que el cuerpo, por la razón que sea, dice basta y hay que buscar una nueva orientación, ya sea para seguir vinculado al deporte o con otras perspectivas. “Yo tengo los estudios de administración y dirección de empresas. Los acabé hace dos años. La federación se hace cargo de los gastos de desplazamiento, tengo ayuda de las becas y mis patrocinadores me dan el material”. Lejos de los contratos de las grandes figuras, no solo deportivas, sino de los astros del esquí. A dos segundos, ese suspiro, está el éxito, la fama sobre la nieve y ahora el sueño de los Juegos, mejorar el ‘top’ 15 sobre la nieve olímpica.

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