ESTRAGOS DE LA PANDEMIA

El fútbol formativo, en jaque

Entrenadores y coordinadores del fútbol base muestran su preocupación por los estragos emocionales que puede suponer tanto parón

Víctor, jugador de la UD Viladecans, en el jardín de su casa entrenando con su padre.

Víctor, jugador de la UD Viladecans, en el jardín de su casa entrenando con su padre. / periodico

Irati Vidal

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El fútbol resiste a todo, incluso a la pandemia. Esa es la sensación que deja un extenso calendario con encuentros de lunes a domingo. Sin embargo, las horas de pantalla y fanatismo ocultan la verdadera realidad, aquella que nos enseña que solo la élite resiste a la tempestad. Porque mientras Messi, Benzema y compañía siguen celebrando tantos, los niños, verdaderos protagonistas de la esencia del fútbol, continúan parados.

La pandemia les sigue señalando y frenando. Y nadie repara en los estragos que esto supone para su formación. Tampoco en las consecuencias físicas y emocionales de otro parón deportivo. Si lo hacen sus entrenadores, inmersos en un túnel que parece no tener final. “Nos dijeron que eran 15 días y ya van 30”, explica preocupado el entrenador del Juvenil del Cambrils Unió, Álvaro Estévez.

Sus dudas son generalizadas. También las preocupaciones. Porque la Federación Catalana ha anunciado el retorno del fútbol formativo para el día 5 de diciembre pero 2020 les ha enseñado que todo puede cambiar en un instante. Y porque, como reflexiona el coordinador de la cantera de la Fundació Esportiva Olot, Miguel Ángel Muñoz, hay aspectos que no les cuadran. “Han decidido parar y han elegido el fútbol formativo. Pero creo que va en perjuicio de los niños porque el deporte es salud y nosotros no somos parte de problema sino que estamos dentro del remedio”. Ignacio Falces, técnico de la Damm añade: “Entendemos el deporte como un servicio esencial para la salud de todos. Esta situación fomenta el sedentarismo y un mayor uso de las pantallas. Siempre que sea con medidas, el fútbol va a ser la solución.”

Preocupación por lo mental

Mensaje unánime de un sector más preocupado por lo anímico que por físico. De un sector estrangulado en lo económico y que con estadísticas en mano se pregunta quién y por qué ha decido detener la actividad de los niños. “No soy médico, por lo que no sé si era estrictamente necesario este parón pero me cuesta entender que el transporte público, las montañas y las playas sigan abarrotadas pero que los niños no puedan ejercitarse en un espacio abierto y adaptado” sostiene Pau Sanromà, coordinador de fútbol 7.

Pau habla desde la experiencia de quien ha visto y aplicado el protocolo sanitario de la federación. Y de quien ha comprobado que el foco de contagio suele nacer en las aulas y no en los terreno de juego. Su compañero de club Oriol Juan verifica que el porcentaje de infectados desde el inicio de la pandemia no llega ni al 1% en el club. “Hemos tenido positivos, sí. Pero nunca han llegado a infectar a nadie. Hasta en cuatro ocasiones nos han llamado las familias anunciando que su hijo padecía COVID. En ese momento, aplicando el protocolo sanitario, hemos confinado al equipo y realizado un PCR a todos los compañeros. Nunca ha habido contagiados, pues es deporte al aire libre y con medidas. El fútbol formativo no es un foco”

"El porcentaje de infectados no llega ni al 1%. El fútbol formativo no es un foco de contagios"

Oriol Juan

— Coordinador Fútbol Base EF Gavà

No lo es porque así lo dicta la OMS. “Los lugares interiores, especialmente aquellos cuya ventilación es deficiente o nula, entrañan mayores riesgos que los espacios al aire libre”. Y porque existen pocos ámbitos en los que se hayan establecido más medidas. “Trabajamos en grupos burbuja, no usamos los vestuarios, viajamos en coches separados, utilizamos mascarilla en todas las instalaciones cerradas, hacemos control de temperatura diario y les obligamos a usar el gel hidroalcoholíco. Son muchas precauciones”. Pero no suficientes para replantear la apertura de los campos.  Raúl Salguero, maestro y entrenador del Cadete A del Reus Deportiu, vive el contraste del trabajo en las aulas y la clausura del césped.

Imaginación al servicio de los niños

Y se resigna a pensar que la temporada tenga que acabar entre pantallas, que es la forma que los clubes han encontrado para mantener al grupo activo. La mayoría de técnicos han apostado por crear una tabla con ejercicios de resistencia y cardio que los niños realizan en casa. También hay quienes hacen un seguimiento diario del estado anímico de los chavales a través de Whatsapp, reuniones semanales por videollamada y clases dirigidas mediante el monitor. Incluso, los hay que crean retos a través de aplicaciones que miden la intensidad de las carreras, realizan encuestas tácticas y preguntan sobre situaciones del juego real en partidos que los jóvenes puedan ver por la televisión.

“Hemos visto una gran capacidad de implicación, imaginación y paciencia de los entrenadores, es digno de elogio”, dice Miguel Ángel.  Repiten lo mismo presidentes y padres. Porque la ilusión de los niños y la ambición de los técnicos está manteniendo vivo un fútbol que muere en lo económico. Sin entrenamientos presenciales ni partidos, los clubes se han visto obligados a detener las cuotas de las familias y con ello a cerrar el grifo del 90% de su presupuesto. Los gastos se mantienen, la actividad varía y persiste pero los bolsillos de los entrenadores se quedan vacíos.

Solo algunos afortunados como el técnico del Reus Deportiu han cobrado durante todos estos meses de pandemia. El resto, viven pendientes del comunicado que les devuelva a los terrenos de juego. “Por suerte me tomo esto como un hobby y no es mi trabajo principal, si lo fuera tendría un problema porque si no entrenamos, no hay cuotas y sin ellas no cobramos. La mayoría del personal del fútbol base trabaja en negro y no tiene derecho a ERTEs ni ayudas”. Las palabras de Pau describen una realidad que puede terminar siendo la tumba del fútbol formativo. El balón puede rodar pero sin dinero no se puede mantener. Y eso que las familias han pagado las fichas deportivas del año sin ninguna rebaja por los meses no utilizados del curso anterior. Así lo ha creído conveniente la Federación, que prometió un recorte que no se ha llevado a cabo.

"La mayoría del personal del fútbol base trabaja en negro y no tiene derecho a ERTES ni ayudas"

Pau Sanromà

— Coordinador de fútbol base

Etapas perdidas

La suerte del fútbol humilde es que nace de la ilusión y eso es difícil de quitar. Pero tiempo al tiempo. “Algunos niños se están replanteando dejar el fútbol por tanto parón”, dice Álvaro. “Cada día me preguntaban cuándo íbamos a parar otra vez”, repica Raúl. Las consecuencias psicológicas del parón ya son palpables en unos niños que se están haciendo expertos en confinamientos y que, como resume, Arnau Moreno del CE Europa, “no queman etapas, las pierden”

Porque si en algo coinciden técnicos, presidentes y coordinadores es que las autoridades han puesto el caramelo en los labios de los niños para quitárselo otra vez y los estragos emocionales pueden ser irreparables. “Después del primer parón ya vimos que no eran capaces de afrontar situaciones que normalmente superaban con facilidad, veremos cómo vuelven ahora”.

Y es que unos abdominales frente al monitor, una subida a la colina de detrás de casa o unos toques con el muro del jardín podrán mantener en forma a los niños pero jamás se ocuparan de su estado emocional ni de sus valores. El fútbol educa a los jóvenes en compañerismo, respeto al contrario y gestión de éxitos y fracasos. También les enseña a esforzarse, tener objetivos y pertenecer a un grupo.

Por eso, bajo el anhelo de que esta vez el retorno sea real, la base se une en una reflexión clara: el fútbol es más necesario que nunca. Por salud, pero sobre todo todo por ilusiones y sueños. Pues un mundo en el que el fútbol profesional le ha ganado la partida a la pandemia, no debería olvidarse de que en la ilusión y formación de un niño está la salud del adulto de mañana.

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