LLEGA LA CHAMPIONS

El reloj estático de Solari

Las dos derrotas en los clásicos ante el Barça revelan la impotencia de los de Solari ante el máximo nivel

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Alejandro García

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Como el antiguo reloj de pared del cuento de Giovanni Papini, que tenía las manecillas detenidas marcando las siete y durante dos efímeros instantes del día parecía funcionar a la perfección, el Madrid es una vetusta reminiscencia de lo que aspiraba a ser, sin más que fugaces instantes en los que parece un equipo competitivo.

Si alguien mirara el rendimiento de los de Solari solo en esos momentos de solvencia circunstancial que ha tenido, con el empate en el Camp Nou y la posterior victoria en el Metropolitano, podría decir que sigue siendo un digno aspirante. Sin embargo, el avance del tiempo y el suceder de los acontecimientos ha puesto de manifiesto que, como el viejo reloj, que el resto del día no era más que un elemento ornamental, sin utilidad; el Madrid no puede seguir el ritmo del máximo nivel.

“Tuvimos ocasiones, pero cuando careces de gol se te van las cosas. El Barcelona tuvo más eficacia y el fútbol lo marcan los goles”, justificó el capitán Sergio Ramos tras la derrota de este sábado, pero la falta de gol, en boca de todos los jugadores del Madrid, no es más que la punta de iceberg de los problemas de un equipo con sus jugadores vertebrales obsoletos y con la lista de recambios bajo mínimos.

La sensación de impotencia que anegó el imaginario colectivo blanco tras la solvencia con la que el Barça ganó los dos clásicos en cuatro días no es más que el efecto inmediato de una problemática que, de facto, se extiende durante una década.

DOS LIGAS EN DIEZ AÑOS

El saldo de dos Ligas en diez años, camino a otra temporada sin opciones a tres meses del final, revela la alarmante carencia de una idea colectiva que potencie y ensalce los grandes nombres de una plantilla que, al mismo tiempo, es un manifiesto de descompensación e improvisación, en el campo y en banquillo.

Dos jugadores que comenzaron el año en Segunda B, Vinicius y Reguilón, fueron lo mejor de un Madrid de trinchera, comandado por el que era su técnico en el filial, sin una planificación sólida detrás.

El resto es un solar, una tierra baldía en la que pocas semillas pueden echar raíces. Bale, sin implicación defensiva y sin determinación en ataque, fue repudiado de forma evidente por la grada y pasa a engrosar la lista de jugadores sin ritmo de competición, sin la confianza del entrenador y sin aparente intención de volver a ser importantes en el equipo. A fuerza de quemar cartuchos, Solari se ha quedado sin munición para recargar cuando le hace falta. Por el horizonte asoma Mourinho, en plena exposición pública para intentar volver a un banquillo, preferiblemente al del Madrid.  

LA AUSENCIA DE CAMBIOS

La ausencia de rotaciones en el segundo derbi de la semana no solo limitó de manera trascendental la energía del grupo durante el partido, si no que, de paso, dinamitó la confianza de los que se sentían el primer relevo de un equipo titular tan asentado como insuficiente.

Ceballos o Valverde, que fueron protagonistas en las primeras alineaciones de Solari y parecía que habían ganado peso dentro del grupo, además del lesionado Llorente, han pasado a engrosar la lista de los defenestrados con la llegada de los partidos importantes.

Sin más opciones entre la precariedad de la plantilla y el proceder de Solari, el Madrid se encamina a la última oportunidad para seguir vivos en algún título, con la renta de un gol conseguida en los momentos felices como gran argumento para solventar la vuelta de octavos de final de la Champions ante el Ajax este martes en el Bernabéu.